ANTONIO MARTÍN ORTIZ: TILIAE CONTERMINA QVERCVS [UNA ENCINA CONTIGUA A UN TILO]: BAUCIS Y FILEMÓN. La fidelidad en el AMOR y la piedad con los DIOSES
ANTONIO MARTÍN ORTIZ
EN ESTA POSICIÓN ME HE PASADO LA MAYOR PARTE DE MI VIDA.
AQUÍ Y ASÍ ME TENÉIS.

Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.
OMNE TVLIT PVNCTVM QVI MISCVIT VTILE DVLCI.
(Q. Horatius Flaccus, Epistula ad Pisones, 343)
Ganó todo mérito el que mezcló lo útil con lo agradable.

VERANO DE 1964 EN SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia

<strong>VERANO DE 1964 EN <em>SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia</em></strong>
Mi padre [R.I.P.], un amigo (Josep Ma. Riba i Armenter [R.I.P.]), mi hermana Simona, yo mismo, mi hermana Rosario,
mi hermano Pepe, mi madre [R.I.P.], otro amigo (Josep Amiell):
PATRI MATRIQVE MEIS IN MEMORIAM: Descansen en Paz los dos juntos
.
"Cuando uno ha perdido a su padre y a su madre, se ha quedado sin referencia al pasado".
(Frase mía, que yo, como bien nacido, les dedico a quienes me dieron la Vida y me abrieron el Camino para ser Feliz)
A mí, lo mismo que a Ovidio (Tristia, I, III, 4):
Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.
Todavía ahora se me resbala una lágrima de los ojos, los míos.

Recojo y comparto la frase, más optimista, de mi amigo Carlos Hernández, Chacien: ”Lo que en verdad mata es el olvido”.
No es mi caso, porque yo, estas cosas, no las olvido.

EQUITACIÓN AL SON DE POLCAS VIENESAS

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jueves, 23 de abril de 2009

TILIAE CONTERMINA QVERCVS [UNA ENCINA CONTIGUA A UN TILO]: BAUCIS Y FILEMÓN. La fidelidad en el AMOR y la piedad con los DIOSES

OBSERVACIÓN PREVIA:

Al mismo tiempo que este artículo, aparecen dos sobre el mismo tema en:

SOLEDAD SÁNCHEZ M., un Blog de poesía sublime,
e
ISABEL BARCELÓ, una erudita en conocimientos sobre Roma, en su Blog MUJERES DE ROMA.

Podéis acceder a ellos pinchando en los correspondientes nombres.

Dejo aquí, tal cual, un comentario de Elena Pascual, que tiene un Blog delicioso, ELENA CLÁSICA, comentario que me ha parecido, sencillamente hablando, sublime.

“He aquí la amada historia de Filemón y Baucis. Como no podía ser menos, llegó llena de estremecimientos del alma y es que introducirla con la historia de Aqueloo y Perimele, no obviando ésta, es un detalle cervantino que enriquece el poder de los dioses y que nos deslumbra llevados de tu mano. Los cuadros son para enamorarse directamente de Aqueloo, creo yo. ¡Ah, las pasiones de este espacio! Las imágenes de la historia del arte bellas en el entrecruzamiento de dioses y mortales.

No sé si serán quizás esos retoques del alma lo que aportan la exquisitez y la elegancia que te caracterizan. Por si acaso, hazle una ofrenda a los dioses, más que nunca tamizada por los lares de Filemón y Baucis, no se vayan a ofender de tanta perfección.

Un beso desde los ríos que palpitan y desde las ramas con corazón”.


En Bitinia, región de Asia Menor, limítrofe con Frigia, abundan los encinares. Sus encinas eran famosas en la Antigüedad. Allí hay una encina y un tilo contiguos, milenarios podríamos decir. Esa encina y ese tilo tenían su correspondiente leyenda. Es la que explicaban los viejos del lugar. Es una historia de Amor y de Piedad, de una pareja de hombre y mujer modélicos.

El río Aqueloo acaba de explicar la historia de Perimele, una Equínade, de la que se había enamorado él mismo. Fue él mismo el que la despojó de su virginidad. Su padre, Hipodamante, la castigó arrojándola al abismo desde un peñasco, para que encontrase la muerte. Fue recogida por el río Aqueloo, que le pidió ayuda a su padre Neptuno, el cual la convirtió en isla.


Dejemos que sea Ovidio (Metamorfosis, VIII, 611-724) el que hable.

