NACIMIENTO DE VENUS DE BOUQUEREAU
Aquí os dejo el Épodo VIII, en el que Horacio deja rienda suelta a su lengua mordaz y a sus impulsos juveniles. La obra es un buen ejemplo de lo que entendían los Romanos por Literatura: se dice lo que se piensa y se dice como se piensa. El eufemismo y el rodeo en el lenguaje es desconocido para Horacio: Ello puede comprobarse con la lectura de este Épodo.
El poema está escrito en estrofas de dos versos, compuestas de un trímetro yámbico y un dímetro yámbico
VENUS DE CNIDO
VENUS DE MILO
“¡Que, podrida por un largo siglo, me preguntes
qué enerva mis fuerzas,
cuando tienes los dientes negros y la vieja ancianidad
surca tu frente de arrugas,
y entre dos secas nalgas boquea vergonzante
el culo como el de una vaca dispéptica!
Pero me excita tu pecho y tus tetas podridas
como las ubres de una yegua,
y tu vientre blando y tus muslos flacos
pegados a hinchadas pantorrillas.
Sé feliz, que bustos triunfales
abran tu cortejo fúnebre
Y no haya esposa que pasee cargada
de perlas más pulidas.
¿Qué importa qué librillos estoicos gusten
de estar tirados en tres cojines de seda?
¿Acaso los nervios de los incultos empalman menos
o languidece menos el nabo?
Para hacerlo salir desde los altaneros huevos,
tendrás que trabajar con la boca”.
(Traducción de Bartolomé Segura, en “Antología de Poesía Erótica Latina”, EDICIONES EL CARRO DE LA NIVE, SEVILLA, 1989)
AFRODITA DE MELOS
QVINTUS HORATIVS FLACCVS (Museum of Fine Arts de Boston)
Rogare longo putidam te saeculo,
uiris quid eneruet meas,
cum sit tibi dens ater et rugis uetus
frontem senectus exaret
hietque turpis inter aridas natis
podex uelut crudae bouis.
sed incitat me pectus et mammae putres
equina quales ubera
uenterque mollis et femur tumentibus
exile suris additum.
esto beata, funus atque imagines
ducant triumphales tuum
nec sit marita, quae rotundioribus
onusta bacis ambulet.
quid, quod libelli Stoici inter Sericos
iacere puluillos amant,
inlitterati num minus nerui rigent
minusue languet fascinum?
quod ut superbo prouoces ab inguine,
ore adlaborandum est tibi.
Texto:
Horatii opera omnia
Ed. F. Klingner, Leipzig 1959
Pues bien, ha tenido la elegancia y la delicadeza de dejar aquí, en mi espacio, un comentario sobre ese Épodo VIII de Horacio que merece todos los encomios y halagos por mi parte. Le ha dado vida a esa Clodia, o Claudia, o Lesbia, que, hay que decirlo también, era una mujer muy culta y muy entendida en la Filosofía Griega, y nos ha demostrado que una mujer entrada en años también tiene derecho a tener una sensibilidad y unos impulsos vitales que, por lo menos yo, atribuía sólo a las más jóvenes. Ella ha rejuvenecido a esa mujer tan maltratada por los poetas romanos, principalmente Catulo y Horacio. Sobre la sospecha de que envenenó a su segundo marido, también podríamos preguntarnos qué clase de marido era ése. Yo no lo sé y tampoco creo que haya que tomarse la Justicia por su mano, pero en esa Roma que tan mal trataba a las mujeres, ¿qué recurso podría encontrar una mujer ante una “violencia doméstica” (que no lo sé si existió), esa tipología que tan actual es?.
Bueno, nuestra Elena escribe con la delicadeza de las Musas y con la fuerza y contundencia de Horacio o Catulo. Y, cuando ella escribe, percibimos, por lo menos yo, la inspiración, la fuerza de la palabra equilibrada, y la clarividencia de las ideas. Vamos, que escribe divinamente. Yo me imagino a esos y esas adolescentes que debe tener en sus clases, escuchándola boquiabiertos, y sin tomar ni siquiera apuntes, porque la tal actividad podría distraerlos de la fruición de sus palabras.
Para no ser excesivamente prolijo, sitúo aquí en primera página, por mérito propio de ella, el comentario que me ha dejado al Épodo de Horacio. MUCHÍSIMAS GRACIAS, QUERIDA ELENA.
"Mi queridísimo Antonio:
y es que este blog es como siempre la vida con el pulso auténtico de los clásicos, es que Horacio grita porque éste es su lugar en el mundo, porque un espíritu tan grande tiene que perdurar a pesar del paso del tiempo, que no es tan insalvable, pues el tiempo quizás, como cualquier otro parámetro tomado desde las dimensiones humanas, es relativo.
