Cuando le llegaron a sus oídos noticias de que los Reyes de Corinto no eran sus padres, se dirigió al Oráculo de Delfos a consultar. En el camino tuvo un encuentro desafortunado con una caravana con todo un séquito. Hubo una pelea. Cayó muerto un desconocido que resultó ser Layo.
Las calamidades seguían abatiéndose sobre Tebas: porque los Tebanos eran conscientes de que no se había encontrado al culpable de la muerte de Layo y consecuentemente no se había ejercido la venganza correspondiente.
Es al propio Rey, a Edipo, a quien le corresponde investigar, sin saber él que, al investigar al asesino de Layo, se va a encontrar consigo mismo.
Os presento el fragmento en el que Edipo empieza ya a sospechar que algo raro y trágico al mismo tiempo se mueve a su alrededor. Está hablando Edipo.
“Y no serás privada, después de haber llegado yo a tal punto de zozobra. Pues, ¿a quién mejor que a ti podría yo hablar, cuando paso por semejante trance?
Mi padre era Pólibo, corintio, y mi madre Mérope, doria. Era considerado yo como el más importante de los ciudadanos de allí hasta que me sobrevino el siguiente suceso, digno de admirar, pero, sin embargo, no proporcionado al ardor que puse en ello. He aquí que en un banquete, un hombre saturado de bebida, refiriéndose a mí, dice, en plena embriaguez, que yo era un falso hijo de mi padre. Yo, disgustado, a duras penas me pude contener a lo largo del día, pero, al siguiente, fui junto a mi padre y mi madre y les pregunté. Ellos llevaron a mal la injuria de aquel que había dejado escapar estas palabras. Yo me alegré con su reacción; no obstante, eso me atormentaba sin cesar, pues me había calado hondo.
Sin que mis padres lo supieran, me dirigí a Delfos, y Febo me despidió sin atenderme en aquello por lo que llegué, sino que se manifestó anunciándome, infortunado de mí, terribles y desgraciadas calamidades: que estaba fijado que yo tendría que unirme a mi madre y que traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres y que yo sería asesino del padre que me había engendrado.
Después de oír esto, calculando a partir de allí la posición de la región corintia por las estrellas, iba, huyendo de ella, adonde nunca viera cumplirse las atrocidades de mis funestos oráculos.
En mi caminar llego a ese lugar en donde tú afirmas que murió el rey. Y a ti, mujer, te revelaré la verdad. Cuando en mi viaje estaba cerca de ese triple camino, un heraldo y un hombre, cual tú describes, montado sobre un carro tirado por potros, me salieron al encuentro. El conductor y el mismo anciano me arrojaron violentamente fuera del camino. Yo, al que me había apartado, al conductor del carro, lo golpeé movido por la cólera. Cuando el anciano ve desde el carro que me aproximo, apuntándome en medio de la cabeza, me golpea con la pica de doble punta. Y él no pagó por igual, sino que, inmediatamente, fue golpeado con el bastón por esta mano y, al punto, cae redondo de espaldas desde el carro. Maté a todos.
Si alguna conexión hay entre Layo y este extranjero, ¿quién hay en este momento más infortunado que yo? ¿Qué hombre podría llegar a ser más odiado por los dioses, cuando no le es posible a ningún extranjero ni ciudadano recibirlo en su casa ni dirigirle la palabra y hay que arrojarlo de los hogares? Y nadie, sino yo, es quien ha lanzado sobre mí mismo tales maldiciones. Mancillo el lecho del muerto con mis manos, precisamente con las que lo maté. ¿No soy yo, en verdad, un canalla? ¿No soy un completo impuro? Si debo salir desterrado, no me es posible en mi destierro ver a los míos ni pisar mi patria, a no ser que me vea forzado a unirme en matrimonio con mi madre y a matar a Pólibo, que me crió y engendró. ¿Acaso no sería cierto el razonamiento de quien lo juzgue como venido sobre mí de una cruel divinidad? ¡No, por cierto, oh sagrada majestad de los dioses, que no vea yo este día, sino que desaparezca de entre los mortales antes que ver que semejante deshonor impregnado de desgracia llega sobre mí!”
(SÓFOCLES, EDIPO REY, 771-833)
Traducción en:
http://es.wikisource.org/wiki/Edipo_Rey
Κοὐ μὴ στερηθῇς γ’ ἐς τοσοῦτον ἐλπίδων
ἐμοῦ βεβῶτος· τῷ γὰρ ἂν καὶ μείζονι
λέξαιμ’ ἂν ἢ σοὶ διὰ τύχης τοιᾶσδ’ ἰών;
Ἐμοὶ πατὴρ μὲν Πόλυβος ἦν Κορίνθιος,
μήτηρ δὲ Μερόπη Δωρίς. Ἠγόμην δ’ ἀνὴρ (775)
ἀστῶν μέγιστος τῶν ἐκεῖ, πρίν μοι τύχη
τοιάδ’ ἐπέστη, θαυμάσαι μὲν ἀξία,
σπουδῆς γε μέντοι τῆς ἐμῆς οὐκ ἀξία.