“Tras estas palabras se calló el río. El extraordinario suceso había impresionado a todos. El hijo de Ixíon [Perítoo, despreciador de los dioses, como su padre, hasta el punto de que se atrevió a descender al Infierno con el propósito de raptar a Prosérpina] se burla de los que lo creen, y, despreciador de los dioses como era y de corazón empedernido, dijo: “Es falso lo que cuentas, Aqueloo, y es excesivo el poder que atribuyes a los dioses de dar y quitar la figura”. Quedáronse todos atónitos y rechazaron tales palabras, y señaladamente Lélex, hombre maduro en espíritu y en edad, habló así: “Inmenso es el poder del cielo y no tiene fin, y todo lo que los dioses quieren se realiza, y para que no dudes, en las lomas de Frigia hay una encina contigua a un tilo y rodeada de una pequeña cerca; yo mismo he visto el lugar; pues Piteo me envió a los campos de Pélope [a Lidia, contigua de Frigia] en los que en otro tiempo reinó su padre. No lejos de aquel lugar hay un marjal, tierra habitable otrora, pero ahora convertida en aguas frecuentadas por los somorgujos y las negretas de los pantanos (611-625).


Allí se presentó Júpiter en figura mortal, y, acompañando a su padre, el Atlantiada [Mercurio, nieto de Atlas] portador del caduceo, que se había quitado las alas. A mil casas se dirigieron en busca de alojamiento para descansar; mil casas les fueron atrancadas con cerrojos; una en cambio los recibió, pequeña en verdad, cubierta de paja y de cañas del pantano, pero en ella la piadosa anciana Baucis, y Filemón, de la misma edad, habían estado juntos en los años de su juventud, y en aquella cabaña envejecieron, e hicieron llevadera su pobreza, confesándola y soportándola de buen grado; y sería inútil buscar allí señores o criados; la casa entera está constituida por dos, y son los mismos los que obedecen y los que mandan (626-637).


Y así, cuando los celestes alcanzaron aquel humilde hogar, y pasaron, inclinando la cabeza, por la exigua puerta, el viejo les invitó a dar descanso a sus miembros preparándoles asiento; sobre éste extendió Baucis, solícita, su tosca funda, y apartando en el fogón la ceniza tibia, atiza el fuego de la víspera, lo alimenta con hojas y corteza seca, y con su soplo de anciana lo acrecienta hasta producir llamas, y bajando del tejado teas muy astilladas y ramitas secas, las desmenuzó y acercó a un pequeño caldero, y descabezó, despojándolo de las hojas, un repollo que su esposo había traído del bien regado huerto; él, con una horquilla de dos puntas, alcanzó en vilo un lomo ahumado de cerdo colgado de una viga ennegrecida, y corta un trocito de su curada y añeja carne, y, una vez cortado, lo cuece en el agua hirviente (638-650).


Mientras tanto, entretienen con su charla las horas que faltan y les impiden darse cuenta de la espera. Había allí una artesa de madera de haya, colgada de un clavo por su sólida asa; es llenada de agua tibia y recibe los miembros de los viajeros para tonificarlos; en el centro de la choza hay un colchón de blanda juncia sobre un lecho de armadura y patas de sauce. Lo cubren de ropas que no solían extender más que en días de fiesta, pero incluso esta ropa era mísera y vieja, no impropia de un lecho de sauce (651-659).


Recostáronse los dioses. La anciana, temblorosa y con la ropa recogida, coloca la mesa, pero, de las tres patas de la mesa, una cojeaba: un tiesto la equilibró, y una vez que, calzado, eliminó su inclinación, unas matas de verde menta limpiaron la mesa ya nivelada. Es servido allí el fruto bicolor de la casta Minerva [aceitunas], y cerezas de cornejo del otoño cubiertas de líquidas heces de vino, y escarola y rábano y queso fresco y huevos ligeramente pasados por un rescoldo no muy fuerte, todo ello en cacharros de barro. Y después ponen un barreño [un cratero] cincelado en plata de la misma clase [es decir, en barro o cerámica tosca también], y copas hechas de haya, embadurnadas de rubia cera por su parte cóncava; poco hubo que esperar hasta que el fuego del hogar les mandó la comida bien caliente, y se trajo un vino de no mucha antigüedad, el cual fue a continuación retirado por breve tiempo para ceder su lugar al segundo plato [es decir, el postre]; consistió éste en nueces, higos mezclados con arrugados dátiles, ciruelas, fragantes manzanas en anchos cestos, y uvas recogidas de un viñedo ya de color púrpura; en el centro hay un panal resplandeciente; a todo ello se añadían rostros amables y una buena voluntad que no era inútil ni pobre (660-678).


Entretanto ven que el cratero del que tantas veces se había sacado licor se está volviendo a llenar por sí mismo, y que el vino sube de nivel por propia iniciativa. Tanto Baucis como el medroso Filemón quedan espantados, atónitos ante lo inaudito del suceso, y con las manos levantadas pronuncian plegarias y piden perdón por la insignificancia de la colación y del servicio. Tenían un solo ganso, que era el guardián de la humildísima granja; se dispusieron sus dueños a sacrificárselo a los dioses, que eran sus huéspedes; el animal, veloz por sus alas, cansa y burla durante largo tiempo a los ancianos, lentos por su edad, y, al fin, pareció que se refugiaba junto a los dioses mismos: los dioses prohibieron que se le matara (679-688).


