Para un romano las mujeres debían ser meramente matronas sometidas al pater familias, por lo que se consideraba adecuado que observaran austeridad y modestia en el atuendo. Para que no llamaran la atención, les estaba prohibido marcar las curvas del cuerpo y era preceptivo el uso del velo.
En el año 215 aC., tras ser derrotado el ejército romano por Aníbal en la batalla de Cannas, en plena Segunda Guerra Púnica, se dio una vuelta de tuerca más: los políticos, movidos por la necesidad de recuperarse económicamente para continuar haciendo frente a tan poderoso enemigo, como era Aníbal y el ejército Cartaginés, votaron una ley que limitaba las manifestaciones externas de riqueza en las mujeres. No se permitía llevar más de media onza de oro en joyas, los vestidos no debían tener colores llamativos para no emplear tintes caros. Esta ley, conocida como la Lex Oppia, debe su nombre al tribuno de la plebe Gaius Oppius, que fue el que tomó la iniciativa de presentarla.
En el año 215 aC., tras ser derrotado el ejército romano por Aníbal en la batalla de Cannas, en plena Segunda Guerra Púnica, se dio una vuelta de tuerca más: los políticos, movidos por la necesidad de recuperarse económicamente para continuar haciendo frente a tan poderoso enemigo, como era Aníbal y el ejército Cartaginés, votaron una ley que limitaba las manifestaciones externas de riqueza en las mujeres. No se permitía llevar más de media onza de oro en joyas, los vestidos no debían tener colores llamativos para no emplear tintes caros. Esta ley, conocida como la Lex Oppia, debe su nombre al tribuno de la plebe Gaius Oppius, que fue el que tomó la iniciativa de presentarla.