ANTONIO MARTÍN ORTIZ: EL MUNDO DE LAS SOMBRAS Y LOS ESPECTROS: COMENTARIOS DESDE LOS INFIERNOS (II): CLITEMNESTRA DE MICENAS
ANTONIO MARTÍN ORTIZ
EN ESTA POSICIÓN ME HE PASADO LA MAYOR PARTE DE MI VIDA.
AQUÍ Y ASÍ ME TENÉIS.

Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.
OMNE TVLIT PVNCTVM QVI MISCVIT VTILE DVLCI.
(Q. Horatius Flaccus, Epistula ad Pisones, 343)
Ganó todo mérito el que mezcló lo útil con lo agradable.

VERANO DE 1964 EN SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia

<strong>VERANO DE 1964 EN <em>SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia</em></strong>
Mi padre [R.I.P.], un amigo (Josep Ma. Riba i Armenter [R.I.P.]), mi hermana Simona, yo mismo, mi hermana Rosario,
mi hermano Pepe, mi madre [R.I.P.], otro amigo (Josep Amiell):
PATRI MATRIQVE MEIS IN MEMORIAM: Descansen en Paz los dos juntos
.
"Cuando uno ha perdido a su padre y a su madre, se ha quedado sin referencia al pasado".
(Frase mía, que yo, como bien nacido, les dedico a quienes me dieron la Vida y me abrieron el Camino para ser Feliz)
A mí, lo mismo que a Ovidio (Tristia, I, III, 4):
Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.
Todavía ahora se me resbala una lágrima de los ojos, los míos.

Recojo y comparto la frase, más optimista, de mi amigo Carlos Hernández, Chacien: ”Lo que en verdad mata es el olvido”.
No es mi caso, porque yo, estas cosas, no las olvido.

EQUITACIÓN AL SON DE POLCAS VIENESAS

Si quieres disfrutar de la maravilla de ver a los caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena danzando al son de las polcas de los Strauss,
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domingo, 7 de febrero de 2010

EL MUNDO DE LAS SOMBRAS Y LOS ESPECTROS: COMENTARIOS DESDE LOS INFIERNOS (II): CLITEMNESTRA DE MICENAS



COMENTARIO RECIBIDO DE CLITEMNESTRA DE MICENAS DESDE LOS INFIERNOS

Yo soy Clitemnestra de Micenas y también me he escapado por un rato de Los Infiernos y no es porque Safo de Lesbos ni mi hermana Helena de Esparta me hayan dicho cómo lo han hecho, porque ellas no se hablan conmigo. Ellas dicen que son honradas y a mí me consideran casi como una puta, porque le fui infiel a mi marido, a Agamenón, cuando él se fue a la Guerra de Troya.

Y es que Egisto era un tipo que, oye, no estaba mal, aunque en el fondo no sé si iba por mí o por mi Reino, pero la cuestión es ésa: que pasé con él más de diez años. Pues por ese motivo esas dos no se hablan conmigo y me he tenido que buscar la vida yo sola, si “vida” se le puede llamar a la que llevamos en Los Infiernos. Lo que ha pasado es que el asqueroso perro Can Cerbero, que tiene nada menos que tres cabezas, lo que significa tres bocas, seis filas de dientes y también seis ojos, cuando me ha visto, se ha asustado, porque yo soy un espectro que da miedo hasta a las sombras de Los Infiernos, y entonces, del susto, se ha puesto a correr ladrando, y ha desaparecido, momento que he aprovechado yo para escaparme y conectarme a Internet, porque yo les oí decir a esas dos dónde estaba el Cibercafé para conectarse.

Aquí estoy esperando en Los Infiernos, a ver si algún día me reencarno nuevamente, pero lo tengo crudo, porque, si al mismo tiempo se reencarna mi hijo Orestes, es capaz de volver a liquidarme, porque, como sabéis por La Tierra, yo fui asesinada por mi propio hijo, en venganza porque yo, con mi amante Egisto, había quitado de en medio a mi marido Agamenón, cuando volvía victorioso de Troya.

Vosotros me conocéis bien, porque ese maldito Esquilo le ha puesto letra a mi vida y ha sacado a relucir todos mis trapos sucios, con esas tragedias que ha escrito y que tanto os gustan a vosotros, y a ti también, Antonio, que haces ostentación de conocerlas bien y las difundes por
Internet.

Mi madre era Leda, que ¡menuda mujer era! En la misma noche se lo hizo con su marido, si a Tindáreo se le puede llamar marido, porque el pobre llevaba unos cuernos de ¡olé!, y también con Zeus, que era un mujeriego y se lo hacía con todas las que estaban a su alcance, que eran muchas, Pues eso, que mi madre Leda, de un viaje, parió a Cástor y a mí misma, que éramos hijos de su marido, y a Helena y Pólux, que eran hijos de Zeus.