“Somos dioses, y esta comarca impía va a pagar el castigo que se merece”, dijeron; “a vosotros se os concederá quedar a salvo de esta catástrofe; abandonad al punto vuestra morada, seguid nuestros pasos y venid con nosotros a lo alto de la montaña”. Obedecen ambos y, precedidos por los dioses, ayudan con sus bastones a sus miembros, y, despaciosos por sus ancianos años, se esfuerzan en avanzar por la interminable cuesta. Distaban de la cima tanto como puede alcanzar de una vez una flecha disparada: volvieron la mirada y advirtieron que todo había quedado sumergido bajo una laguna, a excepción de su casa, que era lo único que estaba a salvo; y, mientras se maravillan de aquello y lloran la destrucción de sus vecinos, aquella vieja choza, pequeña hasta para sus dos dueños, se convierte en un templo: el lugar de los soportes ahorquillados vinieron a ocuparlo columnas, la cubierta de paja empieza a amarillear, y resulta un techo de oro, unas puertas esculpidas y un suelo recubierto de mármol (689-702).


Entonces el Saturnio [Júpiter, hijo de Saturno], con plácido semblante, pronunció estas palabras: “Decid, justo anciano y mujer digna de su justo esposo, qué es lo que deseáis”. Filemón habló brevemente con Baucis, y a continuación manifestó a los celestes la unánime decisión de ambos: “Pedimos ser vuestros sacerdotes y guardar vuestro santuario, y, puesto que hemos pasado juntos y en paz nuestros años, que una misma hora nos lleve a los dos, que no vea yo nunca la tumba de mi esposa y que tampoco tenga ella que enterrarme a mí” (703-710).


La petición es atendida y realizada; fueron ellos la custodia del templo mientras se les dio vida; y, ya exhaustos por los años de la ancianidad, encontrándose un día delante de la sagrada escalinata, hablando de sucesos que la ocasión les evocaba, vio Baucis que a Filemón le salían hojas y el viejo Filemón vio que le salían a Baucis. Y, cuando la copa arbórea iba creciendo e invadiendo ya los dos rostros, se dirigían la palabra mutuamente, mientras aún podían, y al mismo tiempo dijeron los dos “adiós, consorte”, y al mismo tiempo la vegetal corteza cubrió e hizo desaparecer sus bocas (711-719).


Todavía los nativos de Bitinia enseñan allí dos troncos vecinos que salen de un doble tocón. Esto es lo que me contaron ancianos nada frívolos, y no había motivo para que tuvieran intención de engañar. Y, desde luego, yo vi unas guirnaldas colgadas de las ramas, y yo mismo puse otras nuevas diciendo: “Los que son objeto de la solicitud de los dioses dioses son, y reciban culto los que lo rindieron” ((719-724).

Había terminado su relato, y tanto el suceso como quien lo atestiguaba habían impresionado a todos, especialmente a Teseo. Deseando éste escuchar hechos prodigiosos de los dioses, el río de Calidón, apoyándose en el codo, se dirige a él hablándole así: “Hay, oh héroe valerosísimo, gente cuya figura ha cambiado una sola vez y ha permanecido en ese nuevo estado; hay quienes poseen la facultad de pasar a muchas formas, como la posees tú, habitante del mar que abraza la tierra, Proteo” (725-731) (Traducción, con algún retoque, de Antonio Ruiz de Elvira).

Pero esto es ya otra historia y tiene que quedar para otro momento.



Amnis ab his tacuit. factum mirabile cunctos
mouerat: inridet credentes, utque deorum
spretor erat mentisque ferox, Ixione natus
'ficta refers nimiumque putas, Acheloe, potentes

615
esse deos,' dixit 'si dant adimuntque figuras.'
Obstipuere omnes nec talia dicta probarunt,
ante omnesque Lelex animo maturus et aeuo,
sic ait: 'inmensa est finemque potentia caeli
non habet, et quicquid superi uoluere, peractum est,

620
quoque minus dubites, tiliae contermina quercus
collibus est Phrygiis, modico circumdata muro:
ipse locum uidi; nam me Pelopeia Pittheus
misit in arua suo quondam regnata parenti.
Haud procul hinc stagnum est, tellus habitabilis olim,

625
nunc celebres mergis fulicisque palustribus undae;
Iuppiter huc specie mortali cumque parente
uenit Atlantiades positis caducifer alis.
Mille domos adiere locum requiemque petentes,
mille domos clausere serae; tamen una recepit,

630
parua quidem, stipulis et canna tecta palustri,
sed pia Baucis anus parilique aetate Philemon
illa sunt annis iuncti iuuenalibus, illa
consenuere casa paupertatemque fatendo
effecere leuem nec iniqua mente ferendo;

635
nec refert, dominos illic famulosne requiras:
tota domus duo sunt, idem parentque iubentque.
ergo ubi caelicolae paruos tetigere penates
summissoque humiles intrarunt uertice postes,
membra senex posito iussit releuare sedili;