Ἀνὴρ γὰρ ἐν δείπνοις μ’ ὑπερπλησθεὶς μέθῃ
καλεῖ παρ’ οἴνῳ πλαστὸς ὡς εἴην πατρί. (780)
Κἀγὼ βαρυνθεὶς τὴν μὲν οὖσαν ἡμέραν
μόλις κατέσχον, θἀτέρᾳ δ’ ἰὼν πέλας
μητρὸς πατρός τ’ ἤλεγχον· οἱ δὲ δυσφόρως
τοὔνειδος ἦγον τῷ μεθέντι τὸν λόγον.
Κἀγὼ τὰ μὲν κείνοιν ἐτερπόμην, ὅμως δ’ (785)
ἔκνιζέ μ’ αἰεὶ τοῦθ’· ὑφεῖρπε γὰρ πολύ.
Λάθρᾳ δὲ μητρὸς καὶ πατρὸς πορεύομαι
Πυθώδε, καί μ’ ὁ Φοῖβος ὧν μὲν ἱκόμην
ἄτιμον ἐξέπεμψεν, ἄλλα δ’ ἀθλίῳ
καὶ δεινὰ καὶ δύστηνα προὐφάνη λέγων, (790)
ὡς μητρὶ μὲν χρείη με μιχθῆναι, γένος δ’
ἄτλητον ἀνθρώποισι δηλώσοιμ’ ὁρᾶν,
φονεὺς δ’ ἐσοίμην τοῦ φυτεύσαντος πατρός.
Κἀγὼ ’πακούσας ταῦτα τὴν Κορινθίαν
ἄστροις τὸ λοιπὸν ἐκμετρούμενος χθόνα (795)
ἔφευγον, ἔνθα μήποτ’ ὀψοίμην κακῶν
χρησμῶν ὀνείδη τῶν ἐμῶν τελούμενα.
Στείχων δ’ ἱκνοῦμαι τούσδε τοὺς χώρους ἐν οἷς
σὺ τὸν τύραννον τοῦτον ὄλλυσθαι λέγεις.
Καί σοι, γύναι, τἀληθὲς ἐξερῶ. Τριπλῆς (800)
ὅτ’ ἦ κελεύθου τῆσδ’ ὁδοιπορῶν πέλας,
ἐνταῦθά μοι κῆρύξ τε κἀπὶ πωλικῆς
ἀνὴρ ἀπήνης ἐμβεβώς, οἷον σὺ φῄς,
ξυνηντίαζον· κἀξ ὁδοῦ μ’ ὅ θ’ ἡγεμὼν
αὐτός θ’ ὁ πρέσβυς πρὸς βίαν ἠλαυνέτην. (805)
Κἀγὼ τὸν ἐκτρέποντα, τὸν τροχηλάτην,
παίω δι’ ὀργῆς· καί μ’ ὁ πρέσβυς ὡς ὁρᾷ
ὄχον παραστείχοντα, τηρήσας μέσον
κάρα διπλοῖς κέντροισί μου καθίκετο.
Οὐ μὴν ἴσην γ’ ἔτεισεν, ἀλλὰ συντόμως (810)
σκήπτρῳ τυπεὶς ἐκ τῆσδε χειρὸς ὕπτιος
μέσης ἀπήνης εὐθὺς ἐκκυλίνδεται·
κτείνω δὲ τοὺς ξύμπαντας. Εἰ δὲ τῷ ξένῳ
τούτῳ προσήκει Λαΐῳ τι συγγενές,
τίς τοῦδέ γ’ ἀνδρὸς νῦν ἔτ’ ἀθλιώτερος; (815)
τίς ἐχθροδαίμων μᾶλλον ἂν γένοιτ’ ἀνήρ;
ᾧ μὴ ξένων ἔξεστι μηδ’ ἀστῶν τινα
δόμοις δέχεσθαι, μηδὲ προσφωνεῖν τινα,
ὠθεῖν δ’ ἀπ’ οἴκων. Καὶ τάδ’ οὔτις ἄλλος ἦν
ἢ ’γὼ ’π’ ἐμαυτῷ τάσδ’ ἀρὰς ὁ προστιθείς. (820)
Λέχη δὲ τοῦ θανόντος ἐν χεροῖν ἐμαῖν
χραίνω, δι’ ὧνπερ ὤλετ’. Ἆρ’ ἔφυν κακός;
ἆρ’ οὐχὶ πᾶς ἄναγνος; εἴ με χρὴ φυγεῖν,
καί μοι φυγόντι μἤστι τοὺς ἐμοὺς ἰδεῖν
μήτ’ ἐμβατεῦσαι πατρίδος, ἢ γάμοις με δεῖ (825)
μητρὸς ζυγῆναι καὶ πατέρα κατακτανεῖν,
Πόλυβον, ὃς ἐξέθρεψε κἀξέφυσέ με.
Ἆρ’ οὐκ ἀπ’ ὠμοῦ ταῦτα δαίμονός τις ἂν
κρίνων ἐπ’ ἀνδρὶ τῷδ’ ἂν ὀρθοίη λόγον;
Μὴ δῆτα, μὴ δῆτ’, ὦ θεῶν ἁγνὸν σέβας, (830)
ἴδοιμι ταύτην ἡμέραν, ἀλλ’ ἐκ βροτῶν
βαίην ἄφαντος πρόσθεν ἢ τοιάνδ’ ἰδεῖν
κηλῖδ’ ἐμαυτῷ συμφορᾶς ἀφιγμένην.
Texto Griego de Paul Mazon & A. Dain en: