Sonia, tú que eres la madre, sé propicia a la niña recién nacida. Entre todos nosotros se afirma, con su llegada, una nueva etapa de Felicidad. Se alegrarán con tu hija, con vuestra hija, los dioses y las diosas, y también la contemplarán los que ya no están, pero que estarán siempre, en el recuerdo y el afecto, los que ya se fueron, de forma previsible unos, y de forma trágica e inesperada otros. Son aquéllos vuestros padres, el tuyo, Sonia, y el tuyo, Juan.
Son éstos tu hermano, José, y tu hermana, Helena, los de vosotros, que sois el padre y la madre de esta criatura que nos alegra la vida. Si existe el Paraíso, él y ella, vuestros hermanos, están en el Paraíso.
Los dioses y las diosas, y todos los humanos, se alegrarán de que la pequeña Helena perpetúe en este mundo las virtudes de su padre y de su madre. También las de su tío y su tía, y las de sus abuelos, los dos.
También os alegraréis vosotros dos, los que sois el padre y la madre de la pequeña, los que en un acto sublime de manifestación del Amor, fuisteis capaces de traer a la existencia a la que os colmará a vosotros, y también a nosotros, de alegría. Fue el día de tu cumpleaños, Sonia, el mismo día en que tu madre, aquí presente, te trajo a este mundo.
Cuando la edad ya fortalecida y los años te hayan convertido en mujer, tú, querida Helena, serás para todos el ejemplo de tu madre, serás el orgullo de tu madre, serás la fortaleza de tu madre, serás la vida de tu madre, porque ella te dio la vida y tienes que saberlo desde ahora ya, pequeña criatura:
No hay nada superior ni más grandioso que una madre. Una madre es todo, y la capacidad de amor de un hijo se reconoce por el amor hacia su madre.
Te estoy hablando, querida Helena, de tu madre, pero tienes que saber que tu madre también lo son las aquí presentes, la que es la madre de tu madre y la que es la madre de tu padre. Ellas esperan y se merecen de ti lo mejor. Largos años de vida les auguramos a las dos.
Tú tienes, pequeña Helena, un padre que sabrá protegerte y dirigirte en la vida, un padre al que no tendrás nada que reprochar, un padre al que no tendrás que pedirle nada, porque es de los que lo dan todo sin que uno tenga que pedirlo. Tienes al mejor padre que existe. Tu padre es bueno. Tu padre es único. Así de simple: tienes que saberlo: no hay otro como él. Y te habla quien sabe lo que dice y sabe por qué lo dice.
No estás sola en el mundo. Tienes a los tuyos todos y nos tienes a nosotros todos. Tienes a tus hermanas y a tu hermano. Tú eres ellas y él; y ellas y él son tú: cuatro hermanos felices. Seréis todos para uno, y uno para todos. El Amor a hermanos es una cosa grandiosa. Tiene que ser así. Ellas y él son ahora mucho más felices: te tienen también a ti.
También el padre de tu madre y el padre de tu padre son tu padre. Respeto y admiración les debemos todos a los dos. Desgraciadamente ellos se retiraron. En realidad no se retiraron. Los retiró el Destino, que siempre llega antes de tiempo. Ellos tienen que ocupar un lugar privilegiado en tu corazón, como ya lo ocupan en el nuestro.
Emprende ya, caro vástago de los dioses, la carrera de la vida. Contempla ya la grandeza y la generosidad de tu padre, la ternura y la belleza de tu madre (Sí, Sonia)
Disfruta ya del cariño y del calor que vas a encontrar en tus hermanas y en tu hermano.
¡Mira cómo se alegran todos los que te conocen y cómo nos alegramos todos los que te queremos!
Comienza ya, pequeña niña, a reconocer a tu madre con tu sonrisa, a tu madre que te llevó en su vientre nueve meses;
Comienza ya, tierna niña, a sonreír a tu madre;: que los que no sonrieron a su madre, ni los dioses los juzgaron dignos de su mesa, ni las diosas de su tálamo.
Comença ja, petita Helena, a reconèixer la teva mare amb un somriure.
La Garriga, 18-12-2005
Nicole,
Por lo que veo tú eres una mujer con mucha sensibilidad y con grandes conocimientos. En primer lugar, muchísimas gracias por prestarle tanta atención a mi “Blog”. Eso es lo que hace que uno escriba: darse cuenta de que hay alguien con muy buen criterio que lee lo escrito con interés.