640
cui superiniecit textum rude sedula Baucis
inque foco tepidum cinerem dimouit et ignes
suscitat hesternos foliisque et cortice sicco
nutrit et ad flammas anima producit anili
multifidasque faces ramaliaque arida tecto

645
detulit et minuit paruoque admouit aeno,
quodque suus coniunx riguo conlegerat horto,
truncat holus foliis; furca leuat illa bicorni
sordida terga suis nigro pendentia tigno,
seruatoque diu resecat de tergore partem

650
exiguam sectamque domat feruentibus undis.
Interea medias fallunt sermonibus horas
sentirique moram prohibent. Erat alueus illic
fagineus, curua clauo suspensus ab ansa:
is tepidis inpletur aquis artusque fouendos

655
accipit. in medio torus est de mollibus uluis
inpositus lecto sponda pedibusque salignis.
Vestibus hunc uelant, quas non nisi tempore festo
sternere consuerant: sed et haec uilisque uetusque
uestis erat, lecto non indignanda saligno.

660
Accubuere dei. Mensam succincta tremensque
ponit anus, mensae sed erat pes tertius inpar:
testa parem fecit; quae postquam subdita cliuum
sustulit, aequatam mentae tersere uirentes.
ponitur hic bicolor sincerae baca Mineruae

665
conditaque in liquida corna autumnalia faece
intibaque et radix et lactis massa coacti
ouaque non acri leuiter uersata fauilla,
omnia fictilibus. post haec caelatus eodem
sistitur argento crater fabricataque fago

670
pocula, qua caua sunt, flauentibus inlita ceris;
parua mora est, epulasque foci misere calentes,
nec longae rursus referuntur uina senectae
dantque locum mensis paulum seducta secundis:
hic nux, hic mixta est rugosis carica palmis

675
prunaque et in patulis redolentia mala canistris
et de purpureis conlectae uitibus uuae,
candidus in medio fauus est; super omnia uultus
accessere boni nec iners pauperque uoluntas.
Interea totiens haustum cratera repleri

680
sponte sua per seque uident succrescere uina:
attoniti nouitate pauent manibusque supinis
concipiunt Baucisque preces timidusque Philemon
et ueniam dapibus nullisque paratibus orant.
unicus anser erat, minimae custodia uillae:

685
quem dis hospitibus domini mactare parabant;
ille celer penna tardos aetate fatigat
eluditque diu tandemque est uisus ad ipsos
confugisse deos: superi uetuere necari
"di" que "sumus, meritasque luet uicinia poenas

690
inpia" dixerunt; "uobis inmunibus huius
esse mali dabitur. modo uestra relinquite tecta
ac nostros comitate gradus et in ardua montis
ite simul!" Parent et dis praeeuntibus ambo

693a
membra leuant baculis tardique senilibus annis
nituntur longo uestigia ponere cliuo.

695
Tantum aberant summo, quantum semel ire sagitta
missa potest: flexere oculos et inhospita tecta

696a
mersa uident quaeruntque ubi sint pia culmina uillae:
sola loco stabat, quae dis fuit hospita magnis.
Dumque ea mirantur, dum deflent fata suorum,
illa uetus, dominis etiam casa parua duobus

700
uertitur in templum (furcas subiere columnae,
stramina flauescunt), aurataque tecta uidentur,
caelataeque fores, adopertaque marmore tellus.
Talia tum placido Saturnius edidit ore:
"dicite, iuste senex et femina coniuge iusto

705
digna, quid optetis!" Cum Baucide pauca locutus
iudicium superis aperit commune Philemon:
"esse sacerdotes delubraque uestra tueri
poscimus, et quoniam concordes egimus annos,
auferat hora duos eadem, nec coniugis umquam

710
busta meae uideam, neu sim tumulandus ab illa."
Vota fides sequitur: templi tutela fuere,
donec uita data est; annis aeuoque soluti
ante gradus sacros cum starent forte locique
narrarent casus, frondere Philemona Baucis,

715
Baucida conspexit senior frondere Philemon.
iamque super geminos crescente cacumine uultus
mutua, dum licuit, reddebant dicta "uale" que
"o coniunx" dixere simul, simul abdita texit
ora frutex: ostendit adhuc Thyneius illic

720
incola de gemino uicinos corpore truncos.
Haec mihi non uani (neque erat, cur fallere uellent)
narrauere senes; equidem pendentia uidi
serta super ramos ponensque recentia dixi
"cura deum di sint, et qui coluere, colantur."'

725
Desierat, cunctosque et res et mouerat auctor,
Thesea praecipue; quem facta audire uolentem
mira deum innixus cubito Calydonius amnis
talibus adloquitur: 'sunt, o fortissime, quorum
forma semel mota est et in hoc renouamine mansit;

730
sunt, quibus in plures ius est transire figuras,
ut tibi, conplexi terram maris incola, Proteu.