En cierta forma yo me parezco a mi madre y me veo siempre muy sola, porque nadie quiere hablar conmigo, por la vida que llevé en La Tierra. Prácticamente no tengo ninguna amiga aquí en Los Infiernos, y mucho menos amigos. Todos sienten repugnancia por mí. ¡Es que ni mi propia hermana, esa Helena de Esparta, de la que tanto habláis vosotros, me dirige la palabra! Eso no es una hermana.

Ya os iré explicando más cosas, si consigo conectarme otra vez, que no lo sé, aunque casi estoy segura de que sí será posible, porque ese perro Cerbero, al que tanto asco le tengo, me tiene miedo, y, a la que me ve, se espanta y se queda como anonadado.


¡De algo tiene que servir haber sido una perversa y una asesina en La Vida! Todo el mundo me tiene miedo y asco, aunque aquí, en Los Infiernos, no sé por qué tienen que tenerme miedo. Aquí soy un espectro más, una sombra aborrecida por todos, y aquí no puedo hacer daño ninguno a nadie. Ni yo ni nadie.

Bueno, me voy porque ya oigo desde aquí los ladridos del perro. Puede que se haya recuperado ya del susto que se llevó sólo con verme, y sea capaz de plantarme cara cuando intente volver a Los Infiernos. Si ese asqueroso perro no me deja entrar en Los Infiernos, ¿a dónde voy a ir a parar?, porque, en mi estado actual, tampoco me aceptarían en La Tierra.

Me voy corriendo, y no os penséis que es eso lo que me ocurre, ¡malpensados!, que aquí y a mi edad eso ya no ocurre, y ya os explicaré más cosas, si consigo salir nuevamente.

A propósito, Antonio, hay cosas de tu blog que no me gustan, porque tú me haces revivir cosas y sucesos que yo quisiera olvidar y también quisiera que los olvidara todo el mundo.

Bueno, hasta la próxima. No te digo “Adiós”, porque aquí eso no se estila, aquí lo que se lleva es: ¡vete a Los Infiernos!

CLITEMNESTRA DE MICENAS


It was constructed in 1250 BC
http://www.sikyon.com/Mykinai/Monuments/monum_eg05.html





The north entry gate to the Acropolis of Mykenae
http://www.sikyon.com/Mykinai/Monuments/monum_eg02.html





The Lions Gate at Mykenae. It was the main entrance to the Acropolis and its opening was closed by a double door with sheets of bronze. The relief consists of two confronting lions, their heads made from different material. The structure is dated to 1250 BC
http://www.sikyon.com/Mykinai/Monuments/monum_eg01.html




The entry to the tomb of Klytaemnestra
http://www.sikyon.com/Mykinai/Monuments/monum_eg06.html




The Acropolis of Mykenae
http://www.sikyon.com/Mykinai/Monuments/monum_eg00.html


COMENTARIO DE ELENA CLÁSICA A CLITEMNESTRA

Querida Clitemnestra:

Pues no sabes qué trasiego hay allá por ese mundo de sombras del cual emerges, bella heroína trágica. Tu hermana acaba de asomarse por aquí. ¡Cuánto lamento que los lazos fraternales se hayan enturbiado con momentos de silencio! Deseo que Helena y tú prontamente volváis a estar tan unidas como lo estuvisteis hace ya muchos años... Pues ella también llevaba el signo del sufrimiento grabado en su frente, y tú necesitas de una comprensiva confidente, después de que te rozara el peor de los presagios en tu íntimo dolor de mujer y de madre. Yo sé muy bien que era la dolorosa venganza de la muerte de tu hija la que te nubló el sentido y no escatimó muerte para el padre asesino. ¿Es que tu hijo Orestes no se acordaba de Ifigenia? Lamento que tus historias íntimas anden de mano en mano, pero no te olvides de que Esquilo quiso reivindicarte, alma poderosa de mujer.

Espero que, al igual que tu hermana Helena, te aficiones al mundo internauta y nos visites muy a menudo: ya sabes que, al fin, el Can te teme.

Señora, mis saludos, es un verdadero placer.


ELENA CLÁSICA, ELENA PASCUAL, ἙΛΈΝΗ

19 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

De nuevo en los Infiernos, Clitemnestra, Helena, prefiero pasear, !de nuevo! repito, entre las piedras de Micenas, a pleno sol, allí tíbio en invierno, esas piedras del Cíclope obra, más que humanas, los leones en la puerta siempre fieros, siempre fieles, heráldicos, quietos, mudos, entrar, luego, en esa tumba oscura bajo cúpula maravillosa, retumban las voses. La tumba, me evoca la muerte... prefiero imaginaros vivas, bellas como así fuísteis, señoras. Os saludo Clitemnestra, Helena, Clásica Elena, Isabel Romana a todas, desde Roma con Quinto mi hijo, el cual sabe de vosotras y de vuestros padecimientos, amores, desamores, !salve!proclama.
Al amigo Antonio le ofrezco mi cariño y mi profundo respeto. Natàlia

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigos lectores, y lectoras,

Dejo aquí, en mi propio espacio,
el comentario en dos partes que he dejado en el blog de Elena Clásica, a propósito de su Poema reciente Escala Fahrenheit de leucocitos, más por el interés que tiene el poema de Elena Clásica, que os invito a leer, que por el que pueda tener mi propio comentario
.


