Repito aquí las explicaciones dadas entonces, a las que podéis acceder pinchando aquí. Allí podréis encontrar también el excelente y contundente comentario hecho por Elena Pascual, que no tiene desperdicio.
Podéis acceder al excelente blog de Elena Pascual, Elena Clásica, Ἑλένη, así, en Griego, como a mí me gusta llamarla, pinchando aquí.
Quinto Horacio Flaco nació en Venusia, Apulia, en el 65 aC. y murió en Roma el 8 aC. Perteneció al Círculo de Mecenas, ante quien lo introdujo Virgilio. Escribió, entre otras obras, 17 Épodos, en la década del cuarenta al treinta. Los Épodos son obras primerizas de Horacio, que escribió tomando como modelo al yambógrafo griego Arqíloco, un poeta mordaz y directo, y que sirven de preparación para sus obras posteriores, más maduras y de mayor alcance.
Aquí os dejo el Épodo XII, en el que Horacio deja rienda suelta a su lengua mordaz y a sus impulsos juveniles. La obra es un buen ejemplo de lo que entendían los Romanos por Literatura: se dice lo que se piensa y se dice como se piensa. El eufemismo y el rodeo en el lenguaje es desconocido para Horacio: Ello puede comprobarse con la lectura de este Épodo.
El poema está escrito en estrofas de dos versos, con el siguiente esquema: hexámetro dactílico y tetrámetro cataléctico dactílico.
¿Qué pretendes,
mujer más digna de los elefantes negros?
¿Por qué me envías regalos,
por qué tarjetas,
si no soy un joven fuerte, ni tengo mal olfato?
Pues soy único en oler si duerme
en tus sobacos hirsutos un pólipo
o el hedor pesado,con más sagacidad
que el perro agudo rastrea
dónde se esconde el jabalí.
¡Qué sudor le brota en los miembros lacios,
qué mal olor por doquier,
cuando, aflojada mi polla,
se apresura a calmar su indómita rabia
y ya no se le mantienen los húmedos polvos de greda
ni el colorete conseguido con caca de cocodrilo
y, cuando le viene el gusto,
rompe los muelles de la cama y el lecho,
o cuando censura mi desgana
con palabras crueles!
“Con Inaquia te cansas menos que conmigo.
A Inaquia le echas tres en una noche;
conmigo siempre estás remiso para un polvo.
Muera de mal modo Lesbia
que, cuando buscaba yo un toro,
me señaló a ti, un calzonazos,
teniendo como tenía a mano a Amintas de Cos,
en cuyo carajo hay un nervio más constante
que el árbol nuevo que arraiga en el collado.
¿Para quién cardaba aprisa los vellones de lana
dos veces tratada con púrpuras de Tiro?
Para ti, por supuesto,
para que no hubiera un invitado entre los de tu edad,
a quien su mujer quisiera más que a ti.
¡Ay!, ¡desgraciada de mí!
Me rehúyes como la cordera se asusta
de los lobos violentos
y las cabras monteses de los leones”
(Traducción de Bartolomé Segura, en “Antología de Poesía Erótica Latina”, EDICIONES EL CARRO DE LA NIVE, SEVILLA, 1989)
OBSERVACIÓN:
Después de leer este poema, a uno le puede quedar cierto mal sabor de boca y la necesidad imperiosa de lavarse los dientes, las ideas, las sensaciones percibidas, es decir, de purificarse un poco, y tener una καθάρσις [kathársis] (purificación), y restablecer la dignidad de la mujer. Si pincháis aquí, podréis leer, en este mismo espacio, el mejor homenaje que se ha escrito en Latín dedicado a la mujer, a Venus como diosa generatriz del Amor que lo impregna todo. Lo dediqué en su momento a las madres, a dos madres que "ya se fueron", a la mía y a la de una gran amiga, y ahora lo hago extensivo a todas las mujeres, a las que están y a las que "ya no están".