23 comentarios:

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Querido Antonio:

Quiero ser la primera en aplaudir esta entrada: es de las más hermosas que has publicado. La leyenda de Filemón y Baucis tiene muchas lecturas, pero tú sabes que yo me he quedado en el profundo amor que ambos se procesaban.
Estoy muy orgullosa de haber colaborado contigo y con Isabel Barceló en este "trío" en la red, y querría invitar a tus muchos lectores a que se paseen -es un hermoso lugar para hacerlo- por el blog de Isabel. Y a que pasen por el mío si desean leer la misma historia en forma de poema.
Las imágenes que me has "prestado" -y que están en mi post- y las que publicas en el tuyo, animan la historia y nos la hacen más cercana.
Además, en esta colaboración hay un deseo personal, que a falta del final -espero que falten muchísimos años- se está cumpliendo en nuestras respectivas vidas: tener en nuestra propia casa la mitad de esta bella leyenda.
Estoy segura de que disfrutaremos con otros trabajos, porque la satisfacción de aportar lo que uno tiene es impagable.

Un beso, maestro.

Soledad.

Isabel Barceló Chico dijo...

Querido Antonio, no puedo hacer sino suscribir las palabras de Soledad. Magníficas también las imágenes, has hecho un estupendo trabajo encontrando e incorporando grabados y cuadros que representan distintas escenas de la historia. Ahora, después de haber leído todo, me doy cuenta de lo interesantísimo de la experiencia tanto para nosotros como para nuestros amigos. Lo digo por las diversas perspectivas que resultan. El texto de Ovidio tiene el equilibrio y la moderación en el amor que era tan querida a los romanos. Un texto precioso, lleno de detalles para hacernos comprender la pobreza de este matrimonio y al mismo tiempo su capacidad enorme para amarse y ser dichosos sin necesidad de nada más, salvo ellos mismos. Me ha gustado mucho la traducción que has puesto, aunque soy incapaz de reconocer cuáles han sido tus retoques, más allá de esas aclaraciones que nos haces siempre para que podamos comprender mejor o saber quienes son los personajes que intervienen, El poema de Soledad, hermoso como todos los suyos, y particularmente ardiente, creo que retrata la época en que la pasión se desborda y lo puede todo, se antepone a todo. Y la versión que he dado yo, ya en el momento final de esta pareja, trata de reflejar, aunque no sé si lo habré conseguido del todo, ese amor profundo, estrecho, que queda cuando el fuego de la pasión ya no cuenta con las fuerzas físicas para arder como antaño y se transforma en "un ser con el otro" o en un "ser el otro". En fin, ha sido para mí muy gratificante el participar de esta aventura. Un abrazo muy fuerte con mi agradecimiento para tí y para Soledad.

Aristos Veyrud dijo...

Antonio, yo esperaba desde la vez que hiciste la propuesta de este trabajo. Bien, llegado el final de la expectativa aplaudo de pie y en primera fila. Así es la vida, regala a manos llenas y con entusiasmo cuando le prestamos atención, nos comunica con los dioses y nos compromete con la eternidad. Esta ofrenda de amor hecha por los tres los convierte en sus mensajeros. Con los años que ya he pasado he asistido a eventos apoteósicos y soy afortunado de asistir a otro. GRACIAS ISABEL, GRACIAS SOLEDAD, GRACIAS ANTONIO!!!

carmen dijo...

No me imagino el cielo sin tí...
Y es que el Amor es algo más que una aventura del corazón...
Gracias, Antonio por este regalo generoso.

Dilaida dijo...

La Metamorfosis de Ovidio es la obra literaria (yo tengo la obra en dos tomos) que siempre me acompaña, no sé que tiene pero desde hace un montón de años va siempre conmigo, cuando releo algo es como la primera vez (cursaba 6º de bachillerato y una profesora de latín, apasionada de Ovidio, me animó a que lo intentara).

Pilar Ayala (Alicante) dijo...

Todas las parejas deberian acabar sus vidas (o empezarlas de nuevo) amándose como Filemón y Baucis y lo digo porque mi trabajo consiste en divorciar a esas parejas que una vez se amaron y después se odiaron y con ese odio inician guerras interminables.MALDITOS DIVORCIOS!!!!!
Muy bonito tu texto y enriquecedor para los sentidos

Ricard (Girona) dijo...

Menudo dominio del lenguaje tenia Ovidio. Espero nuevas entradas como esta no solo para aprender sino también para que afloren mis sentimientos

elena clásica dijo...

He aquí la amada historia de Filemón y Baucis. Como no podía ser menos llegó llena de estremecimientos del alma y es que introducirla con la historia de Aqueloo y Perimele, no obviando ésta es un detalle cervantino que enriquece el poder de los dioses y que nos deslumbra llevados de tu mano. Los cuadros son para enamorarse directamente de Aqueloo, creo yo. ¡Ah, las pasiones de este espacio! Las imágenes de la historia del arte bellas en el entrecruzamiento de dioses y mortales.
No sé si serán quizás esos retoques del alma lo que aportan la exquisitez y la elegancia que te caracterizan, por si acaso, hazle una ofrenda a los dioses, más que nunca tamizada por los lares de Filemón y Baucis, no se vayan a ofender de tanta perfección.
Un beso desde los ríos que palpitan y desde las ramas con corazón.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Querida Soledad,

Gracias y muchas gracias por tu comentario. Yo también estoy muy orgulloso de colaborar contigo y con Isabel Barceló. Y es que tengo cierta tendencia a tratarme con los mejores: por eso he colaborado con vosotras tan gustosamente. Espero que esta experiencia, deliciosa y gratificante, pueda repetirse en otras ocasiones, y que ello sea pronto. Es emocionante que sea el tratamiento del AMOR lo que nos haya unido a los tres. Eso es magia.