SEGUNDO COMENTARIO (Segunda parte: El Poema: Primera parte)

Amiga Elena Clásica, Elena Pascual, Φίλη Ἐλένη, Querida Elena,

Yo pensé que tus versos
serían luz en mis ojos,
evangelios apócrifos,
desangrados proverbios,
salmos blasfemos
que erizarían mi
piel a la temperatura
en que arde la sangre:
escala Fahrenheit de leucocitos.

Y, ¿cómo te atreviste a pensar eso, a cambiar lo real y evidente, la Realidad en suma, por lo que tú deseabas? Tú querías salirte del camino habitual y querías ser diferente, preferida a los demás. Y la Realidad se impone: no es lo que uno, o una, quiere. Es lo que es. Todo. ¡Vanas ilusiones son lo contrario! La temperatura del Amor, las Emociones, la Excitación, aunque parezca lo contrario, no se generan desde fuera: se generan desde dentro. Todo se construye, y se destruye, en el cerebro. Eso dicen los que saben de lo que hablan. ¡Vana la ilusión en atrapar lo que es intangible!

Un beso gigantesco, Amiga Elena Clásica, Elena Pascual, Φίλη Ἐλένη, Querida Elena,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

SEGUNDO COMENTARIO (Segunda parte: El Poema: Segunda parte)


Y ahora mi abrasado corazón,
en carne viva, grita
que las llagas de la piel
sólo son pétalos,
al lado del terrible dolor
que significa que no
supieras alumbrar ningún Dioniso.

Zeus, por lo menos, parió a Dioniso, aunque de una forma antinatural, gestado en el muslo. Por eso salió tan malhecho y deforme, porque no es el lugar apropiado para la gestación. (Y ¿qué podríamos pensar de quienes se quedan, ahora, preñadas, porque ésa es la palabra, sin concurrencia de varón, en un laboratorio? Parece que las yeguas, a las que alude Virgilio, en sus Geórgicas (Libro III, 274), preñadas por el viento [uento grauidae], eran más dóciles a Las Leyes de la Naturaleza.

Es que un corazón desgarrado no puede superarse a sí mismo; para que la cicatriz del Desamor cure tiene que pasar tiempo. Tampoco tendría sentido parir a otro Dioniso: Dioniso es único, por deforme, y por natural, al mismo tiempo. Es la otra cara de Apolo.

Así pues,
sauce llorón, estúpido semiólogo,
saltador de conventos en hogueras
de inocentes condenados,
Torquemada envidioso de almas puras,
espera tu castigo en el Infierno,
recuerda la pena
impuesta a encadenado
Prometeo:
hay fuegos que no se deben robar,
algún águila vendrá cada noche
a recordártelo.

Con una diferencia, por sutil que sea: Torquemada era un inquisidor, un maldito, un ser atolondrado, un esperpento de la Naturaleza, un esclavo auténtico, un servidor de Dios, en el peor de los sentidos, un ser deleznable, un despojo de la Vida, un acólito de sus propias creencias, un sometido, en definitiva.

Prometeo era todo lo contrario: se rebeló contra la Divinidad, porque amaba a los hombres; les robó el fuego a los dioses, porque no era justo que los hombres carecieran de él, era un agente bueno y positivo. No es que fuese un salvador, porque no lo fue, sino que era la voluntad de salvar al Género Humano.

Como siempre suele ocurrir, sobretodo en las Religiones Monoteístas, los dioses castigaron las buenas acciones, y Prometeo fue castigado, aunque sea la excepción en una Religión Politeísta. Incluso los animales, el águila, que era, y porque era, el ave de la Divinidad Zeus, en este caso, simpatizó con la maldita Divinidad, devorándole el hígado, pero, al final, se impuso la Solidaridad humana, heroica, y casi divina: fue Hércules, o Heracles, el que lo salvó del suplicio, de las cadenas injustas.

Es que lo humano, cuando es auténtico, como el Amor mismo, se sobrepone siempre a todo, también a todas: no hay quien pueda con el principio cósmico de Solidaridad entre los de la misma especie. Así es el Amor entre los humanos.

Te había prometido recurrir a la Oda de Schiller, la Oda a la Alegría, de la Novena Sinfonía de Beethoven, y he cumplido mi propósito, porque finalizo anotando que este poema tuyo es un Canto a la Solidaridad entre los humanos, entre Prometeo y los demás, lo mismo que la mencionada Oda es un canto a la Alegría, y la Alegría, por esencia, es siempre solidaria, porque no se comprende sin ser compartida.