Quid tibi uis, mulier nigris dignissima barris?
Munera quid mihi quidue tabellas
mittis nec firmo iuueni neque naris obesae?
Namque sagacius unus odoror,
polypus an grauis hirsutis cubet hircus in alis
quam canis acer ubi lateat sus.
Qui sudor uietis et quam malus undique membris
crescit odor, cum pene soluto
indomitam properat rabiem sedare, neque illi
iam manet umida creta colorque
stercore fucatus crocodili iamque subando
tenta cubilia tectaque rumpit.
Vel mea cum saeuis agitat fastidia uerbis:
«Inachia langues minus ac me;
Inachiam ter nocte potes, mihi semper ad unum
mollis opus. pereat male quae te
Lesbia quaerenti taurum monstrauit inertem.
Cum mihi Cous adesset Amyntas,
cuius in indomito constantior inguine neruus
quam noua collibus arbor inhaeret.
Muricibus Tyriis iteratae uellera lanae
cui properabantur? Tibi nempe,
ne foret aequalis inter conuiua, magis quem
diligeret mulier sua quam te.
O ego non felix, quam tu fugis, ut pauet acris
agna lupos capreaeque leones.»
Texto:
Horatii opera omnia
Ed. F. Klingner, Leipzig 1959
http://www.hs-augsburg.de/~Harsch/Chronologia/Lsante01/Horatius/hor_en12.html
Traducción Francesa:
CONTRE UNE VIEILLE DEBAUCHEE
Que demandes-tu, ô femme digne d'être accouplée avec de noirs éléphants? Pourquoi m'envoyer des présents, des tablettes, à moi, qui ne suis pas un gars vigoureux, et dont l'odorat n'est pas éteint? À moi qui ai le nez plus fin pour flairer un polype, ou le bouc immonde caché sous des aisselles velues, que le chien pour flairer la retraite d'un sanglier? Quelle sueur et quels miasmes malfaisants s'échappent de tous ses membres, quand après avoir épuisé, sans se rassasier, un amour languissant, elle s'agite pour tromper son impudicité mal satisfaite, quand, de son visage, dégouttent la craie et ce fard composé des excréments du crocodile, et que, dans ses mouvements lascifs comme ceux du porc, elle rompt son lit et en disperse les couvertures! Mais combien n'est-ce pas plus immonde encore, quand elle essaie de vaincre mes dégoûts par ces amers reproches: "Tu es moins languissant avec Inachie qu'avec moi. Trois fois dans une nuit tu sers Inachie; avec moi, c'est toujours trop d'une fois pour ta mollesse! Malheur à Lesbie à qui je demandais un taureau, et qui m'a indiqué un amant impuissant! N'avais-je pas sous la main Amyntas de Cos, lui dont le membre est mieux planté et plus indomptable qu'un jeune arbre que ses racines enchaînent à la colline? Pour qui avais-je préparé ces tissus deux fois teints dans la pourpre de Tyr, si ce n'est pour toi, si ce n'est pour qu'il n'y eût pas un convive, parmi les hommes de ton âge, qui fût plus aimé de sa maîtresse que toi? Malheureuse moi-même, moi, que tu fuis et que tu redoutes comme la brebis les loups, comme la chèvre les lions!"
Ch-M. LECONTE de LISLE (1818-1894), HORACE, traduction nouvelle, Paris, A. LEMERRE, 1911
Traduction reprise au site MYTHORAMA avec l'autorisation de Vincent CALLIES.
Ch. M. Leconte de Lisle, que editó y tradujo al Francés la obra completa de Horacio, dijo que los Épodos VIII y XIII no se podían traducir, cosa que reparó A. Lemerre en 1911 traduciéndolos e incluyéndolos en la edición de su predecesor.
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/horace_epodes/lecture/12.htm
13 comentarios:
Amigo Antonio esto es muy fuerte para mi, no el contenido de la poesía que es actualidad pura, ni de los personajes que también me son conocidos, incluso de la métrica conozco algo y en general puedo defenderme, pero la exposición y conocimientos que nos presentas, es dificil igualarte. Realmente eres un genio.