Paso ahora a comentar formalmente tu comentario (redundancia):

Tu entrada, “Quiero ser la primera…”, me ha impactado y me ha impresionado: es la expresión de una mujer vital, decidida, sin complejos, con empuje, con ganas… Es la misma entrada que tienen en sus respectivos primeros versos las más grandes obras épicas que conservamos en Occidente:

La Ilíada y la Odisea de Homero, y la Eneida de Virgilio, tienen también, como he dicho, en su primer verso, el resumen decidido, “in medias res”, como aconsejaba Horacio en el “Ars Poetica”, de lo que va a ser el poema.

Quiero con ello decir que, formalmente, tu comentario tiene una forma (otra redundancia) totalmente épica y solemne, decidida. Es la marcha de las trompetas o marcha triunfal de Aida, ésa que a ti tanto te gusta. Esas palabras iniciales son el sello de la grandeza tuya:

Grande es la puerta que nos da entrada a tu “locus amoenus”;
Grande es el tipo de letra que utilizas en él;
Grande es cada poema tuyo;
Grande es la imagen que das de ti misma;
Grande es el conjunto armonioso y armónico que creas;
Grande es el afán que pones todo lo que haces;
Grande es tu concepto de la amistad y del amor;
Grande es el vínculo que has creado, hemos creado, entre los tres;
Grande es la colaboración que ofreces para el futuro;
Grandiosa eres tú, como grandiosa es tu poesía, y grandioso es el nexo de unión que tienes con todas y todos los que, de una forma u otra, entran en tu vida;

Grandes y grandiosos son, resumiendo, tu corazón y tu alma.

Un beso y un abrazo grandes,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Isabel,

He tardado algo en contestarte, porque quería hacer un comentario que estuviese a la altura del tuyo.

Realmente ha sido emocionante y emotivo colaborar contigo y con Soledad, cada uno desde sus posibilidades y sus puntos de vista. Todo ha quedado precioso, y eso, cada uno, sin salirse de sus líneas y sus costumbres.

Tu exposición de los momentos finales de esa pareja de enamorados es sencillamente sublime, al tiempo que sencilla y tierna, como lo eran ellos. Creo que tu descripción de esos momentos finales de cariño entre ellos será la que mejor llegará al público, porque en el diálogo que mantienen has reflejado perfectamente la sencillez de ese matrimonio. Tú, como siempre, tan equilibrada y tan atractiva para quien tiene el placer de leerte.

Yo estoy dispuesto y deseoso de repetir la experiencia a trío tan pronto como sea posible: para mí, cuanto antes, mejor.

Veo en el poema de Soledad lo mismo que tú comentas: una explosión de amor que de forma sublime y con noble lenguaje llega al erotismo en el mejor de los sentidos.

Repito: la sencillez de tu relato hace la historia de lo más atractivo. Creo que el orden de lectura adecuado sería: primero el tuyo, porque tu sencillez nos aproxima a la realidad íntima de la pareja; en segundo lugar el mío, porque nos remite a un Ovidio conocedor como nadie de los sentimientos y emociones de los humanos; en tercer lugar, el de Soledad, porque lo sublime y perfecto de su poema hace que haya que tener preparación y capacidad de comprensión suficientes para poder captar todo lo que ella magistralmente insinúa y describe.

Paso ahora a comentarte lo de la traducción. Yo he utilizado la traducción de Antonio Ruiz de Elvira que, a mi entender, es la persona que más sabía (en pasado, porque tuvimos la desgracia de que falleciese el año pasado) en toda España de Mitología Clásica. Está publicada en edición bilingüe por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El primer volumen salió el año 1960 y el tercero unos veinte años después. Quiere ello decir que nuestro traductor dedicó unos veinte años de su vida a hacer esa edición y traducción de Las Metamorfosis, además de ejercer, entre otras cosas, como Catedrático de Filología Latina en varias Universidades.

Es una edición cara, que sólo se encuentra en librerías especializadas, pero está disponible en el mercado. También salió esa misma traducción, sin el texto latino y en edición barata, en la Editorial Bruguera, pero es un libro que hace ya muchos años que está agotado y sólo se puede encontrar en bibliotecas.

Antonio Ruiz de Elvira ha publicado muchos estudios de Mitología en revistas especializadas y hará unos quince años publicó una MITOLOGÍA CLÁSICA en GREDOS que supera en erudición al Diccionario de Pierre Grimal, aunque no es de tan fácil consulta como éste.

