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en el que nos va recreando, según corresponda a cada día del calendario, diferentes escenas Romanas. Cuando uno lo lee, tiene la sensación de encontrarse “in situ” en la Antigua Roma. Es toda una delicia pasearse por esa Roma que tan bien nos describe Isabel. Os aconsejo que lo visitéis, quienes todavía no lo hayáis hecho.
Ayer, día 16, con la oportunidad acostumbrada en ella, nos recordó con realismo el asesinato de Julio César en las Idus (día 15) de Marzo del 44 aC. por parte de un grupo de senadores, encabezados por Bruto y Casio, con un artículo titulado “DUDA TRAS EL ASESINATO DE JULIO CÉSAR”.
Yo escribí mi correspondiente comentario laudatorio y un comentarista “Anónimo” me quiso corregir, porque yo había dicho que son “Las Idus” (femenino) y no *”Los Idus” (masculino), como suele decir la mayoría de la gente.
Os dejo, por si os interesa, el texto íntegro, con el que le respondí.
Amiga Isabel,
Me vas a permitir que deje aquí, en tu espacio, la contestación adecuada a una pretendida corrección que se me hace aquí mismo, por parte de un “Anónimo”, a unas palabras que yo escribí. Todo ello con el mayor respeto y sin ninguna pretensión de polemizar, porque no es mi estilo ni mi deseo, ni es éste el lugar adecuado para hacerlo. Es el género de la palabra “Idus” en Latín.
Como bien conoces tú, en el antiguo calendario romano, “Idus” correspondía a la luna llena. Es un substantivo de la cuarta declinación que sólo tiene plural, y esa misma forma vale para el nominativo, el vocativo y el acusativo. Desde nuestro primer año de Latín todos sabemos que en la cuarta declinación hay substantivos neutros (muy pocos) como “genu” (rodilla), “cornu” (cuerno). Todos ellos tienen el nominativo/vocativo/acusativo singular terminado en -u.
El resto de substantivos (porque no hay adjetivos) de la cuarta declinación terminan en –us (forma que vale para el nominativo/vocativo singular, y el nominativo/vocativo/acusativo plural). Pueden ser de género femenino, como “manus” (mano [todavía nosotros decimos “la mano”, a pesar de su terminación en –o]) y del género masculino, como “exercitus” (ejército). El uno u otro género depende del significado, si nuestros antepasados indo-europeos, de donde procede el Latín, lo interpretaban como algo sexualmente masculino o femenino.
Pasa como con los árboles, que tanto en Griego como en Latín son femeninos, aunque en Griego y en Latín muchos sean de la segunda declinación (“-os” en Griego, y “–us” en Latín, terminaciones que gramaticalmente daban en su mayoría substantivos masculinos). Y es que el género natural (macho o hembra) siempre se ha impuesto en las lenguas indo-europeas al género gramatical (el de la terminación), que es posterior y secundario. Y resulta que nuestros antepasados remotos, cuando veían a un árbol que “daba a luz” frutos y frutas y le ponían un nombre, se lo ponían igual que a una hembra, que también “da a luz”. Los interpretaban como sexualmente femeninos.
Lo podemos reconocer en nuestra propia lengua en la que palabras como “poeta, artista, pianista, ebanista, lampista, organista” y todo un sinfín de palabras acabadas en –a (que es una terminación gramaticalmente femenina), han sido consideradas masculinas por su significado, porque eran actividades exclusivamente reservadas a los hombres. Ahora, gracias a Dios, las cosas están cambiando. En algunos casos se admiten ahora formas como “la pianista”, si se trata de una mujer, o se instala una nueva palabra, de creación secundaria, como “poetisa”, que es lo que era nuestra admirada Safo (los Griegos decían “Safó”, y esto creará otra polémica).
Estoy de acuerdo en que la gente suele decir *”Los Idus”, en masculino, en lugar de “Las Idus”, que sería lo correcto. Puede ser que el hablante identifique la terminación en –us con un masculino, porque la mayoría de substantivos latinos terminados en –us dieron masculinos en nuestra lengua.
Resumiendo: todos los que hemos leído algunos textos en Latín estamos acostumbrados a leer:
“Pridie [el día antes de) Idus Martias, Februarias, Ianuarias”, etc.,
lo mismo que:
“Pridie Nonas Martias, Februarias, Ianuarias”,
o
“Pridie Kalendas Martias, Februarias, Ianuarias”.
Así es como ponía la fecha, por ejemplo Cicerón, cuando, desde su destierro, le enviaba cartas a su amada esposa Terentia o a sus amigos.
Me perdonarás, amiga Isabel, por lo extenso de este comentario, pero es que pienso que tu espacio es un lugar donde hay gran abundancia de Cultura (con mayúscula) Romana, y, entre todos y todas, no nos podemos permitir el más mínimo desliz.
Te envío, amiga Isabel, toda mi admiración y un gran abrazo,
Antonio
PS.: Puestos a corregir el comentario de “Anónimo”, lo vamos a corregir todo. Dice “Anónimo”: “fue asesinado en el Senado por Craso y Bruto, su hijo”. Dice Suetonio (Vida de Julio César, 82,2) que Julio César le dijo a Bruto, en Griego: Καὶ σὺ, τέκνον; [¿Kái sý téknon?] (¿Y tú también, hijo?). No es que Bruto fuese hijo de Julio César, sino que fue una fórmula cariñosa, la dirigida a un amigo. Lo que sí parece cierto es que la madre de Bruto fue una, una más, de las amantes de Julio César, pero Bruto no era hijo de Julio César. El que sí lo fue fue Cesarión, producto de los amoríos con Cleopatra, la que tuvo a Julio César como uno, uno más también, de sus amantes.
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