Un fuerte abrazo por la sabiduria y medios, que
a mi personalmente, me hasproporcionado para adquirir mayores conocimientos. Me aporvecharé de ellos. Prosepina
Como si fuese un reto, para entrar en calor después de las vacaciones, éste, mi primer comentario ante un poema... brutal. Por su fondo y por su forma.
Desde luego que hubo una mujer que lo inspiró; las palabras golpean como mazos... y caen desde el desprecio, la repugnancia... pero desnudan a una mujer fuerte -como bien dice Elena- vividora en su cuerpo, su sexo y su deseo.
Como siempre, maestro, tu blog es un regalo. En la variedad está el gusto y nos ofreces todos los matices de los clásicos. Como debe ser:también la poesía desnuda en la brutal realidad.
Un beso... y me alegro de estar de nuevo aquí.
Soledad.
Brutal y valiente poema, supongo que esa es la grandeza de la poesía; describir el momento totalmente desnudo,sin disimular los sentimientos.
A tal punto llega la descripción que produce rechazo y repulsión.
Preciosas imágenes, nítidas y bien escogidas.
El Coliseo una maravilla.
Felicidades Maestro (con mayúscula, sin miedo a don Mario)
Besos
Mi queridísimo Antonio:
es un placer continuar por este recorrido Horaciano, por el recordatorio del concepto literario de la literatura romana, por la veracidad de las ideas, que más próximas nos parecen que nunca. Y, especialmente, por la valentía tuya de revisar los testimonios artísticos que no merecieron censura entonces y, gracias a ti, tampoco la merecen ahora por estos lares poéticos de tu bitácora.
Inaquia, Amintas de Cos, Horacio, Catulo, Lesbia, Clodia: qué universo tan particular crearon estos nombres en nuestra Roma clásica, y de qué manera hacen trascender los sentimientos y las historias domésticas de hace siglos, pues podría parecer que nos los vamos a encontrar de un momento a otro, injuriándose unos a otros, o quizás más bien amándose y destrozando otro nombre sólo por la inseguridad producida por los celos, ante otro amante más grato.
En este caso, Horacio lleva a cabo un ejercicio literario de primer orden, pues introduce el diálogo imaginario con esta mujer denostada, pero es precisamente en la supuesta réplica de ella "con crueles palabras" cuando Horacio parece afectado por su rechazo, a favor del mencionado Amintas de cos. Mientras por los comentarios con las amigas, parece que Horacio le teme a la desidia de esta mujer hacia él.
No nos engañas, Horacio, con esas terribles palabras hacia esta mujer poderosa que gustaba de maquillarse y que igualmente perdía el colorete en el acto amatorio, pues ello parece ofrecerte un viaje hacia el Olimpo, ¿por qué, si no, lo primero de los que presumes es de que ella está celosa de Inaquia? ¿Por qué calificas de "crueles" sus palabras, cuando te jactas de no sentirte atraído ante tamañas cualidades sensuales relatadas? No sería, pues, que no era tan terrible su retrato, sino que tu miedo ante el fracaso te haga hablar en esos términos? ¿Por qué te explayas en esa visión viril de Amintas de Cos en boca de nuestra musa, y te hiere cruelmente?
¿Por qué, Horacio, imaginas que ella demanda tu presencia y clama contra tu desdén?
¿Qué poderoso influjo femenimo y sensual ejercía la dama para hacer nacer el delirio de la poesía en boca de Horacio?
Un prodigio, como siempre, el poema de Horacio, pues esta exento de palabras artificales y admitidas "por el buen gusto", suscribo, querido Antonio el BUEN GUSTO de difundir las palabras de los gigantes clásicos, en las que bulle el amor auténtico, la pasión arrolladora, los miedos del temor al rechazo y a la comparación, pues son constantes universales del corazón humano, y en ellos nos sentimos identificados y estallamos de placer ante la confesión irreverente, que parece quizás ocultar la atracción magnética de esta musa, que sigue dando que hablar y ocupando nuestras mentes y nuestras almas.
¿Es cierto, por otra parte, que los antiguos romanos consideraban el hígado como el órgano receptor de sentimientos, así como nosotros hoy en día hablamos del corazón en estos términos?
Muchas gracias, Antonio, por brindarnos nuevamente un pedazo de vida en llamas. Qué grandeza que en este blog encontremos tanta autenticidad, belleza, y versos estremecedores
Nunca podré agradecerte tus dedicatorias y tu apoyo suficientemente. Un besazo, Antonio querido de tu admiradora Ἑλένη.
Caray con la poesía de Horacio. Se puede llamar poesía a esa descripción tan procaz, tan humillante para la mujer a la que rechaza?
SÍ. Pero no sé...
Un abrazo mucho más bonito para tí, Antonio.
Amiga Carmen,
Rompo mi costumbre de contestar con calma y por orden de aparición a los comentarios del blog, y comento en primer lugar el tuyo, porque lo considero, no diré urgente, pero sí necesario. Si te lees cuidadosamente el comentario de nuestra amiga Elena Clásica, aquí el denostado es el propio Horacio, que no sabe cómo expresar sus celos y su envidia por otros hombres, que, por lo visto, lo son más que él, según entendían ellos el concepto de hombre. Lo que se evidencia aquí es la inferioridad de Horacio ante una situación determinada. La habilidad que tiene Horacio es hacernos creer lo contrario y proyectar en esa mujer lo que son deficiencias, llamémoslas así, propias.
Por lo que respecta a salvaguardar la dignidad de la mujer, si miras bien, he puesto un enlace a un texto de Lucrecio en el que la dignidad de la mujer en general queda restablecida al lugar que le corresponde con todos los honores.
Un beso y toda mi admiración por ti y por las mujeres todas, sin excepción,
Antonio
Querido Antonio. Siempre disfruto aprendiendo... He leído con calma y esa interpretación tiene fundamento.
Eres un cielo con tanto esmero!
Amiga Proserpina,
Gracias por tener la valentía de ser la primera en comentar este Épodo de Horacio que, hay que decirlo, es duro y brutal. Creo que me atribuyes excesivos méritos. Yo, por mi parte, reconozco todos los tuyos, que son múltiples. Ya ves qué mal trataban algunos Romanos, no todos, a las mujeres. ¿Qué le vamos a hacer? Podemos estar en desacuerdo con lo que otros escribieron, pero lo que no podemos hacer es cambiar la Historia.
Un beso,
Antonio
Amiga Soledad,
Tú, cuando te pones a escribir, te conviertes en una Musa. Te pasa lo que le pasaba a Ovidio que, en uno de sus versos dice:
“Y lo que intentaba escribir, me salía poesía”
Pues igual contigo: tú comentas el Épodo de Horacio, un Épodo difícil de comentar, sobre todo para una mujer, por el desprecio hacia la mujer que deja fluir Horacio, y conviertes tu comentario en un texto inspirado por la misma contundencia del Épodo. Tú pones las cosas en su sitio: Sólo me queda resaltar las palabras tuyas que con más fuerza golpean, no sé si a Horacio o a su Poema:
“Brutal. Por su fondo y por su forma.
Las palabras golpean como mazos.
Caen desde el desprecio, la repugnancia.
Desnudan a una mujer fuerte, vividora en su cuerpo, su sexo y su deseo.
En la variedad está el gusto.
Como debe ser: también la poesía desnuda en la brutal realidad”.
Después de citarte, ya no tengo palabras para continuar, porque no quiero que se evidencie mi inferioridad ante ti al escribir.
Un beso,
Antonio
se dice lo que se piensa y se dice como se piensa esta literatura seguro que no estuvo nunca en las aulas ni tampoco en las bibliotecas o por lo menos yo nunca vi ningún libro, la verdad es que es también que soy un poco ignorante.
Mi querida Elena Pascual, Elena Clásica, Ἑλένη,
Yo me quedo, no diré perplejo, porque de ti ya no me sorprende nada –tales son tus conocimientos y tu capacidad de expresión-, pero sí maravillado nuevamente ante tanta sabiduría, tanto rigor y tan grande frescura y lozanía a la hora de expresarte. Tú, cuando haces un comentario, lo haces con fundamento y documentándote bien antes de hacerlo. Detrás de cada expresión tuya, hay siempre una esmerada investigación. Donde los demás leemos sólo las palabras expresadas, tú te vas y nos dejas deducir que tus conocimientos van mucho más allá. Se habla de los métodos que utilizaban las mujeres romanas para maquillarse y tú, en tu comentario, dejas ir que conoces, porque lo habrás leído, los cien versos que nos quedan de la obra de Ovidio dedicada a los procedimientos que utilizaba la mujer para resaltar su belleza, los “Medicamina faciei femineae” (Tratado de cosmética femenina), una obrita que casi nadie conoce. Tú eres capaz de ver un diálogo donde lo hay, pero no es fácilmente reconocible. Tú lees a Horacio en su ambiente, en su contexto y lo captas todo. Es una delicia leerte a ti: después de haberte leído a ti, a uno se le va el mal sabor de boca que le queda después de leer el poema de Horacio que, hay que reconocerlo, es duro y brutal, como ya ha dicho nuestra amiga Begoña.
Parece ser que sí, que era en el hígado donde los Romanos situaban la fuente de la vida y las emociones, en lugar de hacerlo en el corazón, como nosotros.
Puedes encontrar más información en:
http://www.geocities.com/Athens/Delphi/4143/galeriasimbolos/barcelonapuerta/tiempotemplum.html
Sólo me queda decirte que éste es un comentario primero que hago a tus palabras, que, puedes estar segura, en días próximos recibirán un nuevo comentario, más meditado éste, y que esté a la altura de lo que tú has escrito.
Muchas gracias, querida Elena, por la atención con la que te lees lo que yo escribo y por la sabiduría y el placer que nos regalas con tus aportaciones.
Un beso,
Antonio
Amiga Begoña,
En unos pocos adjetivos has sido capaz de hacer una síntesis del poema entero de Horacio. Tu capacidad de expresión es grande. Utilizas las palabras: brutal, valiente, rechazo, repulsión. Creo que tú has entendido perfectamente este atrevido poema. Me quedo con tus halagos, que seguramente no merezco en su totalidad, y, en concreto, también los referidos a las imágenes, tema en el que no existe nadie, no ya que te supere, sino ni siquiera que te iguale.
Un beso,
Antonio
LOli,
Qué nostalgica y qué bonita es la descripción de esa habitación de tus abuelos,LA QUE HACES EN TU ESPACIO, en la que pasaste tu niñez. Y me digo yo: tampoco debe ha hacer tantos años de eso. Por tu forma de escribir, que es perfecta, deduzco que tienes un espíritu juvenil, lozano, vamos, que sigues siendo una niña, como si los años no pasasen por ti.
En relación al comentario que haces en mi espacio sobre el Épodo XII de Horacio, te diré que durante mucho tiempo esos textos sólo estuvieron al alcance de la gente que sabía Latín, porque nadie los traducía. A mí también, en mis primeros años de Latín, casi me hicieron odiarlo, con esas traducciones de La Guerra de las Galias, que nada me decían. Luego, con el paso del tiempo, por mi cuenta, he descubierto que también había textos que hablaban de la vida freal, con toda su crudeza y con todo su encanto.
Ha sido un placer conocerte, asunque sea por los medios cibernéticos.
Cordialmente,
Antonio
Publicar un comentario