Un poema enorme, de altos vuelos, y profundo éste tuyo.

Un beso gigantesco, Amiga Elena Clásica, Elena Pascual, Φίλη Ἐλένη, Querida Elena,

Antonio

elena clásica dijo...

Querida Clitemnestra:

Amiga de mi alma, cuánto dolor se desprende de tus palabras... pues ¿sabes qué? Me he llevado una inmensa alegría de volver a encontrarte por aquí, bueno, indudablemente necesitas un poquito de comprensión y una buena charla, déjame que enjugue esas lágrimas que rodean unos ojos tan arrasados por los sollozos de siglos, ¡ay, cuánto han llorado!, ¡cuánto se enrojecieron cuando contemplabas a tu hija camino del sacrificio de la mano de su propio padre, tu esposo, el cruel Agamenón! Cuánto volvieron a llorar, todavía resecos por el dolor, cuando decidiste el crimen de tu esposo y te aliaste con Egisto. No, no, tú no eres deleznable, querida Clitemenestra, no era un apetito desmesurado e infiel el que te lanzó hacia los brazos de Egisto, era el despecho y la necesidad de urdir una venganza, como sólo los años de reflexión y tu asociación con el amante podían conseguir.
Cómo volvieron, lágrima sobre lágrima, tus ojos a sufrir, cuando contemplaron la mano asesina e inmisericorde de tu hijo, Orestes, siempre a favor de su padre, ¿y la que le dio el ser y vio como su hija le era arrebatada? ¿qué? Sí, los dioses se apiadaron de ella antes del sacrificio, ¡pero no lo hizo Agamenón! ¡no! ¡Su padre la llevaba al sacrificio para conseguir unos vientos propicios!
¡ay!
Clitemnestra, señora por mérito propio, madre sufriente y esposa fiel hasta el momento en que tu corazón y tu mente se rebelaron, no, no eres tan mal vista por estos Lares...
Aquí, de la mano del Maestro Antonio, procuramos rescatar tu trémulo sufrimiento y reivindicar tus motivos, ¡recordar las injusticias que contra tu persona y tu hija se perpetraron! Cuenta con ello, señora, por mérito propio, no nos eres ajena, no te rechazamos, cuenta con todos nosotros, a modo de terapia, para lo que gustes, extraordinaria Clitemnestra...
Ah, y no le hagas caso a tu hermana Helena cuando se le suben tanto los humos, recuerda que se da tantos aires porque ella es hija de Zeus, pero también tiene su historia, ¡vaya que sí! Y también ha conocido el dolor...
Esperemos una mejor relación con los espectros en el mundo de las sombras. ¿Cómo va la conexión desde el mundo de los Infiernos? Yo creo que Proserpina ya se lo estaba pensando, es tan magnánima y encantadora...
Recibe mi abrazo, deja que seque tus lágrimas, aquí tienes un hombro en el que apoyarte... querida Clitemenestra.

elena clásica dijo...

Mi queridísimo Antonio:

Tu excelso comentario, sin duda ninguna, constituye lo mejor de mi poema. Tus palabras, el conocimiento que desgranas y que nos brindas, que aplicas al texto, son una enciclopedia del arte y del saber, sobre todo una maravilla para recrearse una y otra vez.
¿Qué puedo yo decir? Gracias, gracias, gracias, profundamente desde mi corazón por tu extraordinario comentario, tus reflexiones, tu compromiso con la literatura y con la vida.
Nicolás Guillén, pedía en uno de sus versos:
"haz que se vea junto al poeta el hombre",
he aquí la petición resuelta, el conocimiento, la maravilla de la inspiración, el amor por la poesía...
Gracias pues, Maestro gigante.
Un besazo y un abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena Clásica, Elena Pascual, Φίλη Ἑλένη, Querida Elena,

Te agradezco de inmediato, y de corazón, tus dos comentarios en mi blog. Más adelante recibirás las palabras adecuadas, que tienen que estar a la altura de tus comentarios, si soy capaz de ello. Ahora vaya con rapidez hacia tu persona en su integridad un piropo, que es una realidad:

Eres rigurosa, precisa, cabal, perfecta casi, exacta, auténtica.

Sucedió hoy a las 8.15 y tú sabes por qué lo digo.

Si quieres, échale un vistazo a los comentarios.

Un beso gigante,

Antonio

Ar Lor dijo...

