ANTONIO MARTÍN ORTIZ: EL MODELO DE MAESTRO SEGÚN MARCO FABIO QUINTILIANO
ANTONIO MARTÍN ORTIZ
EN ESTA POSICIÓN ME HE PASADO LA MAYOR PARTE DE MI VIDA.
AQUÍ Y ASÍ ME TENÉIS.

Omne tulit punctum qui miscuit utile dulci.
OMNE TVLIT PVNCTVM QVI MISCVIT VTILE DVLCI.
(Q. Horatius Flaccus, Epistula ad Pisones, 343)
Ganó todo mérito el que mezcló lo útil con lo agradable.

VERANO DE 1964 EN SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia

<strong>VERANO DE 1964 EN <em>SAINT CIERS DU TAILLON [Charente Maritime], Francia</em></strong>
Mi padre [R.I.P.], un amigo (Josep Ma. Riba i Armenter [R.I.P.]), mi hermana Simona, yo mismo, mi hermana Rosario,
mi hermano Pepe, mi madre [R.I.P.], otro amigo (Josep Amiell):
PATRI MATRIQVE MEIS IN MEMORIAM: Descansen en Paz los dos juntos
.
"Cuando uno ha perdido a su padre y a su madre, se ha quedado sin referencia al pasado".
(Frase mía, que yo, como bien nacido, les dedico a quienes me dieron la Vida y me abrieron el Camino para ser Feliz)
A mí, lo mismo que a Ovidio (Tristia, I, III, 4):
Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.
Todavía ahora se me resbala una lágrima de los ojos, los míos.

Recojo y comparto la frase, más optimista, de mi amigo Carlos Hernández, Chacien: ”Lo que en verdad mata es el olvido”.
No es mi caso, porque yo, estas cosas, no las olvido.

EQUITACIÓN AL SON DE POLCAS VIENESAS

Si quieres disfrutar de la maravilla de ver a los caballos de la Escuela Española de Equitación de Viena danzando al son de las polcas de los Strauss,
PINCHA EN UNO DE LOS ENLACES SIGUIENTES:

1) Spanish Riding School Vienna
2) Spanische Hofreitschule
3) Beliebte Annen-Polka
4) Best Equestrian Art School of Europe 251107.
Ejercicios de doma de caballos

lunes, 29 de junio de 2009

EL MODELO DE MAESTRO SEGÚN MARCO FABIO QUINTILIANO

Marcus Fabius Quintilianus, nacido en Calagurris (Calahorra) en torno al 39 y muerto en Roma en torno al 95 dC, era un hispano Romano que se dedicó a la pedagogía y al arte de enseñar Latín. Escribió una “Institutio Oratoria” (Institución Oratoria), en la que definía cómo debían ser las diferentes etapas de la enseñanza para recuperar la grandeza de la Lengua Latina de cien años antes.

En el Libro Segundo, Capítulo II, nos habla de cómo deberían ser los maestros de escuela. Como podemos comprobar, es un tipo de maestro muy diferente a aquél de que nos hablaba Marcial en:


◄◄◄◄ De las costumbres y obligaciones del maestro ►►►►
Luego que el niño llegue a ser capaz de los conocimientos de la retórica, será entregado a los maestros de esta facultad: cuyas costumbres convendrá examinar lo primero de todo. Y la causa de no haber tocado hasta ahora este punto, no es porque no se haya de poner igual cuidado en examinar la conducta de los demás maestros, como dije en el primer libro, sino porque la edad del discípulo nos obliga a hablar de esto. Pues cuando entra el niño en poder de estos maestros, ya es crecidito, y persevera en el mismo estudio ya joven: y así debe ponerse mayor esmero, para que la conducta irreprensible del maestro preserve de todo daño a los años tiernos, y su circunspección le contenga, para que no se haga desenvuelto, si es de genio avieso y bravo. Porque no basta que el maestro sea muy comedido en todo, sino que debe contener a sus discípulos con el rigor de la enseñanza.
Lo primero de todo el maestro revístase de la naturaleza de padre, considerando que les sucede en el oficio de los que le han entregado sus hijos. No tenga vicio ninguno, ni lo consienta en sus discípulos. Sea serio, pero no desapacible; afable, sin chocarrería: para que lo primero no lo haga odioso, y lo segundo despreciable. Hable a menudo de la virtud y honestidad; pues cuantos más documentos dé, tanto más ahorrará el castigo. Ni sea iracundo, ni haga la vista gorda en lo que pide enmienda: sufrido en el trabajo; constante en la tarea, pero no desmesurado. Responda con agrado a las preguntas de los unos, y a otros pregúntelos por sí mismo. En alabar los aciertos de los discípulos no sea escaso ni prolijo; lo uno engendra hastío al trabajo, lo otro confianza para no trabajar. Corrija los defectos sin acrimonia ni palabras afrentosas. Esto hace que muchos abandonen el estudio, el ver que se les reprende, como si se les aborreciese. Dé cada día a sus discípulos alguno o algunos documentos, para que los mediten a sus solas. Pues aunque la lección de los autores les suministrará abundantes ejemplos para la imitación, la viva voz, como dicen, mueve más: principalmente la del maestro, a quien los discípulos bien educados aman y veneran. Pues no se puede ponderar con cuánto más gusto imitamos a aquéllos a quienes estimamos.