Aquí fluye la vida, los sentimientos y ante todo las pasiones de los que amaron y desearon. Pues, esta Clodia maravillosa, que bebió la vida a grandes tragos, y rompió el corazón a nuestro querido Catulo, provocó muchas palabras incisivas, también por parte de Horacio.
Me encanta ese concepto tan asumido por los romanos para su literatura, que nos comentas: no hay lugar para la hipocresía, se dice lo que se piensa, tal y como se piensa. Cuánto tenemos que seguir aprendiendo de la sabiduría de nuestros predecesores, de su autenticidad y belleza, la más elevada y la profundamente mordaz. Lo que me arrebata de este poema es la embestida contundente con la que empieza a arremeter contra esta mujer enérgica y cómo con el mismo enfático pulso contrapone, sin transición suave, la conjunción adversativa "pero": a pesar de tan terrible retrato, ella, la terrible protagonista, Clodia perdurable, le causa estremecimientos libidinosos, así:
"sed incitat me pectus et mammae putres
equina quales ubera".
Bravo por Horacio que tales palabras utiliza, alejándose de absurdos eufemismos, grande su pluma y su valentía, bárbara también nuestra Clodia, pues así supo enfrentar la vida (si bien lo lamento por el hipotético envenenamiento del segundo esposo), y que, ante todo, no se arredró ante las críticas consabidas o las costumbres políticamente correctas.
Ante todo, me estremece el arrojo de Horacio que se reconoce excitado ante la presencia poderosa de esta mujer, que sigue provocando ardorosos comentarios ¡y sigue invicta!
Qué maravilla sois tú y tu conocimiento, Antonio.
Este Épodo como los 16 restantes, pertenecen al mundo agitado de los verdes años del poeta. Publicados en un tono agresivo, violento o sarcástico, sin apenas arte, incluso a vaces deformados por el énfasis y la retótica.
ResponderEliminarAunque fuerte, es una realidad. Siempre nos presentan la cara agrdable del escritor y como ser humano tiene sus debilidades,¿poque callarlas?.
Un abrzo Proserpina
Es fascinante encontrar ese lenguaje carente de prejuicios, directo y sarcástico. Es lo que más me gusta de los clásicos latinos: su modernidad. Una elección estupenda, querido amigo. Besos.
ResponderEliminarHoracio en sus escritos más mordaces y descarados me dibuja una sonrisa y caigo rendida de admiración ante versos tan reales y en este caso carentes del pesimismo que a menudo carecteriza a Horacio cuando se refiere a la muerte.
ResponderEliminarQuerido Antonio, ha sido como siempre, un placer saborerar los versos que pones a nuestro alcance. Un trabajo excelente.
..."se dice lo que se piensa y se dice como se piensa". Qué sabiduría la de los romanos, si les imitáramos un poquito, acabaríamos con la hipocresía.
ResponderEliminarBuena y elevada entrada, además de bien ilustrada. Me encanta el Nacimiento de Venus
Buenos días don Antonio
Muchísimas gracias Antonio, después de leer tu comentario en el blog de mi padre, ya no necesito comer, has alimentado mi ...iba a decir ego, pero no, has alimentado mis ganas de seguir.
ResponderEliminarEres muy generoso, yo no te he enseñado nada, todo lo contrario, eres tú quién siempre me aporta algo nuevo.
De todas formas sabes que siempre estoy a tu disposición. Antes me quedé con las ganas de comentarte sobre alguna de las imágenes que has puesto, al hacerlas grandes quedan algo pixeladas, con photoshop puedes aumentar su resolución para evitarlo
Gracias de nuevo
El poeta debió aborrecer mucho a quien le refiere sus versos. Hay una mezcla muy rara de repugnancia desprecio y humillación con una pizca de excitación. Da la impresión de que estuviera obligado por alguna razón a esa persona. Me imagino que es un sentimiento común para quienes retribuyen beneficios casi siempre económicos o sociales y que no están acordes con el amor y el deseo sincero en su relación.
ResponderEliminarGran saludo Antonio.
Amiga Proserpina,
ResponderEliminarDiscrepo en el sentido de que este poema de Horacio carece de arte. Eso es lo que, antes que tú, han opinado muchos otros, pero no es así. Es la representación de la vida real, tal como era en la Roma de Horacio. Incluyo aquí la aclaración que he hecho en el texto de la entrada, después de la traducción al Castellano, y que dice:
“Pedro Manuel Suárez Martínez dice en “ESTUDIOS CLÁSICOS” (Órgano De la Sociedad Española de Estudios Clásicos) (XXXVI, 105, Madrid, 1994) que el poema está dirigido a una mujer real, una vieja libidinosa, con impulsos impropios de su edad, que podría ser perfectamente la Lesbia de Catulo, es decir, la Clodia real, mujer de mundo y mucho mayor que Catulo, y que fue su amante, entre otros varios. Si queréis leer el estudio completo, podéis hacerlo pinchando aquí”.
http://www.uniovi.es/pmsuarez/Horacio%20y%20las%20viejas.pdf
Muchas gracias por tu excelente comentario, que comparto en su totalidad, menos en lo ya indicado.