Querido amigo Antonio: La historia de Clitemnestra en los Infiernos, tal y como la cuentas
y tu eres el experto; me ha conmovido y llevado... a la risa. Una mujer de vida tan trágica y
de gran belleza (aunque no pueda compararse a la de su hermana Helena) y ahora asusta a un
perro. Y encima pierde hasta la dignidad en el habla. Que se ha vuelto algo verdulerilla,
¿con quién se relaciona en los infiernos? El consuelo bellísimo, que su hermana
Helena le ofrece por medio de sus palabras, me da que es en vano y mucho tendrá que esforzarse
Helena para que su hermana no la siga repudiando. La veo algo "salidilla" o al menos así
me lo parece a mí, cuando explica sin que nadie se lo pida "me voy corriendo". Una explicación
algo "calenturienta", pero bueno, tratándose de los infiernos... Yo creo que nos ha metido una
"pipa", cuando dice "que aquí y a mi edad eso ya no ocurre", ¿trata acaso de ocultar la existenca
de un desenfreno sexual en los infiernos? Sería conveniente averiguarlo, amigo Antonio, pues
tarde o temprano, viviremos allí.
Dale banda ancha a Clitemnestra (si hay que pagar algo, lo podemos hacer a escote) y que nos cuente con el máximo lujo de detalles, lo que a mi entender, parece querer esconder.
Un abrazo, querido Antonio.

carmen dijo...

Pero qué cultura se respira por aquí. Yo calladita y a leer despacio; y a enterarme, que esa es otra...
Un abrazo para todos-as

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Ar Lor,

Yo también me he reído mucho con tu comentario a mi Clitemnestra, y tengo que decirte que has entendido perfectamente lo que quería decir: que no es lo mismo

Irse y correr

que

ir y correrse.

Vete tú a saber qué es lo que pasa realmente. Que cada uno entienda lo que quiera. No me preguntes qué es lo que pasa en Los Infiernos, porque yo no tengo ninguna gana ni prisa por pasearme por allí.

Me imagino yo que, como bien dice el refranero, en todas partes cuecen habas, y la que diga lo contrario, que tire la primera piedra. Y lo mismo podríamos decir de ellos todos. Lo que pasa a veces es que a muchos, y supongo que también a más de una, se les va la fuerza por la boca. Y luego viene aquello de

Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Preciosa es la poesía que nos presentas hoy de Pedro Salinas. Yo lo ves: tú regalándonos lo mejor de nuestra Literatura, y yo, haciendo lo que puedo y sé, que no es demasiado, para difundir los conocimientos sobre la Antigüedad Clásica.

Te envío un abrazo,

Antonio

Ar Lor dijo...

Querido amigo Antonio
Instruir deleitando es lo que haces y lo haces maravillosamente con estas apariciones de los infiernos, antes, en el caso de Safo (preciosísimo artículo, incluyendo también , la contribución de Helena Clásica) y ahora de Clitemnestra. (En el caso de Safo me has causado una duda que antes no tenía, sobre la orientación sexual de la poetisa . Creo que el poema Oda a Afrodita, se venía traduciendo, dirigido a un amor masculino y ahora se hace dirigido a una mujer (Aurora Luque)).
Siguiendo con parecido asunto; en el caso del nacimiento de Dioniso, leí un comentario tuyo que me causó otra duda: "Dioniso tras su gestación en el lugar menos apropiado" y me convertí en exégeta de tus palabras, diciéndome: ¿Qué significará? ¿Quizás, dónde la espalda pierde su honesto nombre? ¿O son imaginaciones, mías?
Te comento esto, porque en la última parte de tu comentario me ha parecido que desfallecías un poco:"y yo, haciendo lo que puedo y sé, que no es demasiado, para difundir los conocimientos sobre la Antigüedad Clásica".
Tus lectores, nos fijamos hasta dónde pones las comas.
Un cariñoso abrazo

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Ar Lor,

Vale la pena tener lectores como tú, que lo lees todo, y te enteras de todo. Efectivamente, las comas que pongo, que son muchas, son intencionadas todas, aún a sabiendas de que muchas contradicen la ortodoxia lingüística. Es un honor para mí que haya gente como tú, que me lee con tanto interés.

Contesto a varias cuestiones:

Himno a Afrodita de Safo: No está dirigido a ninguna mujer ni a ningún hombre. Es un canto a la diosa del Amor, que es Afrodita/Venus. También el Romano Lucrecio, en su obra De rerum natura [Sobre la realidad], al inicio de la misma, inscribe un grandioso himno a la diosa Venus, la representante Romana del Amor universal que lo impregna todo.

No es que yo desfallezca, es que hay ciertas fórmulas de cortesía, para evitar caer en la vanagloria y en el narcisismo. Una cosa cierta es que todos tenemos mucho que aprender de todos.

Gestación de Dioniso: Sémele era una más de las amantes de Zeus. Hera, la esposa de Zeus, estaba celosa, y le tendió una trampa a Sémele: la convenció para que le exigiera a Zeus, como demostración de su amor hacia ella, que se presentase ante ella con todos sus atributos divinos, es decir, el rayo y el trueno. Entonces Zeus visitó a Sémele con al rayo, por lo que Sémele, que ya estaba embarazada de Zeus, murió fulminada. Zeus salvó al feto y se lo cosió en el muslo. Así pasaron los nueve meses de gestación. Por eso Dioniso nació tan deforme y tan malhecho, porque no había sido gestado en el lugar natural, en el útero de una mujer.

