ANTONIO MARTÍN ORTIZ: PONER LOS CUERNOS NO SIGNIFICA DEJARLOS PUESTOS, SINO HABERLOS ENSEÑADO, Y ES UNA SEÑAL DE FUERZA Y PODERÍO MASCULINO Y, COMO CONSECUENCIA, DE INFIDELIDAD DEL MACHO HACIA LA HEMBRA
ANTONIO MARTÍN ORTIZ
EN ESTA POSICIÓN ME HE PASADO LA MAYOR PARTE DE MI VIDA.
AQUÍ Y ASÍ ME TENÉIS.

Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.
OMNE TVLIT PVNCTVM QVI MISCVIT VTILE DVLCI.
(Q. Horatius Flaccus, Epistula ad Pisones, 343)
Ganó todo mérito el que mezcló lo útil con lo agradable.

VERANO DE 1964 EN SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia

<strong>VERANO DE 1964 EN <em>SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia</em></strong>
Mi padre [R.I.P.], un amigo (Josep Ma. Riba i Armenter [R.I.P.]), mi hermana Simona, yo mismo, mi hermana Rosario,
mi hermano Pepe, mi madre [R.I.P.], otro amigo (Josep Amiell):
PATRI MATRIQVE MEIS IN MEMORIAM: Descansen en Paz los dos juntos
.
"Cuando uno ha perdido a su padre y a su madre, se ha quedado sin referencia al pasado".
(Frase mía, que yo, como bien nacido, les dedico a quienes me dieron la Vida y me abrieron el Camino para ser Feliz)
A mí, lo mismo que a Ovidio (Tristia, I, III, 4):
Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.
Todavía ahora se me resbala una lágrima de los ojos, los míos.

Recojo y comparto la frase, más optimista, de mi amigo Carlos Hernández, Chacien: ”Lo que en verdad mata es el olvido”.
No es mi caso, porque yo, estas cosas, no las olvido.

EQUITACIÓN AL SON DE POLCAS VIENESAS

Si quieres disfrutar de la maravilla de ver a los caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena danzando al son de las polcas de los Strauss,
PINCHA EN UNO DE LOS ENLACES SIGUIENTES:

1) Spanish Riding School Vienna
2) Spanische Hofreitschule
3) Beliebte Annen-Polka
4) Best Equestrian Art School of Europe 251107.
Ejercicios de doma de caballos

sábado, 24 de marzo de 2012

PONER LOS CUERNOS NO SIGNIFICA
DEJARLOS PUESTOS,
SINO HABERLOS ENSEÑADO,
Y ES UNA SEÑAL
DE FUERZA Y PODERÍO MASCULINO
Y, COMO CONSECUENCIA,
DE INFIDELIDAD DEL MACHO HACIA LA HEMBRA

- Altura: 15 cms.
- Miniatura de casco Vikingo del siglo X
- Acabado en oro y plata
Cortesía de mi amiga, la Profesora de Griego
National Archaeological Museum, Athens.
Die erzürnte Venus verwandelt die Frevler in Stiere ("Gehörnte - Cerastae").
(Johann Ulrich Krauss, Edition 1690) Ovid, Met. X, 237

Mi amigo Don Carlos, en su Blog Talla en madera, el arte de esculpir relieves y figuras, al presentarnos una preciosa talla de una familia de ciervos, talla realizada por su padre, Don Serapio, escribe lo siguiente:
La relación entre machos y hembras en esta especie, como puede apreciarse, tiene unas características tan precisas y los roles de cada sexo están tan bien definidos y diferenciados que no es raro que a la vista de sus costumbres y peculiaridades hayan surgido ciertos tópicos populares que asuman, por ejemplo, la estupenda cornamenta del macho como símbolo o arquetipo de la masculinidad ostentosamente exhibida pero menospreciada por el género femenino en forma de desapego e infidelidad. Tan extendido está el tópico en nuestra cultura occidental que serían muchos los ejemplos a traer en relación a las artes y, más concretamente, a la literatura.

Le contesto yo, en un comentario, que la cornamenta, entre los Romanos, no era símbolo de infidelidad, sino de poderío y de fuerza masculina. Me pide él entonces que aporte algún ejemplo, extraído de la Literatura Latina, que pueda confirmar esta opinión mía. Más abajo tienen Vds. las referencias de un buen diccionario, y también dos ejemplos de Publio Ovidio Nasón, uno de Los Amores, y otro del Ars Amandi, en los que queda bien patente que lo que yo apuntaba está bien documentado.

Daraufhin verlangt Iuno von Iupiter die Kuh (Io) als Geschenk.
Schweren Herzens erfüllt Jupiter Junos Wunsch.
Iuno asks Iupiter to give her the cow (Io)
(Io: Melissa Burns) Ovid, Met. I, 614-615

Queda entonces la cuestión de saber por qué en nuestra Lengua la expresión de llevar los cuernos, llevarlos puestos, o ser un cornudo, tiene el significado que tiene. Anotemos, en primer lugar, que, generalmente, se habla de cornudos, pero no de cornudas, aunque bien se puede decir que tanto hombres como mujeres pueden llevar los cuernos puestos.