Hace unos diez años, dos alumnas avanzadas de Antonio Ruiz de Elvira obtuvieron una beca para pasar dos años en Alemania, becadas para preparar otra traducción de Las Metamorfosis, siguiendo la traducción de su maestro. Hicieron una buena traducción, pero, para mí, sigue siendo mejor la del maestro. Lo bueno que tiene ésa de sus alumnas es que un tercio del libro es introducción y las notas al pie de página son más abundantes que en la del maestro. Esta traducción es muy buena y está disponible a precio módico en la EDITORIAL CÁTEDRA. Creo que es la más útil para personas que no quieran acceder al texto latino.

Como ya advertía Horacio en su “Ars Poetica”, que no procede hacer lo que otros han hecho a la perfección, porque entonces sería aquello del parto de las montañas, yo me he limitado a poner algunos paréntesis donde creía que era necesaria una explicación, para que se entendiese todo, y añadir puntuación, sobre todo “comas, para hacer el relato más pausado y menos pesado.

Lo que pasa es que en Latín con un par de palabras se puede decir lo que en Castellano con cuatro o cinco, y Antonio Ruiz de Elvira ha intentado reflejar al máximo el poema latino sin añadir puntuaciones que en Latín no son necesarias, pero, según mi criterio, en Castellano sí.

¿Cómo iba yo a corregir nada de Antonio Ruiz de Elvira? Jamás se me pasaría por la cabeza: sería un acto excesivamente osado y lleno de arrogancia, además de totalmente improcedente.

Como tú vives en Valencia y ahí también habláis Catalán, puedo decirte que la edición bilingüe de la “Bernat Metge” (Editorial Alpha), aunque tenga ya unos ochenta años, es buenísima también, y, según creo, se encuentra en el mercado, pero con alguna dificultad. Hay que dirigirse a la propia editorial para comprarla.

De otras ediciones que conozco, te puedo asegurar que la traducción de Espasa Calpe (Austral) es malísima.

Si tú quieres disponer de una buena traducción, creo que en tu caso te iría muy bien la de CÁTEDRA.

Que el resto de lectores perdonen la extensión de este comentario, pero me ha parecido que era conveniente que lo hiciese y estoy seguro de que tú vas a quedar muy satisfecha con la información que te he proporcionado.

Un beso y un abrazo cariñosos,

Antonio

Miguel Poch dijo...

Hola, Antoise,

Me he leído la historia de Filemón y Baucis, como me dijiste. Me ha parecido muy bonita, sobre todo el final. Espero que a nosotros nos pase lo mismo que a Filemón y a Baucis, que nunca nos tengamos que enterrar los unos a los otros, aunque me temo que yo, que tengo quince años, os tendré que sobrevivir a vosotros, a ti y a la mama.

Miguel Poch

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena,

Dejo aquí también, para mayor comodidad de todos, el comentario quehe dejado en tu espacio:

Sugerentes e insinuantes son tus palabras, al compás de la transparencia de las imágenes. Es el pensamiento y el deseo que se insinúan desde la mujer, sin que esté segura de que el hombre está ahí presente por ella o por lo que ella representa, por ella o por los objetos que la entornan.

Y pienso yo:

¡Cuánto insensato hay entre los hombres y cuántos amores desaprovechados por la falta de sensibilidad de algunos hombres, ajenos al mundo interior tan rico de las mujeres todas!

Amiga Elena,

he disfrutado mucho y sigo haciéndolo al pensar en la delicia de poema tuyo, que por breve, gana en cualidad. Ya nos lo decía nuestro Horacio en la "Ars Poetica" (verso 335) : "Esto breuis" [Sé breve].

En otro orden de cosas: muchas gracias por el exquisito, poético incluso, literario, sublime, comentario que has hecho en mi espacio a Filemón y Baucis. Como podrás comprobar, lo he situado, con tu permiso, en la cabecera del relato. Es un buen resumen de lo que luego nos explicará Ovidio.

Un beso,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Dilman,

Ya lo ves, y lo veo yo, cada uno con lo suyo. Tú nos retrotraes magistralmente y de una forma amena a nuestros antepasados cavernícolas, carnívoros de carne cruda, amenizado todo ello con unas imagenes impresionantes, y yo me remito al mundo de los inmortales, de los dioses.

Al final y al principio todo es lo mismo: llegar a los orígenes. Es preciosa la presentación de tus textos, además de erudita y pedagógica.

Muchas gracias por el comentario elogioso que haces de nuestra aportación, la de Soledad, la de Isabel, y la mía. Como siempre, aquí el mérito principal es el de las mujeres. Hay que reconocerlo: sin ellas los hombres no seríamos nada.

Mi felicitación, también desde aquí, a Soledad e Isabel, por el placer que ha sido colaborar con ellas, y mi enhorabuena a ti por tu excelente trabajo.