Si quieres ampliar tus conocimientos sobre Dioniso, Sémele, y todo eso, puedes hacerlo pinchando aquí.

Ya ves que la Mitología Clásica da para todo. Zeus sería en este caso el primer útero de alquiler.

Espero haber satisfecho todas tus inquietudes, amigo Ar Lor.

Te envío un cordial saludo,

Antonio

Fernando dijo...

Amigo Antonio: me introduzco en pensamientos tan hondos y en comentarios tan cultos sólo para recordar lo que contaste a Euterpe sobre tu gato Argos, oyendo la cantata de Bach BWV111. Yo recuerdo un soneto que escribí como recuerdo del gato de un amigo mío. Este amigo vivía y murió solo, añorando a su predilecto:

La vida de Marramiau.


Marramiau se despierta, sacude la pereza,
elonga con extremo sus patas, lametazos,
bostezos y, saltando veloz de entre mis brazos,
se dirige a la cocina alzando la cabeza.

Alabea el lomo y en puntillas, se endereza,
olisquea platos, tazas, pucheros y cazos,
maúlla, malla, miaña y con sus arañazos
descubre la anhelada pitanza con presteza.

La mira, la olfatea, degusta la comida,
lame y relame la leche en el tazón servida,
ronroneando para finalizar la fiesta,

se traslada despacio y sin pausas a la sombra,
se tumba cuan largo es sobre la espesa alfombra
y da por comenzada su bien ganada siesta.

A lo mejor te recuerda a Argos. Sigo con devoción todo lo que publicas y los comentarios que recibes.Un cordial saludo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Fernando,

Exquisito, por transparente y sencillo, es el bosquejo que nos haces de Don Antonio Machado en ese poema que nos regalas en tu blog. Cuando uno lee tu poesía, le entran ganas de sacar de la biblioteca cualquier volumen de Machado y regocijarse con sus poemas, una vez más.

Cuando he dicho que tu forma de escribir es transparente y la he calificado de sencilla, me refiero a que es tan natural como la vida misma, sin búsquedas innecesarias de lo rocambolesco y lo difícil. La poesía auténtica, como la tuya, es la que es capaz de llegar a todos, sin necesidad de intérpretes: es el puro goce estético que se basta con así mismo. Eso es una gran cualidad.

Hago ahora referencia al comentario que has hecho en mi blog. Me enternece la palabra devoción, que utilizas para describir la lectura que haces de mis textos. Yo no pretendo tanto: soy un simple mortal, como muchos otros; eso sí, con muy buenas intenciones, y con muchas ganas de dar a los demás lo que de bueno pueda haber en mí; y son los otros los que tienen que valorarlo, no yo.

Entrañable esa poesía que le dedicaste al gato de tu amigo. Es enternecedora y me ha recordado a Argos, como si su alma hubiese vuelto a nosotros. También he recordado a mi madre, que en paz descansa, a la que nunca olvidé. Ni olvidaré.

A mí hay una cosa que me gusta de los gatos, a diferencia de los perros: los gatos te miran a la cara, de frente, como seres libres; los perros, por el contrario, siempre miran al suelo, como si fuesen esclavos, sumisos siempre.

Yo, en mi próxima vida, quiero ser gato, o, si puede ser, tigre, porque un tigre es un gato gigante.

Te envío un abrazo,

Antonio

PS.: En honor al rigor, no se trata de la Cantata 111 (BWV111), sino de la Cantata 11 (BWV11)

Fernando dijo...

Sí, tienes razón, es la cantata de Bach 11 (BWV 11). Muchas gracias por tu bondadoso comentario sobre mi soneto. Pienso lo mismo que tú sobre los gatos y muy parecido a lo que piensa Fernando Sánchez Dragó en su blog, donde puedes encontrar sus meditaciones. Respecto a Antonio Machado y otros autores tan importantes, me acompleja escribir sobre ellos, pues unos cuantos versos es imposible que reflejen la profundidad de su pensamiento. Como en realidad he decidido que sea mi adolescencia quien dicta esos poemas en mi serie sobre la posguerra, me quedo más tranquilo pensando que el lector asume mis limitaciones. Otra vez gracias por tu comentario y un abrazo ab imo pectore.

Euterpe dijo...

Euterpe dijo...

Aquí estoy escuchando el Bach de tu blog: es maravilloso poder oír sus cantatas, se agradece que las tengas en cuenta. Ya incluiré algún fragmentito en mi espacio... Pero como sabes en mi blog sólo hay un fragmento que va cambiando porque el Deezer no me va a hacer la lista de reproducción que yo quiera, y yo pido cosas muy específicas, para algo soy musa del Parnaso.
Siempre visitaré este blog, porque el otro me atonta el ordenador demasiado. Éste es un poco más lento que el mío, pero no tan sumamente pavo como el otro tuyo...
Te dejo imbuida por el espíritu alegre del genio de Eisenach en su Cantata de Caza... ¿Era ésta la de caza?