Son cosas del Lenguaje, cuya evolución, muchas veces, no se deja analizar a primera vista, pero sí, si aplicamos las técnicas lingüísticas correspondientes. Veamos cómo creo yo que evolucionó la expresión, en su forma diacrónica.
Juno löst die Wolken auf. Gerade noch kann Jupiter seine Geliebte Io in eine Kuh verwandeln.
Iupiter metamorphoses Io in a cow.
(Detailfoto: Frank Horvat, 1999) Ovid, Met. I, 611

1. Llevar los cuernos es un símbolo de potencia sexual y de poderío.

2. El macho hace ante la hembra exhibición de los cuernos para seducirla, y, consecuentemente, fecundarla.

3. Una vez fecundada, como ocurre con los ciervos, según nos explica Don Carlos Hernández, la hembra rehúye el contacto con el macho, porque la supervivencia de la especie ya está garantizada.

4. Aquí, supone el vulgo, el macho se dedica a cortejar a otras hembras, y a hacer exhibición de su masculinidad y su fuerza y poderío.

5. Es entonces cuando los humanos interpretan esa conducta natural e instintiva como una agresión a la fidelidad y la monogamia, que forman ya parte de la Civilización y la Cultura del hombre y la mujer.

6. Se concluye con ello que los cuernos son propios sólo del macho, y no de la hembra.

7. Cuando ya no se reconoce la relación existente entre los cuernos y la infidelidad o promiscuidad, éstos se atribuyen también a la hembra, sin que ello esté justificado desde el punto de vista de la Historia del Pensamiento y de la Lengua.

8. La prueba de ello está en que, en la mayoría de especies, los que tienen desarrollados los cuernos son los machos, y no las hembras, como bien puede comprobarse en la minuciosa y concienzuda descripción que nos hace Don Carlos de la familia de ciervos en el estudio citado al principio.
Der Flussgott Inachus ist betrübt,
weil seine Tochter Io in eine Kuh verwandelt wurde.
Inachos is sad, because Io is transformed to a cow.
(Peter Paul Rubens) Ovid, Met. I, 657

Dejo a continuación los textos referenciados, para que cada uno pueda sacar las conclusiones que quiera o considere más oportunas.