De ninguna manera debe permitirse a los niños la licencia, que hay en las más escuelas, de levantarse de su puesto, ni de dar saltos, cuando a alguno se le alaba; antes aun los jóvenes, cuando oyeren las alabanzas, las aprobarán, pero con moderación. De aquí nacerá, que el discípulo estará como pendiente del juicio del maestro, juzgando que ha obrado bien, sólo cuando el maestro diese su aprobación. Pero la costumbre, que algunos llaman humanidad, de aplaudir a alguno por cualquier cosa, es muy reprensible a la verdad; pues no sólo es ajena de la seriedad de una escuela y propia de los teatros, sino la más contraria de los estudios. Porque tendrán por ocioso el esmerarse en el trabajo, al ver que por cualquier cosa que hagan, han de ser aplaudidos. Tanto los que oyen, como el que declama, deben mirar al maestro, para conocer lo que él aprueba o desaprueba: con lo que adquirirán facilidad con la composición, y discernimiento con el continuo oír. Mas al presente vemos que no solamente al fin de cada cláusula se levantan los discípulos, para aplaudir al que recita, sino que corren y dan palmoteos y voces descompasadas. Esto lo practican los unos con los otros; y en esto consiste el buen suceso de la declamación. De aquí nace el orgullo y vana esperanza que conciben de su saber; en tal forma que, empavonados ya con aquella vocería de sus condiscípulos, si las alabanzas del maestro son moderadas, forman mal juicio de él. Aun cuando los mismos maestros declaman, hagan que los discípulos le oigan con atención y modestia; porque la censura de lo que el maestro compone, no la ha de esperar de los discípulos, sino éstos del maestro. Si es posible, debe observar con toda atención qué cosas alaba cada uno y cómo las alaba; y alégrese de que lo bueno merezca la aprobación, no tanto por respeto suyo, cuanto por señal de discernimiento en los que lo alaban.



No apruebo que los niños estén sentados entre los jóvenes. Porque aunque un hombre tal, cual debe ser el maestro por la suficiencia y costumbres, pueda tener a raya a los jóvenes, con todo eso deben los tiernos separarse de los que son crecidos; y no sólo debe evitar cualquier acción indecorosa, sino aun la sospecha de ella. He tenido por conveniente dar este aviso sólo de paso; porque si el maestro y los discípulos carecen aún de los menores vicios, ocioso es el advertir esto. Y si alguno, cuando toma maestro, no huye de lo que es manifiestamente vicio, entienda, que cuanto vamos a decir para la utilidad de la juventud, es ocioso sin esto.

(Traducción de Ignacio Rodríguez y Pedro Sandier

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/24616141101038942754491/p0000002.htm#I_27_

◄◄ De moribus et officiis praeceptoris ►►

[1] Ergo cum ad eas in studiis uires peruenerit puer ut quae prima esse praecepta rhetorum diximus mente consequi possit, tradendus eius artis magistris erit. Quorum in primis inspici mores oportebit: [2] quod ego non idcirco potissimum in hac parte tractare sum adgressus quia non in ceteris quoque doctoribus idem hoc examinandum quam diligentissime putem, sicut testatus sum libro priore, sed quod magis necessariam eius rei mentionem facit aetas ipsa discentium. [3] Nam et adulti fere pueri ad hos praeceptores transferuntur et apud eos iuuenes etiam facti perseuerant, ideoque maior adhibenda tum cura est, ut et teneriores annos ab iniuria sanctitas docentis custodiat et ferociores a licentia grauitas deterreat. [4] Neque uero sat est summam praestare abstinentiam, nisi disciplinae seueritate conuenientium quoque ad se mores adstrinxerit.