Euterpe dijo...

Euterpe dijo...

Querida Clitemnestra:

Si quieres que te diga la verdad, te pasaste con lo de Agamenón: diez años lejos de la patria, batallando por ahí para que a su regreso encuentre a la asesina en casa... Yo creo que lo de la pequeña Ifigenia te dejó traumatizada, pero eso fue mandato de los dioses y presión de Menelao... Además tu marido envió la carta para evitar la tragedia; si fue interceptada, ¿qué iba a hacerle? A él le dolió igual... Y, en cualquier caso, al final se salvó, ¿no? ¿O estoy equivocada? Entiendo que nunca lo amaste, que te obligaron a desposarlo Cástor y Pólux tras la muerte de Tántalo y tus hijos, otro revés más... Sí, admitamos que has tenido mala suerte en la vida.


En fin, Clite (perdona la confianza, pero es que yo no te tengo miedo): comprendo que Egisto te gustara más porque fuese más joven y atlético, pero las cosas no se hacen de forma tan bárbara. Tenías que habérselo dicho a Agamenón, haberte divorciado... No llegar a esos extremos. Mira cómo lo estás pagando ahora en los Infiernos. Y Orestes estaba en todo su derecho: ¿por qué iba a quedar él sin padre? Claro que lo de matar a tu hija ya no me gusta: ella no tiene culpa de que su madre sea una asesina.

No sabía que hubiese Internet en los Infiernos también. Hades y Perséfone están muy modernos.

Perdona, te voy a hacer una pregunta personal: si quieres, no la contestes: ¿no tuviste nunca celos de tus hermanos los Dióscuros? ¿Favorecía tu madre más a ellos que a Helena y a ti? Y ya que estamos, otra confidencia: ¿Ifigenia era en realidad hija tuya o de Helena? A juzgar por lo que sufriste en Áulide, supongo que eres tú su verdadera madre...

Un saludo.

Euterpe.


ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena Clásica, Elena Pascual, Φίλη Ἑλένη, Querida Elena,

Quedo gratamente satisfecho, y mucho, por tus dos comentarios, dejados en mi espacio, hace ya algunos días, a propósito de Clitemnestra y el comentario que yo hice de tu reciente poema Escala Fahrenheit de leucocitos. Cuando hablas de mí, lo haces siempre en términos elogiosos, cosa que yo agradezco, desde la consciencia y la certeza de que es el cariño y la amistad lo que te empuja a expresarte así. Hay algo de hipérbole cuando dices:

Tu excelso comentario, sin duda ninguna, constituye lo mejor de mi poema.

No, querida Elena, no es así: lo mejor de tu poema es el poema mismo, porque es la riqueza del poema la que permite hacer comentarios que valgan la pena. Sólo se puede encontrar riqueza allí donde la hay, y la riqueza y la inspiración corresponde a tu poema. Yo me he limitado a mirar, con buenos ojos, eso sí, lo que tú has escrito.

Yo he bebido agua fresca de la Fuente Castalia, ésa que está en Delfos, bajo la sombra de los soberbios y frondosos árboles que la protegen, a pocos metros del Oráculo, y ese agua me ha sentado muy bien. Pues igual con tu poema: éste es el agua fresca y nutricia que mana de tu inspiración y yo lo único que he hecho yo ha sido saborearla todo lo que he podido y sabido.

Cuando te diriges a Clitemnestra, una mujer trágica y horrorizada por lo que sufrió y lo que tuvo que sufrir, todo ello porque el Destino lo había decidido así, y no ella, lo haces de forma que uno percibe inmediatamente tu grandeza de mujer y la riqueza de tus conocimientos que, éstos sí, son gigantescos.

La Humanidad que emana de tu comentario a Clitemnestra es un síntoma de tu grandeza y tu sensibilidad con el Género Humano en general: demuestras tener una empatía y solidaridad con el sufrimiento de los demás que hacen de ti una Heroína de la Mitología, porque Musa del Parnaso hace ya tiempo que sé que lo eres.

Te encaja muy bien el pseudónimo de Clásica, porque lo eres en todos los sentidos, por tu forma de ser y por tus amplios conocimientos sobre ese tema. Te mueves en el Mundo Clásico como en tu propia casa. No se te escapa ni un detalle.

Espero, en mi próxima Reencarnación, convertirme en alumno tuyo, para poder disfrutar in uiuo y en directo de tu Maestría, sentado en un pupitre de Escuela, sin ningún papel para escribir nada, sino simplemente escuchando tus atinadas y emocionantes explicaciones, cuando pones al alcance de tus alumnos y alumnas cualquiera de los Grandes que nos han hecho donación de su Genio en forma de libros.

Así me tienes: deseando ser alumno tuyo.

Te envío, junto con mi admiración entera, un abrazo cariñoso, y un beso, un ósculo ligero, como ésos que le daba Júpiter a su hija Venus en la Eneida de Virgilio.