Referencias de Diccionario

cornu-us (plural cornua): cuerno
cornū , ūs (so Caes. B. C. 3, 68 Dint.; Luc. 7, 217; Plin. 28, 11, 46, § 163 et saep.; Curt. 4, 12, 11 al.; ū in the connection cornu bubuli and cornu cervini; also Cael. Aur. Tard. 3, 5, 76; Veg. Art. Vet. 1, 20, 1 al.; cf. esp. Neue, Formenl. 1, p. 355), n. (access. form cornum , i, n., Varr. R. R. 3, 9, 14; Ter. Eun. 4, 7, 5 Fleck.; Lucr. 2, 388; Ov. M. 2, 874; Scrib. Comp. 141; Gell. 14, 6, 2 al.;
I. gen. plur. cornorum, Scrib. Comp. 60. —An access. form cornus , ūs, has been assumed on account of the rel. masc. in the passage: “nares similes cornibus iis, qui, etc.,” Cic. N. D. 2, 59, 149, if the reading is correct.—The dat. sing. apparently never used; “for in the connection: laevo cornu Cotys rex praeerat ... dextro cornu praepositus C. Licinius Crassus,” Liv. 42, 58, 6 and 7, the supposition of the abl. is more in acc. with the usage of Livy; cf.: “Antipatrum in laevo praeposuit,” id. 37, 41, 1 et saep.) [kindred with κέρας, and Germ. and Engl. horn; cf. also carina, cervus], a horn.
I. Lit., a hard and generally crooked growth upon the head of many mammiferous animals (very freq. in all periods and species of composition), Plin. 11, 37, 45, § 123 sq.; Cic. N. D. 2, 47, 121; “of a bullock,” Lucr. 5, 1033; 5, 1324; Cat. 64, 111; Ov. M. 9, 186; Hor. C. 3, 27, 72; id. S. 1, 5, 58 et saep.; “also of the constellation Taurus,” Ov. M. 2, 80; “of the ram,” id. ib. 5, 328; and the constellation Aries, Cic. poët. N. D. 2, 43, 111; “of the he-goat,” Verg. E. 9, 25; “of kids,” id. G. 2, 526 al.—Of the antlers of a stag, Ov. M. 3, 194; 10, 111; Verg. A. 10, 725 al.: Cornu Copiae (less correctly, but freq. in late Lat., as one word, Cornūcōpĭae , and twice Cornūcōpĭa , ae, f., Amm. 22, 9, 1; 25, 2, 3), acc. to the fable, the horn of the goat Amalthea placed in heaven, Greek Κέρας Ἀμαλθείας (v. Amalthea), the emblem of fruitfulness and abundance, Plaut. Ps. 2, 3, 5; Gell. 14, 6, 2; cf. Hor. C. 1, 17, 16; id. C. S. 60; id. Ep. 1, 12, 29; Ov. M. 9, 88.—
B. Meton., of things similar to horn in substance or form, or made of horn.
1. That which is similar to horn in substance.
a. A hoof, Cato, R. R. 72; Verg. G. 3, 88; Sil. 13, 327.—
b. Of the bills of birds, Ov. M. 14, 502.—
c. The horny skin covering the eye, Plin. 11, 37, 55, § 148.—
d. A horny excrescence on the head, a wart, Hor. S. 1, 5, 58.— Far more freq.,
2. That which is similar to a horn in form, a projecting extremity, the point or end of any object.
a. The tooth or tusk of an elephant, ivory, Varr. L. L. 7, § 39 Müll.; Plin. 8, 3, 4, § 7; 18, 1, 1, § 2: “cornu Indicum,” Mart. 1, 73, 4.—
b. The horns of the moon, Cic. Fragm. ap. Non. p. 122, 2; Verg. G. 1, 433; Ov. M. 1, 11; 2, 117 et saep.—
c. The branches of a river, Ov. M. 9, 774.—Hence, the river-gods were represented with horns, Verg. G. 4, 371; Mart. 10, 7 et saep.; cf.: corniger, tauriformis, etc., and v. Lidd. and Scott under κέρας, V.—
d. The arm of the shore forming a harbor, a tongue of land, Caes. ap. Cic. Att. 9, 14, 1; Ov. M. 5, 410; Plin. 4, 21, 35, § 113.—
e. The extremity or end of the sailyards, Verg. A. 3, 549; 5, 832; Ov. M. 11, 476; Hor. Epod. 16, 59; Sil. 14. 389.—
f. The cone of a helmet in which the crest was placed: “cornua cristae,” Verg. A. 12, 89: “alterum cornu galeae,” Liv. 27, 33, 2.—
g. The end of the stick around which books were rolled, usually ornamented with ivory, Tib. 3, 1, 13; Ov. Tr. 1, 1, 8; Mart. 11, 107. —
h. The side of a bow in the form of a horn, Ov. M. 1, 455; 5, 56; 2, 603.—
i. The horn-shaped side of the cithara (perh. the sounding-board), Cic. N. D. 2, 59, 149 fin.—
k. The top or summit of a mountain: “cornua Parnasi,” Stat. Th. 5, 532; Curt. 3, 4, 4. —
1. The point, end, extremity, wing of a place, Liv. 25, 3, 17; Tac. A. 1, 75; Plin. 34, 6, 12, § 26 al.—
m. The wing of an army (very freq.), Caes. B. G. 1, 52 (three times); 2, 23; 2, 25; 7, 62 (twice); Liv. 9, 40, 3 sq(seven times).—*
(b). Transf.: “cornua disputationis tuae commovere,” i. e. to drive back, Cic. Div. 2, 10, 26 (v. the passage in connection).—
n. The feeler or claw of an insect, Plin. 9, 30, 50, § 95; 9, 31, 51, § 99 al. —
o. The stiff hair of the Germans: “quis stupuit Germani lumina, flavam Caesariem et madido torquentem cornua cirro?” Juv. 13, 165.—
3. Of objects made of horn.
a. A bow, Verg. E. 10, 59; Ov. M. 5, 383; Sil. 2, 109 al.—
b. A bugle-horn, a horn, trumpet (cornua, quod ea, quae nunc sunt ex aere, tunc fiebant bubulo e cornu, Varr. L. L. 5, § 117 Müll.), Lucil. ap. Non. p. 265, 5; Lucr. 2, 620; Verg. A. 7, 615; Ov. M. 1, 98; 3, 533; Hor. C. 1, 18, 14; 2, 1, 17; Juv. 2, 90; 6, 315.—Connected with tubae, Cic. Sull. 5, 17; Tac. A. 1, 68; 2, 81, cf. Dict. of Antiq., s. v. cornu.—In a sarcastic double sense with a.: dum tendit citharam noster, dum cornua Parthus, Poët. ap. Suet. Ner. 39 (v. the passage in connection).—
c. The sides of the lyre, originally consisting of two horns, giving resonance to the strings, Cic. N. D. 2, 57, 144; 2, 59, 149.—
d. A lantern, Plaut. Am. 1, 1, 185; cf. Lucr 2, 388; and Plin. 11, 16, 16, § 49.—
e. An oil cruet, Hor S. 2, 2, 61.—
f. A funnel, Verg. G. 3, 509; Col. 6, 2, 7 al.—

II. Trop., as an emblem of power, courage, strength, might (the figure taken from bullocks. Also in Heb. a very freq. metaph.; cf. Gesen. Lex. s. v. , p. 906, 6; poet.): “ne in re secundā nunc mi obvortat cornua,” Plaut. Ps. 4, 3, 5: “venerunt capiti cornua sera meo,” Ov. Am. 3, 11,: “tunc pauper cornua sumit,” gains strength, courage, id. A. A. 1, 239; cf.“. tu (sc. amphora) addis cornua pauperi, etc.,” Hor. C. 3, 21, 18.—Hence Bacchus, as a giver of courage, is represented with horns, Tib. 2, 1, 3; Hor. C. 2, 19, 30; v. Bacchus, I.; cf. of a river-god, I. B. 2. c. supra.

A Latin Dictionary. Founded on Andrew's Edition of Freund's Latin Dictionary. Revised, enlarged, and in great part rewritten by. Charlton T. Lewis, Ph.D. and. Charles Short, LL.D. Oxford. Clarendon Press. 1879.

Merkur setzt sich zum Wächter Argus und zur verwandelten Io.
Argus ist von Merkurs Flötenspiel begeistert.
Mercury sits down by the guardian Argus and Io, transformed into a cow
(Peter Paul Rubens, 1636-1638) Ovid, Met. I, 678


Textos de Ovidio: en Francés y Latín

[3,11] ÉLÉGIE XI
C'est avoir assez et trop longtemps souffert : ta perfidie a vaincu ma patience ; sors, honteux Amour, de mon coeur fatigué! C'en est fait, je m'affranchis ; j'ai rompu mes chaînes, j'ai souffert sans rougir, je rougis maintenant d'avoir souffert ; enfin, je triomphe, et je foule à mes pieds l'Amour subjugué! Trop tard, hélas! j'ai connu l'outrage fait à mon front. De la persévérance et de l'énergie; ces maux auront un jour leur récompense. Souvent un fruit amer offre son suc secourable au voyageur épuisé.

