(Chaos: David Madore 2002)
No hay mal que por bien no venga. Fue un día de Navidad, un veinticuatro de Diciembre. Las nueve de la mañana. El tipo no se despertaba ni a tiros. Tenía los ojos abiertos y respiraba, pero sin conciencia. Había pasado mala noche, pero a eso de las seis de la mañana entró en un profundo sueño, sueño que podría ser definitivo, pero que no lo fue. La noche anterior ya estaba un poco, bastante, diferente. Su mujer le había preguntado si se encontraba bien. Él dijo que sí, que se encontraba bien; pero no era cierto: era el principio de lo que hubiera podido ser el final, aunque no lo fue. Seguimos con el veinticuatro por la mañana, un Lunes.
Ambulancias, médicos y demás parafernalia. Urgencias de hospital. Casi veinticuatro horas en Urgencias, con la máscara correspondiente, de oxígeno, y otros aparatos para controlar las diferentes constantes. El tipo ya se iba dando cuenta de que había pasado por el interior de un túnel, porque ya percibía la luz de la salida, aunque estaba casi seguro de que era una luz ya deficiente para el resto de su vida. Se sentía profundamente diferente, diferente a los demás…, como derrotado: le fallaban ya los pulmones…, y la imagen de la mochila de oxígeno lo perseguía ya por todas partes.
Fueron pasando los días, y cada día se encontraba mejor, recuperando fuerzas y esperanza. Incluso vislumbraba la posibilidad de volver a ser el de antes, el de siempre, eso sí, con algunos cambios radicales en su vida…. Había pasado una semana hospitalizado, dura semana de un aburrimiento gigantesco, comiendo lo que le daban en el hospital, una comida insípida, aunque no estaba mal del todo. Comía porque había que comer, pero el comer ya no era un placer: todo al contrario, era una especie de tortura.
Finalmente le quitaron el oxígeno y le dieron el alta médica. Cada día que pasa es un encontrarse mejor, una nueva valoración de la vida, nueva conciencia de los idiotas e imbéciles que somos a veces por no hacer caso a los médicos. Ahora está ya casi recuperado del todo, incluso mejor que antes. Sólo un par de cambios en su vida: lleva una vida más saludable sin tener las dependencias que antes tenía. Es consciente de que la muerte ha estado muy cerca, pero, gracias a Dios, pasó de largo. Lo dijo el médico que le dio el alta: tiene Vd. que saber que esto ya no puede volver a repetirse.
Que así sea.