Antonio

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Cuántos reproches! Ni siquiera en los infiernos pueden dejarte en paz, Clitemnestra. ¿Se espera siempre de las mujeres que tengan paciencia, conformidad y aceptación ciega de lo que hacen los varones, sean padres, hermanos, maridos o hijos? ¿Por qué, o para qué nos aman entonces? Nos pretenden meros instrumentos en la transmisión de la vida y luego hasta nuestro propio fruto nos arrancan. ¿Parimos hijos para que sus padres los puedan asesinar? ¿Los parimos para que nos asesinen a nosotras? Ni siquiera los animales se comportan así. Y cuando nos han descarnado a dentelladas, desgarrado la piel y el corazón, aún esperan de nosotras mansedumbre y, si acaso nos revolvemos para tomar justa venganza - o es que la vengaza les está reservada a ellos y prohibida a nosotras - aún nos llaman criminales y asesinas y nos vituperan con toda clase de infamias sin preguntarse siquiera si teníamos o no una razón. Matan los hombres en la guerra y son ensalzados como héroes. Matan a sus hijas en un altar para propiciar a los dioses y son proclamados como los varones más piadosos, asesinan a sus madres y son justos vengadores. De todas las hipocresías de los hombres, la peor es la que se perpetra a través de las palabras, capaces de ensalzar a la mano que mata y denigrar a la que se revuelve después de sufrir muchos tormentos. ¡Qué ejemplo de virtud en tu familia: padre e hijo asesinando a hija y madre! Ha sido en tu cabeza donde se han saldado viejas cuentas con todas las mujeres. Sirve tu caso de terrorífico ejemplo: ¡Callad, mujeres! No sintáis. No habléis. No protestéis. No améis sino a quien se os ordene. No oséis tomaros ninguna clase de justicia, la justicia no está hecha para que la reclaméis vosotras ni mucho menos para que la ejerzáis. No levantéis los ojos del suelo. No os atreváis a mirarnos a la cara ni a reivindicar respeto, ni consideración. Si yo digo que tu hija debe morir ¿quién eres tú para oponerte o para reprocharme?
Vivir en ese infierno es más insoportable y doloroso que ser sombra en el reino de Hades. No te lamentes de tu soledad, Clitenmestra: es el precio que has de pagar por haberte atrevido a hacer lo que te había sido prohibido. La tuya es una soledad respetable y digna. Más digna y respetable que la compañía que gozan muchas virtuosas.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Isabel Romana, Isabel Barceló,

Tengo que decirte que me ha encantado y me ha sorprendido muy gratamente tu comentario a mi Clitemnestra, por las observaciones tan agudas y tan atinadas que haces al respecto del tratamiento de la mujer por los profesionales de la Cultura en la Antigüedad que, como sabemos y muy a pesar nuestro, generalmente, con dignas excepciones, eran los hombres, quedando las mujeres marginadas también en este sentido, situación que todos lamentamos, pero de la que muchas veces no somos conscientes.

Como bien sabes, llevo muchos años estudiando Filología Clásica, como alumno en mis tiempos, y como Profesor en la actualidad. Tengo que confesarte que jamás oí, ni leí, un comentario que pusiese en primera línea esa marginación sutil a la que ha estado sometida la mujer en la Tragedia Griega, porque éste es el caso que tratamos.

Si uno observa de cerca, como lo has hecho tú, es muy cierto que los pensamientos y la lógica en la que se mueven los personajes está influenciada, más de lo que uno se imagina, por esa marginación de la mujer.

Me encanta reconocer que, leyendo tu agudo comentario, que comparto en su totalidad sin reserva alguna, he aprendido mucho, pero que mucho, sobre los personajes masculinos y femeninos de la Tragedia Griega.

No me avergüenzo de que yo mismo haya sido incapaz de desprenderme de mi coraza de hombre, porque eso nos pasa a todos, pero lo que sí me sorprende es que ningún profesor, y, sobre todo, ninguna profesora mía de las que tuve en mis Estudios de Filología Griega, que fueron muchas, haya tenido la intuición de poner el ojo en ese detalle que tú tan brillantemente has dilucidado.

Tampoco quiero echarles la culpa a ellas o a ellos, porque seguramente los tiempos no daban para más.

Se me ha vuelto hoy más válida que nunca la máxima de que nunca es tarde para aprender, y, te lo repito, querida Isabel: hoy me has dado una gran, grandiosa lección de Filología Griega. Hoy te has superado a ti misma.

Muchas gracias por enriquecer mis conocimientos, y los de quienes se dignen pasearse por aquí. Tu comentario ha sido una oleada de aire fresco y limpio en este espacio que procuro mantener aireado y limpio en la medida de mis posibilidades.

¡Que los dioses y las diosas de la Mitología Clásica te asignen un lugar de privilegio entre los mortales, o, con más precisión, entre las mortales!

Un beso de verdad.

Antonio