[3,11] XI
Multa diuque tuli; uitiis patientia uicta est;
cede fatigato pectore, turpis amor!
Scilicet adserui iam me fugique catenas,
et quae non puduit ferre, tulisse pudet.
Vicimus et domitum pedibus calcamus amorem;
uenerunt capiti cornua sera meo.
[Vinieron tarde los cuernos (las fuerzas) a mi frente].
Perfer et obdura! Dolor hic tibi proderit olim;
saepe tulit lassis sucus amarus opem.
Die Syrinxflöte erhält ihren Namen.
The Syrinx pipe is given its name
(Arnold Böcklin, 1875) Ovid, Met. I, 711-712


Itinera Electronica:
Amores, III, XI, 1-8

Fuente:
OVIDE, OEUVRES COMPLÈTES, AVEC LA TRADUCTION EN FRANÇAIS, PUBLIÉES SOUS LA DIRECTION DE M. NISARD, PARIS, J.-J. DUBOCHET , 1838

[1,229]
La table et les festins offrent aussi près des belles un facile accès, et le plaisir de boire n'est pas le seul qu'on y trouve. Là, souvent l'Amour, aux joues empourprées, presse dans ses faibles bras l'amphore [= los cuernos] de Bacchus. Dès que ses ailes sont imbibées de vin, Cupidon, appesanti, reste immobile à sa place. Mais bientôt il secoue ses ailes humides, et malheur à celui dont le coeur est atteint de cette brûlante rosée! Le vin dispose le coeur à la tendresse et le rend propre à s'enflammer; les soucis disparaissent, dissipés par d'abondantes libations. Alors viennent les ris; alors le pauvre reprend courage et se croit riche.
Jupiter versöhnt sich mit Juno. Diese will Io zurückverwandeln.
Jupiter is reconciles with Juno and wants to retransform Io
(Giovanni Benedetto Castiglione, 1610-1665) Ovid, Met. I, 733-737


Epaphus, Ios Sohn, wird zum ägyptischen Gott Apis.
Epaphus, son of Io, becomes the Egyptian deity Apis
(Apis am Tempel in Memphis, Foto: Hans-Jürgen Günther, 14.01.2010) Ovid, Met. I, 748-750

[1,229]
Dant etiam positis aditum conuiuia mensis:
est aliquid praeter uina, quod inde petas.
Saepe illic positi teneris adducta lacertis
purpureus Bacchi cornua pressit Amor:
Vinaque cum bibulas sparsere Cupidinis alas,
permanet et capto stat grauis ille loco.
Ille quidem pennas uelociter excutit udas:
Sed tamen et spargi pectus amore nocet.
Vina parant animos faciuntque caloribus aptos:
Cura fugit multo diluiturque mero.
Tunc ueniunt risus, tum pauper cornua sumit.
[Entonces vienen las risas, entonces el pobre recibe los cuernos (= recibe fuerzas y se cree rico)].

Ovidio, Ars Amandi, I, 229-240

Itinera Electronica

Traducciones en Castellano
Merkur soll eine Rinderherde an den Strand treiben.
Jupiter mischt sich in Gestalt eines weißen Stieres unter die Herde.
Mercury has to drive a cattle to the shore.
Jupiter mixed himself with the cattle in the shape of a white bull.
(Rinderherde, cattle) Ovid, Met. II, 852

He sufrido mucho y por largo tiempo; tu perfidia acabó con mi paciencia: Amor bochornoso, huye de mi pecho quebrantado. Al cabo ya soy libre, ya rompí las cadenas, y me avergüenza haber soportado tanto desprecio sin rubor. Vencimos y pisoteamos al tirano que nos esclavizaba, tarde sentí él ultraje de mi altiva frente. Sufre y endurece tu condición: acaso el dolor te sea algún día de provecho; un jugo amargo fortalece en mil ocasiones, al viajero cansado.

OVIDIO, LOS AMORES, III, XI, 1-8
Traducción de Germán Salinas
(Líricos y elegíacos latinos, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía, 1913-1914)

Las mesas de los festines brindan suma facilidad para introducirse en el ánimo de las bellas, y proporcionan además de los vinos otras delicias. Allí, con frecuencia, el Amor de purpúreas mejillas sujeta con sus tiernos brazos la altiva cabeza de Baco; cuando el vino llega a empapar las alas de Cupido, éste queda inmóvil y como encadenado en su puesto; mas en seguida el dios sacude las húmedas alas, y entonces, ¡desgraciado del corazón que baña en su rocío! El vino predispone los ánimos a inflamarse enardecidos, ahuyenta la tristeza y la disipa con frecuentes libaciones. Entonces reina la alegría; el pobre, entonces, se cree poderoso, y entonces el dolor y los tristes cuidados desaparecen de su rugosa frente.

Ovidio: El Arte de Amar, I, 229-240
Traducción de Germán Salinas

Mucho llevo aguantado y ya desde hace tiempo; tus faltas han acabado con mi paciencia; aléjate de mi cansado corazón, torpe Amor. Sí, ya me he liberado y escapado de las cadenas, y lo que me avergoncé de soportar en su momento, me avergüenza ahora haberlo soportado. He vencido y pisoteado el Amor domeñado. Tarde han venido los cuernos a mi cabeza [= He recuperado la dignidad y el orgullo]. Persiste y sé tenaz: este dolor será útil un día: muchas veces un jarabe amargo trae remedio a los enfermos.

Ovidio: Amores, III, XI, 1-8

Traducción de
Vicente Cristóbal López
P. Ovidio Nasón, Biblioteca Clásica Gredos, Editorial GREDOS, Madrid 1989

Dan también una posibilidad los banquetes con las meses puestas. Ahí puedes buscar otra cosa, además del vino. En ellos, más de una vez, el purpúreo Amor estrechó seductoramente, con sus cariñosos abrazos, los cuernos de Baco, que estaba puesto a la mesa. Y cuando los vinos han salpicado las alas absorbentes de Cupido, él se queda quieto y permanece amodorrado en aquel lugar. Y, aunque sacude sus plumas humedecidas con rapidez, sin embargo, incluso las salpicaduras del Amor hieren el corazón. El vino prepara el espíritu y lo hace receptivo para el acaloramiento: la angustia desaparece y se disuelve en el alcohol abundante. Entonces vienen las risas, y el apocado cobra atrevimiento [= recibe los cuernos]; la pena, preocupaciones y arrugas de la frente desaparecen.

Ovidio, Arte de Amar, I, 229-240

Traducción, con algunos cambios, de
Vicente Cristóbal López
P. Ovidio Nasón, Biblioteca Clásica Gredos, Editorial GREDOS, Madrid 1989
Actaeon erliegt den Bissen seiner Hunde.
(Actaeon: J. P.Mène). Ovid. Met. III, 251-252
Oil on canvas, 172.1 x 190 cm. Musée des Beaux-Arts, Lille, France

15 comentarios:

profedegriego dijo...

Mi querido amigo Antonio, ¡quán magistral lección nos has ofrecido, de la mano de los clásicos, sobre la interpretación de la castiza expresión "poner los cuernos"! Y admirando la hermosa imagen tallada por Don Serapio, me vino a la memoria otro episodio "de cervis et cornibus",¡cómo no!, ambientada en mi bienamada Roma, que, como verás, nunca deja de sorprender. Conocí la historia en el delicioso librito "Historias de Roma" de Enric González, y digo librito sólo por las 123 páginas que ocupa, aunque por lo ameno, divertido y bien narrado merece, sin duda alguna, el título de LIBRO, con mayúsculas; se trata de un recorrido personal del autor por una ciudad de la que fue morador en sus tiempos de corresponsal. Hay en la Ciudad Eterna una iglesia, una sola iglesia, de las muchísimas que abundan en la ciudad, en la que ningún romano osa casarse y esa es la Iglesia de San Eustachio.Y te preguntarás, amigo mío, intrigado, por la razón de la negativa de los romanos a contraer matrimonio en ella; me explicaré. Cuenta la historia( o la leyenda, ya sabes, "se non è vero,...) de este santo que en tiempos fue un general romano, llamado Plácido, que servía al emperador Trajano; en una ocasión, durante una cacería, vio que, de entre una manada de ciervos,se destacaba uno enorme entre cuyas astas brillaba una cruz luminosa y oyó una voz que le decía: "Plácido ¿por qué me persigues?. Tú vas a sufrir mucho por causa de Cristo". Llevado por esta revelación divina, se convirtió al cristianismo, sufrió martirio por su fe en el año 118 durante las persecuciones del emperador Adriano y fue santificado con el nombre de San Eustaquio; dicho esto, todo queda claro. En el tejado de esta iglesia que tiene dedicada en Roma se alza una cruz sobre una cabeza de ciervo dotada de una impresionante cornamenta, razón por la cual ningún romano se atreve a salir por la puerta ya "coronado" el mismísimo día de su boda.
Por si deseas ver la "corona" en cuestión y comprender el lógico "acongojamiento/acojonamiento" que el valiente en cuestión experimentará, de atreverse a hacerlo, te dejo el siguiente enlace:http://minernm.blogspot.com.es/2011/02/historias-de-roma.html
Espero haber sabido poner una pizca de humor "a la romana"; es un placer leerte, querido Antonio, y releerte.
Mil bicos galegos.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga mía, Profesora de Griego,

¡Qué bonita y qué preciosa es esa historia que nos explicas sobre la Iglesia de San Eustachio! Y ¡qué majestuosos los cuernos que luce el ciervo, con esa Cruz, incrustada [redundancia] en ellos! Y es que hasta los cuernos se pueden llevar con dignidad y elegancia. Creo que a ese general Romano llamado Plácido le ha pasado un poco como al Acteón de Las Metamorfosis de Ovidio que, por un acto poco ético y bastante vergonzante, recibió el correspondiente castigo, convirtiéndose en ciervo, y siendo devorado por sus propios perros.

Hay que preguntarse qué cosa mala había hecho el ciervo en cuestión por tener unas protuberancias en la cabeza superiores a las de otros machos. Y es que la competencia masculina no parece tener límites. La historia, o fábula, refuerza mi teoría de que los cuernos están para lucirlos y no para avergonzarse de ellos.

Habrás podido comprobar que he instalado esa imagen al principio de mi exposición, porque me parece de una grandeza y generosidad admirables.

Se nota, amiga mía, a la legua que conoces la Ciudad Eterna como nadie, porque tú nos explicas siempre cosas nuevas de ella.

Te envío mi admiración y un gran abrazo. Y ahora me voy a ver qué pasa con las Idus de Marzo de tu Blog, que se me había escapado en su momento.