Un abrazo,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Carmen,

Deliciosas las palabras que has dejado en mi espacio sobre Filemón y Baucis.

Leo tu artículo y veo que tienes mucha razón: ya no sabe uno si son las razones, o son las emociones, o los impulsos, o no sé qué, nos mueven a nosotros, y qué es lo que mueve a los demas. Por eso es tan difícil la comunicación, porque cada uno, o cada una, es movido por un motor con corrientes diferentes. ¡Es tan difícil ir al unísono!

A partir de ahora te visitaré con frecuencia.

Un beso,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Dilaida,

Ya veo que tú te andas siempre con los mejores y los más divertidos. Después de leer tu alabanza a las Metamorfosis de Ovidio, a propósito de Filemón y Baucis, me traslado a tu espacio y me encuentro con ese lindo epigrama de Marcial, y esos preciosos versos de Catulo, en comentario de Juan Antonio. Realmente nos mezclamos con los mejores.

A propósito de tu edición de Las Metamorfosis en dos volúmenes, ¿me podrías decir de qué editorial es?, porque conozco bastantes y ninguna en dos volúmenes.

Un beso,

Antonio

Dilaida dijo...

Quise decir que yo tenía dos tomos de la obra, el I (desde el libr. I al V) y el II (desde el VI al X). Me imagino que ya los conoces ya que es la Colección de autores griegos y latinos de Alma Mater, el texto y la traducción de Antonio Ruiz de Elvira.
Perdona por expresarme mal.
Gracias por visitar mi blog, me encanta seguir el tuyo, tengo mucho que aprender.
Bicos

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Dilaida,

Efectivamente tienes la mejor traducción que existe en Castellano, pero te falta el volumen III, que contiene los libros XI-XV. Podrías hacer que alguien te la regalase. Como habrás podido comprobar, es la traducción que manejo yo. El texto entero de la traducción de Antonio Ruiz de Elvira existe en EDITORIAL BRUGUERA, en un solo tomo, pero es un libro que no se encuentra ya en el mercado y sólo está en algunas bibliotecas.

Un beso, "BICOS"

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Pilar Ayala,

Totalmente acertada tu opinión de que todas las parejas deberían acabar como Filemón y Baucis. Como bien conoces tú por tu trabajo, ahora, tal y como están las cosas, es que da pena, las parejas (y digo "parejas" y no "hombre y mujer", porque ya no sabe uno qué es lo "políticamente" correcto), se aparean y desaparean como si no fuesen personas y lo que ayer valió ya no vale hoy. ¡Así andamos! Conozco también de cerca ese tu trabajo y creo que debe ser deprimente.

Yo, como soy de los antiguos, creo en la Fidelidad de la pareja formada por una mujer y un hombre que se aman. Y también en la monogamia. Creo que no se ha inventado nada mejor.

Muchas gracias por visitarme. Ha sido todo un placer. Espero nuevas visitas.

Te envío, si me lo permites, un beso,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Ricard de Girona.

Gracias por visitarme y por tus elogios. Habrá y ha habido otras entradas como ésta. También encontrarás aquí algunas menos serias y mas desenfadades, producto de momentos de relax, que el cuerpo también los necesita de cuando en cuando.

Un abrazo,

Antonio

Jesus Dominguez dijo...

Fabulosa historia, maravillosas imágenes y música sublime.

Un blog excelente en el que he pasado un rato delicioso.

Un saludo

Jesús Domínguez

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Desde que publcaste esta soberbia entrada, mi alma está estremecida, eres acaso un dios entre los mortales??

Yo en mi próxima vida quiero ser árbol y morir enlazada con el amor de mi vida...y de mi muerte...

Besos alados!!

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Jesús,

Muy interesante esa forma de ser de tu protagonista. Ese Souso Guevara es un hombre inteligente y elegante. ¿Cómo puedo yo imaginarme a todo un Virgilio, a un Ovidio -para centrarme en mi terreno-, rodeados de bragas de mala calidad, de calzoncillos que te te bajan solos, de artilugios informáticos, de lechugas y chorizos, por no decir también de preservativos y cremas de esas baratas que lo único que hacen es perjudicar y estropear la piel? A mí no me gusta comprar libros en los Supermercados, porque me parece que todo lo que hay allí es basura, es decir, libros políticamente correctos.

Son, como bien dices, lugares de prostitución de la cultura.

Me encanta el comentario que has hecho en mi espacio. Muchas gracias.

A partir de ahora te visitaré con frecuencia.

Un abrazo,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Carmen,

Sigo deleitándome con esas imágenes tan preciosas que nos has dejado en tu blog. No es suficiente con visitarlas una vez: uno puede regresar de cuando en cuando y recrearse en ellas. Eso es lo que hago yo.

En cuanto al "soberbio" comentario que has dejado en mi espacio, tengo que decirte que el mérito es de quien escribió el texto, de Ovidio, que tenía una imaginación rica y profunda.

A mí también me gustaría que me pasara como a Filemón.

Un beso y un abrazo,

Antonio