Recapitulemos lo ya dicho en los cuatro capítulos anteriores.
Era el momento en que todo está en silencio, y entre los Triones (la Osa Mayor) había el Boyero (otra constelación junto a la Osa Mayor) hecho girar la carrera invirtiendo la lanza. Ella se encamina a realizar su atentado; la áurea Luna huye del cielo, negras nubes ocultan las estrellas que se esconden; la noche está privada de su propio fuego; tú, Ícaro, eres el primero en ocultar el rostro, y también Erígone, consagrada por su piadoso amor a su padre. Por tres veces tropezaron sus pies dándole así una señal de que debía renunciar, por tres veces un búho siniestro emitió su augurio con su canto de muerte: ella seguía andando, sin embargo, y las tinieblas y la negra noche disminuyen su vergüenza; con la mano izquierda coge la de la nodriza; la otra tantea el invisible camino. Ya toca el umbral del tálamo, ya abre las puertas, ya se desliza dentro; pero las corvas se le doblaban haciéndole temblar las rodillas, y se le escapa el color y la sangre, y, conforme avanza, la abandona el valor. Y, en cuanto más cerca se encuentra de su crimen, más se espanta y se arrepiente de su audacia, y quisiera poder retirarse sin ser reconocida. Mientras duda, la mano anciana tira de ella hacia dentro, y, una vez llegada al lecho, en el momento de entregarla, dijo: “Tómala, Cíniras, tuya es”, y unió los cuerpos malditos.
Recibe el padre sus propias entrañas en lecho impuro, y atenúa el miedo de la virgen, y la anima mientras ella está despavorida. Quizá, en nombre de su edad, también la llamó “hija”, y ella lo llamó “padre”, para que el crimen no careciese ni aún de nombres. Llena de su padre, salió del tálamo, y lleva en el vientre execrable impíos gérmenes, y es vehículo de una concepción criminal
La noche siguiente repite la fechoría, y no habría límite en ella, mas, al fin, Cíniras, ansioso de conocer quién es su amante, después de tanto estar juntos, hizo traer luz y vio el crimen, así como a su hija, y, sin que el dolor le dejara proferir palabra, saca su espada refulgente de la vaina que tenía colgada; Mirra huye, y las tinieblas y la protección de la ciega noche la libran de la muerte, y, después de vagar por los anchos campos, abandonó la Arabia fecunda en palmeras y los labrantíos de Panquea, y anduvo errante durante nueve cuernos de la luna en retorno (es decir, nueve meses) y, al cabo, se detuvo agotada en la tierra de los Sabeos (en Arabia), y ya apenas podía con la carga de su vientre.
Entonces, sin saber qué pedir a los dioses, y, entre el temor a la muerte y el odio a la vida, hilvanó las siguientes plegarias: “Oh divinidades, si existís alguna que deis acogida a los que confiesan, he merecido un espantoso suplicio y no lo rehúso, pero, para que yo no ofenda a los vivos con mi supervivencia, ni a los difuntos con mi muerte, arrojadme de ambos reinos, y, haciéndome cambiar de forma, negadme tanto la vida como la muerte”. Hay una divinidad que da acogida a los que confiesan: en todo caso su última petición tuvo dioses que la atendieran. Pues, mientras ella hablaba, la tierra vino a cubrirle las piernas, se le rompen las uñas, y por ellas se extiende una raíz atravesada, fundamento de su largo tronco, los huesos cobran dureza, y, mientras su médula sigue ocupando la región central, la sangre se convierte en savia, los brazos en grandes ramas, los dedos en pequeñas, y la piel se le endurece en calidad de corteza. Y ya el árbol que la va invadiendo le había apretado el grávido vientre y sepultado el pecho, y estaba a punto de taparle el cuello: no soportó ella la espera, y, saliendo al encuentro de la madera que se le acercaba, se hundió en ella, y sumergió en la corteza el rostro. Y, aunque ella perdió, a la vez que el cuerpo, sus antiguos sentidos, llora, sin embargo, y del árbol manan tibias gotas. También sus lágrimas tienen calidad, y la mirra que destila el tronco conserva el nombre de su dueña y ninguna época dejará de celebrarla. Mas la criatura concebida en el pecado había crecido debajo del tronco y buscaba camino por donde, abandonando a su madre, pudiera situarse en el exterior: en mitad del árbol se comba hacia fuera el grávido vientre. La carga produce a la madre una tensión; pero sus dolores carecen de palabras para expresarse, y no puede invocar a Lucina (diosa de los alumbramientos) la voz de la parturienta. Sin embargo, su apariencia es la de una mujer que está en trance de dar a luz, y el árbol se inclina y profiere frecuentes quejidos, y se humedece con las lágrimas que le caen. Junto a las ramas doloridas se detuvo Lucina propicia, le puso las manos encima y pronunció palabras que producen el parto: el árbol se resquebraja, y, una vez hendida la corteza, hace salir su carga viva, y un niño da un vagido; las Náyades lo colocaron sobre la blanda hierba y lo ungieron con las lágrimas de su madre. Hasta la Envidia habría alabado su belleza; pues, como se pintan en un cuadro los cuerpos de los desnudos Amores, así era, pero, para que el atavío no establezca diferencias, añádele al uno o quítale al otro la ligera aljaba. (Traducción, con algunos retoques de puntuación, de Antonio Ruiz de Elvira, en Ovidio, Metamorfosis, Vol. II, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1994).
Y ya tenemos a Adonis, que acababa de nacer, pero esto es ya otra historia.
flexerat obliquo plaustrum temone Bootes:
ad facinus uenit illa suum; fugit aurea caelo
Luna, tegunt nigrae latitantia sidera nubes;
450
nox caret igne suo; primus tegis, Icare, uultus,
Erigoneque pio sacrata parentis amore.
Ter pedis offensi signo est reuocata, ter omen
funereus bubo letali carmine fecit:
it tamen, et tenebrae minuunt noxque atra pudorem;
455
nutricisque manum laeua tenet, altera motu
caecum iter explorat. Thalami iam limina tangit,
iamque fores aperit, iam ducitur intus: at illi
poplite succiduo genua intremuere, fugitque
et color et sanguis, animusque relinquit euntem.
460
Quoque suo propior sceleri est, magis horret, et ausi
paenitet, et uellet non cognita posse reuerti.
Cunctantem longaeua manu deducit et alto
admotam lecto cum traderet "accipe," dixit,
"ista tua est, Cinyra" deuotaque corpora iunxit.
465
Accipit obsceno genitor sua uiscera lecto
uirgineosque metus leuat hortaturque timentem.
Forsitan aetatis quoque nomine "filia" dixit,
dixit et illa "pater," sceleri ne nomina desint.
Plena patris thalamis excedit et inpia diro
470
semina fert utero conceptaque crimina portat.
Postera nox facinus geminat, nec finis in illa est,
cum tandem Cinyras, auidus cognoscere amantem
post tot concubitus, inlato lumine uidit
et scelus et natam uerbisque dolore retentis
475
pendenti nitidum uagina deripit ensem.
Myrrha fugit: tenebrisque et caecae munere noctis
intercepta neci est latosque uagata per agros
palmiferos Arabas Panchaeaque rura relinquit
perque nouem errauit redeuntis cornua Lunae,
480
cum tandem terra requieuit fessa Sabaea;
uixque uteri portabat onus. Tum nescia uoti
atque inter mortisque metus et taedia uitae
est tales conplexa preces: "o siqua patetis
numina confessis, merui nec triste recuso
485
supplicium, sed ne uiolem uiuosque superstes
mortuaque exstinctos, ambobus pellite regnis
mutataeque mihi uitamque necemque negate!"
Numen confessis aliquod patet: ultima certe
uota suos habuere deos. nam crura loquentis
490
terra superuenit, ruptosque obliqua per ungues
porrigitur radix, longi firmamina trunci,
ossaque robur agunt, mediaque manente medulla
sanguis it in sucos, in magnos bracchia ramos,
in paruos digiti, duratur cortice pellis.
495
Iamque grauem crescens uterum perstrinxerat arbor
pectoraque obruerat collumque operire parabat:
non tulit illa moram uenientique obuia ligno
subsedit mersitque suos in cortice uultus.
Quae quamquam amisit ueteres cum corpore sensus,
500
flet tamen, et tepidae manant ex arbore guttae.
Est honor et lacrimis, stillataque cortice murra
nomen erile tenet nulloque tacebitur aeuo.
At male conceptus sub robore creuerat infans
quaerebatque uiam, qua se genetrice relicta
505
exsereret; media grauidus tumet arbore uenter.
Tendit onus matrem; neque habent sua uerba dolores,
nec Lucina potest parientis uoce uocari.
Nitenti tamen est similis curuataque crebros
dat gemitus arbor lacrimisque cadentibus umet.
510
Constitit ad ramos mitis Lucina dolentes
admouitque manus et uerba puerpera dixit:
arbor agit rimas et fissa cortice uiuum
reddit onus, uagitque puer; quem mollibus herbis
Naides inpositum lacrimis unxere parentis.
515
Laudaret faciem Liuor quoque; qualia namque
corpora nudorum tabula pinguntur Amorum,
Talis erat, sed, ne faciat discrimina cultus,
aut huic adde leues, aut illis deme pharetras.
El texto latino correspondiente puede consultarse, con algunas variaciones de grafía, y también del texto, en:
The Latin Library
y
viene haciendo, a lo que yo escribo, unos comentarios que, por su profundidad, su inspiración, su contundencia y sus insinuaciones, son como un broche de oro a todo lo escrito. No puedo abstenerme, contando con su aprobación, de traspasar, a primera página, su exquisito comentario, que ennoblece y da significado completo a todo lo escrito. Aquí tenéis el último que ha escrito:
Mi querido Antonio:
No había redención para Mirra; aunque los negros augurios y las sombras la advirtieran, tenía que caer en su incestuosa pasión.
Después de tu mágica aportación, divinos retoques, aladas palabras, danzantes pinturas: los árboles se suman al llanto de Mirra, los bosques aúllan desde lo más profundo de todas las raíces, los cielos extienden su manto negro. Un poco de compasión de los dioses:
Propicia Lucina, atiende a sus dolores y la asiste (gigante la pintura del árbol alumbrando).
¿Qué terroríficos hilos tejieron la vida de Mirra y esbozaron su locura? ¿Qué ardoroso y temible dios enciende tan alborotada llama en el corazón de esta joven? ¿Qué hado funesto le impidió poner fin a sus propios días, su sufrimiento...?
He aquí la poesía: qué grande es este blog, qué grande eres, Antonio, qué entrelazados troncos de sapiencia alumbran, cual Lucina espléndida, las palabras de Ovidio a la lumbre absoluta.
Al fin, nació Adonis, el hermoso, qué jabalí furioso se vislumbra en el camino...
Qué vida tan intensa en este hogar, en el encuentro de un encantador sofá frente a la chimenea de tu magia. Antonio, mago, sólo puedo decirte cuán maravilloso eres.
Me han encantado los comentarios previos y suscribo la reflexión de Dilman.
No puedo agradecerte lo suficiente la majestuosidad poética que me ofreces en mi blog y con la que tan íntimamente te fusionas.
Simplemente : gracias.Ἑλένη
Muchas gracias, amiga del alma, y un beso,
Antonio
Observación sobre las imágenes:
Buena parte de las imágenes están tomadas de:
http://www.latein-pagina.de/
Una vez que hayáis accedido a ella, pinchando aquí mismo, hacéis click en:
OVIDIUS NASO - EDITION:
Metamorphoses - 2.358 picturae + translationes
Virgil Solis, ed. 1581
Que aparece en la columna lateral de la izquierda. Os aparecerá entonces, entre otras, la edición ilustrada de LAS METAMORFOSIS de Ovidio, con el texto Latino, acompañado de 2358 ilustraciones, en Edición de 1581. Es muy fácil manejarla, y os puedo asegurar que es una delicia.
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8 comentarios:
Amigo Antonio, rematas con el final lleno de dolor, de angustia, la metamorfosis en árbol de la desdichada Mirra. Aladas palabras acompañan el drama de esta joven seducida por amores incestuosos, algo que es contra natura, que repele, pero que causa inquietud porque algún dios quiso y permitió ese deseo. Sin embargo después de consumado el acto, en su huida, encuentra consuelo en la hora del parto, ya que los dioses, tanto resultan indiferente, como capaces de compasión.
¿Pudo Mirra escapar a ese deseo? La señala culpable todo, la natura, los hombres, las divinidades. Una Celestina cual espiritu maligno, la empuja, la adentra en el lecho, y ella, incluso dándose cuenta de que la vence un amor insano, cede. Ayyy, debilidad humana, ardoroso deseo que quema.
Huyendo sola, desesperada, la escucha la diosa de los partos y la ayuda. La descripción de ese momento de la transformación es doloroso y a la vez una maravilla. Trocar carne en madera, en ramas, en hojas, y el llanto en espesa fragancia, la misma que luego quemaran en altares, ante dioses, ante reyes y césares. Preciosas, valiosímimas lágrimas de Mirra.
Quieren los dioses poblar la tierra con árboles y flores que fueron jovenes vidas humanas, como Dafne, como Narciso y tantos otros.
Quieren los dioses que de Mirra nazca la belleza sublime de Adonis, destinado al amor de la amorosa diosa, destinado también por los Hados a una precoz muerte.
Amigo Antonio, me deleitas con estas letras del gran poeta, pero en el fondo se despierta en mi una tristeza y una piedad por la condición femenina, por la nefasta voluntad de Destino, implacable con los seres humanos.
Hermosa historia, moralizante aviso, que me lleva a preguntarme, según otra leyenda famosa ¿no yació padre con hija o entre hermanos para que la raza humana creciera? No se tilda de pecado contra natura ese escondido episodio, metódicamente oculto. Adan y Eva tuvieron hijos e hijas, para engendrar nuevas vidas juntándose entre sí. Es que existen leyendas que narran lo mismo, sin embargo no del mismo modo acaban.
Besitos admirados, hasta siempre, que te encontraba a faltar tras el merecido descanso veraniego.
Besitos.
Un drama estremecedor sobre el que tengo pendiente escribir algo. De todos los crímenes humanos es casi el peor, porque no nace del odio ni de la envidia ni de la ambición, sino del sentimiento más estimado y querido, el más enriquecedor para el ser humano, el más deseado por todos: el amor. Uno de los pocos amores prohibidos.
Me sigue conmoviendo Ovidio por la fuerza de sus imágenes, por el horror y la fuerza irresistible de atracción que emanan de su texto. Un placer releerlo de nuevo. Un abrazo, querido amigo.
Si hay algo que destacaría después de la lectura de este texto es la maravillosa belleza y plasticidad con que el gran Ovidio describe el proceso de metamorfosis de Mirra. No me sorprende que esta transformación sea la que más le gusta de entre todas las que nos dejó el insigne poeta romano. Tanto es así que quisiera ofrecer, contando con su beneplácito, el texto de la traducción (sin duda magnífica) que usted nos propone a los lectores de mi blog de poesía; intentando embutirlo en el propio texto del post o, si no es factible, en nota a pie de página de aquella entrada (es posible que aún lo recuerde) en donde menciono a Ovidio y sus metamorfosis.
En cuanto a la traducción de Antonio Ruiz de Elvira, hay un punto que suscita en mí cierta curiosidad: apelo a sus conocimientos etimológicos y sobre las costumbres de la época a ver si me puede aclarar el uso que se hace en este contexto del término pecado. Entiendo que don Antonio Ruiz traduce male conceptus... infans por criatura concebida en el pecado, y me pregunto si el concepto de pecado ya existía por aquel entonces con las mismas connotaciones que posteriormente le otorgará el cristianismo o si es una licencia del traductor para hacer más comprensible el texto a los lectores que, como nosotros, nos hemos educado en el ámbito de la cultura judeocristiana. Es decir, ¿entendían el propio Ovido y el pueblo romano lo mismo que nosotros por pecado?
Saludos muy afectuosos.
Amigo Don Carlos, Chacien,
Muchas gracias por su exhaustivo y concienzudo comentario. Es un gran placer para mí comprobar que Vd. ha cotejado el texto Latino, y, como era de esperar, ha encontrado algo que no encaja bien.
No voy yo a criticar, ni siquiera corregir, al Profesor Antonio Ruiz de Elvira por traducir:
male conceptus … infans
por
la criatura concebida en el pecado
Creo yo que lo que le ha pasado es que ha tomado la palabra pecado en su acepción original latina, y no con la acepción que tiene en Castellano actualmente. Puede pasar que un buen Latinista tenga más in mente las palabras latinas que las castellanas. En este sentido el adverbio male [malamente] lo ha interpretado como peccatum, y, lógicamente, lo ha traducido como pecado.
Peccatum en Latín clásico significaba falta, acción culpable, crimen, sin ninguna connotación religiosa. Es entre 1220 y 1250 cuando, según Corominas, aparece la palabra pecado como sinónimo de transgresión voluntaria de preceptos religiosos, que es el primer significado que da la RAE. En consecuencia, está bien claro que los Romanos no tenían un concepto de la transgresión religiosa, como sucede en nuestra Cultura. El hecho de que en el diccionario VOX-SPES, que, con seguridad, Vd. tiene, aparezca pecado como una de las acepciones de peccatum se debe a que este diccionario fue puesto en circulación fundamentalmente con fines de ser utilizado en los textos eclesiásticos (Seminarios, Clérigos, etc.).
Como de sabios es rectificar, añado aquí que dos alumnas ilustres del Profesor Ruiz de Elvira, Consuelo Álvarez y Rosa María Iglesias, hicieron una nueva traducción de Las Metamorfosis, tomando como base principal la traducción de su maestro. Traducen ellas:
El niño concebido en mala hora.
Puede comprobarse lo que digo en la edición que hicieron en CÁTEDRA, LETRAS UNIVERSALES, Madrid, 1999, en la página 577.
Tiene Vd., Don Carlos, el mérito de haber detectado el mismo lapsus que las dos ilustres Latinistas, que, según se explica en la Introducción de su traducción, obtuvieron una beca para llevar a cabo este trabajo.
Por lo que respecta a la intención suya de utilizar algunos textos de los aquí publicados en uno de sus blogs, en el texto El poeta como instrumento de la creación, texto que yo he tenido el placer de leer, disfrutar y comentar, le manifiesto mi total conformidad, y también mi congratulación por esa iniciativa: puede Vd. utilizar a su mejor conveniencia cualesquiera de los textos que hay publicados en este espacio. Es para mí un orgullo que un hombre tan ilustre, tan bien informado, y tan concienzudo, se digne utilizar algo de lo que aparece aquí.
Le transmito mi admiración por su más que exquisito rigor, y le envío un gran abrazo.
Antonio
Amiga Natàlia,
Muchas gracias por tu concienzudo comentario. Comparto esa preocupación tuya por la situación de discriminación de la mujer a lo largo de nuestra Tradición Occidental, aunque también creo que no se pueden analizar los tiempos pasados con los cánones del Presente.
Respecto a esa alusión a los hijos e hijas de Adán y Eva, que, sin que se interpusiese el tabú del incesto, se casaron presuntamente entre ellos, tengo que recordarte que pasó lo mismo que con los hijos e hijas de Cronos (Saturno), pero tanto el relato bíblico aludido como el que acabo de mencionar pertenecen al Mito, y en el Mito no está vigente la Razón, ni los tabúes que posteriormente se han ido enraizando en la Sociedad.
Tampoco se puede olvidar que Ovidio, cuando va a empezar el Mito de Mirra, lo hace advirtiendo de lo monstruoso que nos va a relatar y nos dice que, si lo consideramos más conveniente, no lo interpretemos como sucedido.
Resumiendo: que el tabú del incesto tiene su fundamentación y su arraigo en nuestra Cultura, y, como bien sabes, tiene una base biológica, porque la mezcla entre hombre y mujer consanguíneos es biológicamente peligrosa, ya que suele dar origen a seres deformes y tarados.
Te envío un gran abrazo,
Antonio
Amiga Isabel,
Por supuesto que todos estaríamos encantados de leer en tu blog una interpretación, femenina, del Mito de Mirra, hecho por una mujer que de cosas Romanas entiende más que nadie, y que está bien concienciada con la injusticia de la discriminación que viene sufriendo la mujer en nuestra Cultura Occidental.
En espera de ese goce, te envío un gran abrazo,
Antonio
Cierto, de acuerdo en todo mi maestro no sólo en temas latinistas.
Mito también es el de Mirra, pero en él Ovidio incide en la catalogación de perniciosa conducta, opina, lo desmitifica, lo moraliza. El concepto judeo-cristiano del pecado arranca jústamente de Adan y Eva, pecado original, sin embargo otros "pecados" quedan sin sancionar. Los romanos, griegos, egipcios...desconocían la palabra, y expresaban culpa, falta, sin connotaciones religiosas, no lo desconocía, muy agudo tu comentario y el del caballero Chacien.
No podemos analizar tiempos pasados con métodos del presente, verdad, sin embargo desde siempre hasta ahora mismo, ha existido ese menosprecio hacia la mujer, ¿por algo será? No hace falta internarnos en esas razones que conocemos. Resulta que pasado lejano, menos lejano y casi actualidad, insisten en esa imagen.
Sin embargo, tampoco todo son vituperios para la condición femenina, recordemos el elogio algo interesado de la matrona romana y las conductas decididas de algunas de ellas, por citar un ejemplo venido del ayer.
Desde luego que el incesto se culpabiliza por razones higiénicas, y la homosexualidad porque esa conducta socaba la reproducción de los pueblos, para dejar constancia de ello se acudía a catalogarlas de culpas, de faltas, de pecado, según las culturas. Lo mismo con la circuncisión, o la prohibición de comer cerdo o mariscos, la cual pervive hasta hoy en ciertos círculos ortodoxos, arrancaron bajo prevenciones evitando enfermedades, dado el escaso avance en conservación de alimentos, y para evitar futuras dolencias en los varones en la circuncisión.
Todo tiene explicación, pero tú amigo con tus conocimientos me ayudas a comprender muchas cosas.
!Salve! besito.
Antonio:
Vine a retribuirte la visita a mi blog y me encontré con un espacio muy interesante aquí. Culto, bien cuidado, didáctico... No se lee en 2 minutos, hay que aprovecharlo.
Un gran abrazo desde Argentina.
HD
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