Antonio

elena clásica dijo...

Mi querido Antonio:

Qué preciosos poemas de Ovidio y qué interesante reflexión lingüística. La presentación de la entrada deja bien clara la etimología de la expresión, que después ha dado lugar al cambio semántico, cuya evolución o involución desconocemos a ciencia cierta, si bien existen varias teorías al respecto.

Nuestros amigos, los serenos y hermosos ciervos nos muestran bien claro el contenido de la expresión, no hay más que echar un vistazo a la diferencia entre machos y hembras, la presencia o ausencia de cornamenta zanja sin más la cuestión, y por tanto el significado de la cabeza coronada como muestra de fuerza y poderío masculino está fuera de toda duda.
Otros animales, como los machos cabríos muestran precisamente su dominio cuando se enfrentan unos contra otros chocando su cornamenta venciendo el que gracias a una cornamenta más potente demuestre su superioridad, su dominio. Los cuernos son sin duda un atributo de virilidad, muestra de que el animal bien dotado de cornamenta, es un soberbio ejemplar masculino.

Este motivo me trae a la cabeza, cómo no, la terrible historia de Pasifae, que enamorada de un toro, y escondida dentro de una vaca de manera, fabricada por Dédalo, tiene un encuentro amoroso con él, a resultas del cual, viene al mundo el famoso Minotauro. Parece que Poseidón quiso vengarse de Minos, el esposo de Pasifae, rey de Creta, por salvar a un toro salido del mar, cuando había prometido sacrificarlo. Si es que no tiene gracia ofender a un dios, ni olvidar una promesa, la venganza que recibió Minos fue terrible, sin duda ¡le pusieron los cuernos!, vamos, que su virilidad quedó de alguna manera en entredicho frente a la presencia del toro. Más tarde Minos tendrá que encargar a Hércules la captura del toro, este será uno de sus doce trabajos. Otra muestra de la virilidad de Hércules, el más fuerte, el único capaz de superar tan terribles pruebas.

Muy interesante también la aportación que lleva a cabo Nicolas Truong sobre la sexualidad en la Edad Media, relacionando una tradición medieval con los orígenes nórdicos del culto a Odín donde el jefe guerrero era visto por sus hombres casi como un ser superior, ello le daba derecho a tener relaciones con la mujer que deseara, aun si ella estaba casada.
La muestra de que el jefe guerrero estaba gozando de las dulzuras del amor, era la exhibición de unos cuernos en la puerta de la casa elegida. El marido, bien podía afirmar, que "le habían puesto los cuernos". Su prolongación en la Edad Media, quizás se viera reflejada ya únicamente en el lenguaje.

En todo caso, el testimonio poético de Ovidio se constituye en un análisis lingüístico de primer orden, y yo me quedo con la belleza de los versos de Amores III:

"aléjate de mi cansado corazón, torpe Amor. Sí, ya me he liberado y escapado de las cadenas..." llámese como se llame, esta liberación resuena en nuestro corazón a través del tiempo.

Un apunte: genial la anécdota que relata la profe de grieto, no, no parece el mejor templo para contraer matrimonio, vamos, creo yo también.

Una entrada deliciosa, mi querido amigo. Un gran abrazo, de tu admiradora Ἑλένη.

Chacien dijo...

Querido amigo,

Aunque discrepe en algunos puntos de las afirmaciones que hace en su análisis o "estudio" diacrónico, renuncio a cualquier polémica porque usted mismo es consciente (como así ha tenido la virtud de reconocerlo, públicamente, en alguna ocasión) de sus insuficiencias en lo referente a los hábitos y características de la fauna en general, lo cual le disculpa de algunas interpretaciones hechas, en mi opinión, un poco a la ligera. No obstante, esto no resta un ápice a su aportación filológica que, como no podía ser de otro modo, considero de primera magnitud. Ahí están los textos aportados, sus diversas traducciones y las acepciones de palabras debidamente documentadas. Un trabajo de lo más enriquecedor.

Dicho trabajo, por fortuna para sus lectores, se ha visto complementado con las estupendas aportaciones de Profedegriego y Elena Clásica. Mención aparte me merece, como muy oportuna, la inclusión que hace Elena del mito de Pasifae, que, he de confesarlo, lo tenemos ahí, tan a mano, y, la verdad, creo que a mí no se me habría ocurrido.

Especialmente hilarante, además de sorprendente, me ha parecido la historia (pues con visos de rigor histórico nos la ha presentado), de los guerreros nórdicos adeptos al culto de Odín. No puede uno menos que dar rienda suelta a lo que tiene de humorístico el hecho de que se exhibieran unos cuernos a la puerta de la casa de un guerrero mientras el jefe se estaba beneficiando a la parienta, si pensamos en como la iconografía nos ha presentado tradicionalmente a este tipo de guerreros, particularmente los Vikingos, con su casco provisto de ostentosa y dura cornamenta. ¡Así que iban por el mundo todo orgullosos y haciendo gala de ello! Pues eso sí que es venerar y considerar a su jefe como un ser superior... ¡Menudo honor!, hay que comprenderlo... Aunque no hace mucho oí decir a un entendido que eso de las protuberancias córneas en el casco era un tópico muy extendido, pero falso, que en realidad este tipo de complemento no era ni usual ni característico de estos pueblos, que era una especie de mito propagado durante la Edad Media sin mayor fundamento. Con todo, teniendo en cuenta la información que aporta Elena clásica, cuando vuelva a ver una película de vikingos, creo que ya nunca va a poder ser lo mismo: su proverbial imagen de ferocidad por fuerza ha de verse cómicamente afectada.