Te explico cómo fue concebido y redactado el escrito. Se trata de un texto real, que fue escrito por mí y leído posteriormente en la Iglesia en la Celebración del Bautizo de una niña, pariente lejana mía. Tuve que luchar contra la opinión del clérigo que ofició la ceremonia, porque decía que allí sólo se leían textos sagrados. Yo me impuse y conseguí poderlo leer en su totalidad. Al padre, a la madre, y a los hermanos, se lo entregué impreso en papel pergamino. En él se hace referencia familiares de la niña.
Pero, aunque el texto lo redacté yo, me inspiré en Virgilio y en Beethoven. No me importa reconocerlo. De los grandes, siempre hay que aprender.
Veamos.
Virgilio, poeta Romano del siglo primero aC, estaba protegido por Mecenas, el noble y adinerado amigo del Emperador Augusto. Allá por el año 40 había varias Romanas nobles embarazadas y Virgilio escribió su Cuarta ÉGLOGA (o BUCÓLICA), para celebrar el próximo nacimiento de un niño (o niña). Los investigadores no están de acuerdo actualmente en quién era, o sería, ese niño. Hay diferentes opiniones. Allá por el siglo III-IV dC, los Cristianos quisieron ver en esta ÉGLOGA una especie de Profecía profana del Nacimiento del Mesías. En ello están. Como si Virgilio hubiese sido un profeta sin saberlo, porque Jesucristo nació cuarenta años después.
Beethoven, en el movimiento final de su Novena Sinfonía, al introducir la parte coral, dice de su puño y letra, en Alemán:
“Dejemos ya estos tonos y hagamos que suenen otros más agradables”.
Entonces empieza la ODA A LA ALEGRÍA de Schiller, una maravilla de creación poética.
Han sido mis fuentes de inspiración.
Tienes, Nicole, el mérito de haber detectado, sin saberlo, lo que escribió Virgilio y lo que escribió Beethoven, en obras que el tiempo ha demostrado que son inmortales.
He de decirte que lo que tiene de bueno el escrito mío, se lo debo a esos dos genios.
Si quieres alguna aclaración más, pues me lo dices, y encantado estaré de contestarte.
2 comentarios:
Sin palabras.
Pongo en duda que exista algún texto mejor que éste alabando un nacimiento.
Hasta ahora, de todos los escritos que he leído en este blog, éste es mi favorito.
Es admirable, conmovedor.
¿Quién lo escribió?
Nicole.
Nicole,
Por lo que veo tú eres una mujer con mucha sensibilidad y con grandes conocimientos. En primer lugar, muchísimas gracias por prestarle tanta atención a mi “Blog”. Eso es lo que hace que uno escriba: darse cuenta de que hay alguien con muy buen criterio que lee lo escrito con interés.
Te explico cómo fue concebido y redactado el escrito. Se trata de un texto real, que fue escrito por mí y leído posteriormente en la Iglesia en la Celebración del Bautizo de una niña, pariente lejana mía. Tuve que luchar contra la opinión del clérigo que ofició la ceremonia, porque decía que allí sólo se leían textos sagrados. Yo me impuse y conseguí poderlo leer en su totalidad. Al padre, a la madre, y a los hermanos, se lo entregué impreso en papel pergamino. En él se hace referencia familiares de la niña.
Pero, aunque el texto lo redacté yo, me inspiré en Virgilio y en Beethoven.
No me importa reconocerlo. De los grandes, siempre hay que aprender.
Veamos.
Virgilio, poeta Romano del siglo primero aC, estaba protegido por Mecenas, el noble y adinerado amigo del Emperador Augusto. Allá por el año 40 había varias Romanas nobles embarazadas y Virgilio escribió su Cuarta ÉGLOGA (o BUCÓLICA), para celebrar el próximo nacimiento de un niño (o niña). Los investigadores no están de acuerdo actualmente en quién era, o sería, ese niño. Hay diferentes opiniones. Allá por el siglo III-IV dC, los Cristianos quisieron ver en esta ÉGLOGA una especie de Profecía profana del Nacimiento del Mesías. En ello están. Como si Virgilio hubiese sido un profeta sin saberlo, porque Jesucristo nació cuarenta años después.
Beethoven, en el movimiento final de su Novena Sinfonía, al introducir la parte coral, dice de su puño y letra, en Alemán:
“Dejemos ya estos tonos y hagamos que suenen otros más agradables”.
Entonces empieza la ODA A LA ALEGRÍA de Schiller, una maravilla de creación poética.
Han sido mis fuentes de inspiración.
Tienes, Nicole, el mérito de haber detectado, sin saberlo, lo que escribió Virgilio y lo que escribió Beethoven, en obras que el tiempo ha demostrado que son inmortales.
He de decirte que lo que tiene de bueno el escrito mío, se lo debo a esos dos genios.
Si quieres alguna aclaración más, pues me lo dices, y encantado estaré de contestarte.
Publicar un comentario