Un beso,
Antonio
Mi queridísimo Antonio:
ResponderEliminary es que este blog es como siempre la vida con el pulso auténtico de los clásicos, es que Horacio grita porque éste es su lugar en le mundo, porque un espíritu tan grande tiene que perdurar a pesar del paso del tiempo, que no es tan insalvable, pues el tiempo quizás, como cualquier otro parámetro tomado desde las dimensiones humanas, es relativo.
Aquí fluye la vida, los sentimientos y ante todo las pasiones de los que amaron y desearon. Pues, esta Clodia maravillosa, que bebió la vida a grandes tragos, y rompió el corazón a nuestro querido Catulo, provocó muchas palabras incisivas, también por parte de Horacio.
Me encanta ese concepto tan asumido por los romanos para su literatura, que nos comentas: no hay lugar para la hipocresía, se dice lo que se piensa, tal y como se piensa. Cuánto tenemos que seguir aprendiendo de la sabiduría de nuestros predecesores, de su autenticidad y belleza, la más elevada y la profundamente mordaz.
Lo que me arrebata de este poema es la embestida contundente con la que empieza a arremeter contra esta mujer enérgica y como con el mismo enfático pulso contrapone, sin transición suave, la conjunción
adversativa "pero": a pesar de tan terrible retrato, ella, la terrible protagonista, Clodia perdurable, le causa estremecimientos libidinosos, así:
"sed incitat me pectus et mammae putres
equina quales ubera".
Bravo por Horacio que tales palabras utiliza, alejándose de absurdos eufemismos, grande su pluma y su valentía, bárbara también nuestra Clodia pues así supo enfrentar la vida (si bien lo lamento por el hipotético envenamiento del segundo esposo), y que, ante todo, no se arredró ante las críticas consabidas o las costumbres políticamente correctas.
Ante todo, me estremece el arrojo de Horacio que se reconoce excitado ante la presencia poderosa de esta mujer, que sigue provocando ardorosos comentarios ¡y sigue invicta!
Qué maravilla sois tú y tu conocimiento, Antonio.
Tu admiradoraἙλένη,
Antonio gracias por haber añadido información a mi comentario.Saludos Proserpina
ResponderEliminarTe pido que visites mi blog
Amiga Isabel Romana,
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo en esa capacidad que tiene los Clásicos Greco-Romanos, ese mundo que tú conoces como nadie, para ejercer la libertad de pensamiento y la libertad de palabra.
Un beso,
Antonio
Amiga Carmensabes,
ResponderEliminarTienes mucha razón en todo lo que dices, y debo reconocer que tu opinión sobre Horacio ha aumentado mis conocimientos sobre él, porque, la verdad, yo no había caído en ese detalle sobre el pensamiento de Horacio ante la muerte. ¡Y eso a estas alturas! Es que nunca es tarde para aprender. Muchas gracias, querida amiga,
Antonio
Amiga Begoña,
ResponderEliminarQue sepas que me han encantado tus dos comentarios en el Épodo VIII de Horacio. Veo que le tienes mucho cariño al blog de tu padre y eso dice mucho a favor de ti. Precisamente el respeto y el amor a los mayores era uno de los valores más importantes de nuestros antepasados Greco-Romanos.
Me ha hecho reír esa frase referida a la alimentación de tu “ego”. Pienso yo que, cuando se merecen, las cosas buenas hay que decirlas. Al igual que dices tú, yo estoy y estaré siempre a tu disposición para lo que haga falta. Te lo repito: he aprendido mucho de ti en el tratamiento de las imágenes y en otros aspectos de la configuración del blog que ya habrás visto.
Es todo un placer poderte incluirte dentro de mis amistades.
Tienes dos blogs que son una delicia.
Un beso,
Antonio
¡Gracias!
ResponderEliminarUn beso
Amigo Dilman,
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con el comentario tuyo sobre la destinataria del Épodo de Horacio. Tiene que ser alguien real de carne y hueso. Seguramente que iba dirigido a Lesbia/Clodia/Claudia. Si uno lee los primeros poemas que Catulo le dedicó, llenos de amor y cariño, y los últimos, tras la ruptura, llenos de odio, repugnancia y desprecio, uno llega a la conclusión de que efectivamente hemos encontrado a la destinataria del Épodo horaciano.
Te envío un cordial saludo desde España,
Antonio