Un abrazo, y gracias por todo, amigo Antonio.

PACO HIDALGO dijo...

Don Antonio, si hablamos de cuernos y del juego lingüistico del significado, tanto en el mundo clásico y esa fuerza masculina, como en el actual, de significación más morbosa, yo le dejo un refrán que se decía en mi pueblo: "La vida es un saco de caracoles, y hay más cuernos que en un saco de caracoles".
Para ilustrar el comentario, le dejo este divertida canción sobre el tema. Que tenga una feliz semana.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Paco,

Muchas gracias por su comentario y por el refrán de los cuernos y los caracoles. En cuanto a la canción de la que me habla, le digo que no la veo por ninguna parte.

Un abrazo, y Buen Fin de Semana, Huelga incluida.

Antonio

PACO HIDALGO dijo...

Don Antonio: lleva mucha razón en que no ve el enlace, porque se me olvidó ponerlo, aquí lo lleva. Por supuesto de huelga, es de lo poco que nos queda de la lucha de clases...
Buen fin de semana.

http://www.youtube.com/watch?v=6lXj4XM1pMs

candida garcia dijo...

gracias por darnos tanta cultura

profedegriego dijo...

Mi querido amigo Antonio, en primerísimo lugar debo "gratias agere" por el magnífico homenaje que me haces a mí y a mi historia romana con la fotografía del encabezamiento de tu entrada, entrada excelente que se ha ido enriqueciendo, si cabe, con los estupendos comentarios de tus lectores. Quiero desde aquí agradecer las amabilísimas referencias que han hecho Elena Clásica y Carlos Hernández sobre la historia de S. Eustaquio; mil gracias a ambos.
Me ha encantado la aportación "vikinga" de Elena Clásica, que hace poco yo oí contar, de modo bien ameno y divertido en un programa de radio, a la profesora de Historia Antigua(UNED Madrid), Ana Vázquez Hoys; en su explicación ella señalaba que el jefe vikingo que se hallaba en el interior de una casa gozando de los favores de una mujer casada lo indicaba claramente dejando su propio casco en la puerta, como advertencia del hecho para el marido y, supongo yo, para evitar situaciones incómodas. De ahí que el marido burlado soportase los cuernos ajenos y fuese, por tanto, un cornudo.
Espero en la próxima semana deleitarme con la contemplación de la insigne cornamenta de S. Eustaquio mientras disfruto de un magnífico "cappuccino" en la misma plaza de la iglesia, frente a la sede del Senado de la República italiana, en el "Sant'Eustachio Il Caffè"; se trata de uno de los mejores lugares de Roma para degustar el auténtico café italiano desde 1938 y en su local el pavimento original de esa fecha reproduce como motivo el enorme ciervo con la cruz enmarcada entre sus poderosos cuernos. ¡Un deleite para la vista y para el paladar!
Mil bicos, amigo Antonio.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga mía del alma, Elena Pascual, Elena Clásica,

¿Qué puedo añadir yo a tu sabroso comentario que, efectivamente, más que un comentario, es una exposición de los diferentes aspectos relacionados con la cornamenta masculina. Como ambos pertenecemos, por formación, al terreno de la Filología, veo con agrado que estamos de acuerdo en que lo fundamental de todo lo que se dice aquí es el cambio semántico que se ha producido en el significado de la expresión. Y es que la Lengua, como bien nos enseñó nuestro maestro Saussure, tiene dos aspectos, el significante y el significado; y ambos pueden evolucionar según normas que tienen su justificación para todo el que sepa verla.

Muy apropiada la aportación del Mito de Pasífae y del Minotauro, lo mismo que el de Odín y los Vikingos, y no me extraña que cites al mismo Ovidio, porque tú los dominas a todos y no se te escapa un detalle. Eres, cuando te pones a escribir, como ese "Bosque Animado" que nos dejó el Académico Wenceslao Fernández Flórez, ese Gallego que, con seguridad, tú conoces mucho mejor que yo, libro en el que todo el bosque toma vida y animación. Pues lo mismo pasa con tus comentarios: es una delicia leerlos por la vida y el énfasis que impones en todos.

Como este comentario te va a llegar con algo de demora, más de la acostumbrada, y estamos ya en Semana Santa, y tú de vacaciones, espero y deseo que estos días de descanso los aproveches de la mejor forma, y que tu Espíritu retome fuerzas y ánimos para poder seguir exitosamente con las obligaciones que impone la Vida diaria.

Te envío, amiga mía del alma, un enorme abrazo, al tiempo que te hago presente, una vez más, mi admiración por tu persona y por ti misma.

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos,

Muchas gracias por su comentario, riguroso, serio, sin contemplaciones a la benevolencia ni a la adulación fácil. Ya hace tiempo que me he dado cuenta de que Vd. dice lo que piensa, y, generalmente, está en lo cierto, porque, o es un buen entendido en lo que dice, o se asesora adecuadamente. Me deja Vd. caer que hay algunas interpretaciones hechas, en mi opinión, un poco a la ligera. Sí y no. Mire Vd.: yo no siento Cátedra, ni pretendo ampliar el Conocimiento. Me limito sencillamente a contextualizar unos textos y arriesgar una visión, una interpretación, la mía, que no tiene por qué ser ni la única, ni mucho menos la verdadera. Mi trabajo en la Filología consiste en ver e interpretar lo que otros escribieron: responsabilidad de ellos es sentar Cátedra o no sentarla, aunque me parece a mí que los Clásicos Greco Latinos, en general, pretendieron decir mucho menos de lo que intentamos ver en ellos quienes los admiramos.

Coincido plenamente con Vd. en la lectura jocosa que ha hecho del texto, y también tengo que añadir que es más que seguro que Don Serapio, su padre, tendrá muchas cosas que enseñarnos, a mí por supuesto, y seguramente también a Vd. En efecto, Vd. cuenta con el apoyo de un asesor excepcional en temas de fauna, que ya quisiera tener yo. Ya me gustaría a mí oír de su boca la interpretación que hace él de la cornamenta que llevan en su anatomía algunos animales.

Totalmente de acuerdo con Vd. en que las aportaciones de la Profesora de Griego y de Elena Clásica son más que valiosas, lo mismo que lo es la suya, amigo Carlos, y, por encima de todo, lo que estoy seguro que le habrá transmitido a Vd. su padre, Don Serapio, que es, a todas luces, el que más entiende de estos temas.

No voy a rebatirle sus opiniones, amigo Carlos, porque no es mi intención, y, si lo fuera, no dispondría de argumentos válidos ante Vd., porque, todo hay que decirlo, del tema tratado, como ya he insinuado antes, sabe Vd. mucho más que yo.

Que disfrute Vd. lindamente de estos breves días de descanso, y reciba de mí un gran abrazo y la admiración más sincera.

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga mía, Profesora de Griego,

Muchas gracias por la entusiasmadas palabras de tu segundo comentario, que lo son al igual que las del primero. En este momento nos traes a colación esa bonita historia que oíste de la Profesora Ana Vázquez Hoys. En función de la hilaridad y el atractivo que tiene esa explicación, he colocado ahora, como podrás comprobar, un buen casco Vikingo en la cabecera del texto, cuya rica y sólida cornamenta nada tiene que envidiar a la que figura en la Iglesia de San Eustaquio. Espero y deseo que tus estancias por allí te sean gratas y nos traigas buenos recuerdos y buenas sensaciones, y que los Espíritus benefactores te acompañen por todas partes en la Ciudad Eterna, llena toda ella, como está, de magia.

También tengo que añadir que yo no soy experto en el tema de los Vikingos, ni por su historia ni por su atuendo. No obstante, quiero dejar constancia de que alguien me ha explicado que la costumbre esa de dejar el casco con la cornamenta correspondiente en la puerta de la mujer cuyos favores estaba obteniendo el Vikingo es un invento de la Edad Media, y no tiene nada que ver con la Realidad Histórica de los Guerreros Vikingos. Yo, ni afirmo, ni dejo de hacerlo, porque el tema no es de mi dominio, pero reconozco que la leyenda, tal como se viene explicando, tiene un gran encanto y atractivo.

Con mis mejores deseos, te envío un gran abrazo, amiga mía, y colega.

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Paco,

Muchas gracias por el vídeo ese en el que nos da la posibilidad de disfrutar de Los Cuernos, canción interpretada por Joaquín Sabina, cosa que he hecho ya. No obstante, tengo que manifestarle, para ser sincero, que no me ha gustado, porque el tema es como demasiado serio, trágico e importante, como para no ser tratado con esa forma tan poco conseguida como lo hace Joaquín Sabina. Yo hubiera esperado algo más grandioso, una melodía más sólida, algo así como un buen Réquiem, o algo por el estilo.

Le envío, amigo mío, un gran abrazo.

Antonio

García Francés dijo...

D. Antonio, maestro mío, vuelvo a agradecerle infinitamente que haya usted puesto en mi camino a Dª Elena. No es este el lugar ni el momento pero quiero participarle mi emoción por la acerada y brillante disección del bisturí de nuestra admirada filóloga. Le copio aquí mi preagradecimiento a Dª Elena, broder.


Dª Elena, ahora estoy sin aliento, sin palabras, estoy besando la lona mientras en mi cabeza escucho la cuenta esperando levantarme antes del límite.

Tendré que sumergirme otra vez en su palabras antes de ser capaz de reaccionar y pensar con coherencia. Ahora todo es deliciosamente confuso como el KO de un crochet seguido de una gancho al mentón. Ya no duele nada, al contrario, floto anestesiado entre brumas y con las rodillas como algodón.

Pero me levantaré y volveré a la pelea con usted para abrazarla in a clinch.

Graciazas, decía mi padre cuando gracias era insuficiente, amiga mía. Mil Graciazas.

García Francés dijo...

Mi agradecimiento a Dª Elena Pascual, (Clásica) y a D. Antonio por su generorosidad infinita.

Me resulta embarazoso hablar de mi libro aunque sea a través de las magníficas palabras de elogio de otro tan cualificado como Dª Elena Pascual.

La fotografía buscada con intención, la crudeza inmisericorde del lenguaje, el estudio psicológico de los personajes, la interpretación acertadísima del estilo narrativo, hasta la selección musical, el recorrido por la geografía literaria de la novela y el alegato final antibelicista hacen de este trabajo un derroche de creatividad en la crítica literaria.

Y constatan mi intención de que, como dije en la presentación del libro, esta novela sea cruenta como un puñetazo en la boca. Que les deje sin respiración. Sólo me queda agradecérselo infinitamente a Dª Elena.

Ya D. Antonio Martín Ortiz que hizo cruzarse nuestras locomotoras. Graciazas, amigo.