Sumat igitur ante omnia parentis erga discipulos suos animum, ac succedere se in eorum locum a quibus sibi liberi tradantur existimet. [5] Ipse nec habeat uitia nec ferat. Non austeritas eius tristis, non dissoluta sit comitas, ne inde odium, hinc contemptus oriatur. Plurimus ei de honesto ac bono sermo sit: nam quo saepius monuerit, hoc rarius castigabit; minime iracundus, nec tamen eorum quae emendanda erunt dissimulator, simplex in docendo, patiens laboris, adsiduus potius quam inmodicus. [6] Interrogantibus libenter respondeat, non interrogantes percontetur ultro. In laudandis discipulorum dictionibus nec malignus nec effusus, quia res altera taedium laboris, altera securitatem parit. [7] In emendando quae corrigenda erunt non acerbus minimeque contumeliosus; nam id quidem multos a proposito studendi fugat, quod quidam sic obiurgant quasi oderint. [8] Ipse aliquid, immo multa cotidie dicat quae secum auditores referant. Licet enim satis exemplorum ad imitandum ex lectione suppeditet, tamen uiua illa, ut dicitur, uox alit plenius, praecipueque praeceptoris quem discipuli, si modo recte sunt instituti, et amant et uerentur. Vix autem dici potest quanto libentius imitemur eos quibus fauemus.

[9] Minime uero permittenda pueris, ut fit apud plerosque, adsurgendi exultandique in laudando licentia: quin etiam iuuenum modicum esse, cum audient, testimonium debet. Ita fiet ut ex iudicio praeceptoris discipulus pendeat, atque id se dixisse recte quod ab eo probabitur credat. [10] Illa uero uitiosissima, quae iam humanitas uocatur, inuicem qualiacumque laudandi cum est indecora et theatralis et seuere institutis scholis aliena, tum studiorum perniciosissima hostis: superuacua enim uidentur cura ac labor parata quidquid effuderint laude. [11] Vultum igitur praeceptoris intueri tam qui audiunt debent quam ipse qui dicit: ita enim probanda atque improbanda discernent; sic stilo facultas continget, auditione iudicium. [12] At nunc proni atque succincti ad omnem clausulam non exsurgunt modo uerum etiam excurrunt et cum indecora exultatione conclamant. Id mutuum est et ibi declamationis fortuna. Hinc tumor et uana de se persuasio usque adeo ut illo condiscipulorum tumultu inflati, si parum a praeceptore laudentur, ipsi de illo male sentiant. [13] Sed se quoque praeceptores intente ac modeste audiri uelint: non enim iudicio discipulorum dicere debet magister, sed discipulus magistri. Quin, si fieri potest, intendendus animus in hoc quoque, ut perspiciat quae quisque et quo modo laudet, et placere quae bene dicet non suo magis quam eorum nomine delectetur qui recte iudicabunt.

[14] Pueros adulescentibus permixtos sedere non placet mihi. Nam etiamsi uir talis qualem esse oportet studiis moribusque praepositum modestam habere potest etiam iuuentutem, tamen uel infirmitas a robustioribus separanda est, et carendum non solum crimine turpitudinis uerum etiam suspicione. [15] Haec notanda breuiter existimaui. Nam ut absit ab ultimis uitiis ipse ac schola ne praecipiendum quidem credo. Ac si quis est qui flagitia manifesta in eligendo filii praeceptore non uitet, iam hinc sciat cetera quoque, quae ad utilitatem iuuentutis componere conamur, esse sibi hac parte omissa superuacua.

10 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Bueno, querido amigo, muchos de los consejos, o quizá todos, tienen aplicación hoy. El respeto es uno de los valores a recuperar, pues, según dicen algunos de mis amigos que trabajan en la enseñanza, flojea bastante. Y no menos importante es, como señala Quintiliano, que el maestro sea persona honesta, discreta y sin vicios, porque mal modelo puede ser quien se comporta de otra manera.
Gracias, como siempre, por tus contribuiciones a mi blog, siempre haciendo gala de una gran precisión. Disculpa que no te conteste en él, pues ando muy apurada de tiempo y prefiero invertirlo en visitaros y leer vuestros trabajos. Un abrazo muy fuerte y recuerdos a Ana.

carmen dijo...

Me quedo con : la sobriedad en el halago. Creo que hay que animar y motivar a los niños, pero sin que sientan que ya han hecho bastante...
Es todo un arte de prudencia, de orientación ,de espíritu alegre y fuerte...
Benditos maestros!!

Me lo voy a leer ogtra vez. Un abrazo, Antonio.

Unknown dijo...

Siguiendo con lo que ya dije en la otra entrada que participe, la educación trasciende tiempos y espacios, pero no es ajena al contexto donde se encuentra. Hoy por hoy la educación ha perdido la intensidad, el fin que perseguía y la razón por la que impartía, los docentes han olvidado la esencia de su profesión, los planes de estudio se han degenerado al grado de ser meros productores de futuros empleados calificados en temas que solo le conviene al sistema que se aprendan y nada más. De los alumnos mejor no hablar, perdidos en lo efímero del sistema, en la nada de la vida le hemos entregado, pasan por las aulas intentando no estar allí, olvidando el sentido de ubicación y de educación mínimos.

Se necesita que tanto profesores como alumnas aprendan a respetarse, que orienten la educación en elevar el nivel humano e intelectual del alumno y no tanto en los beneficios que determinada educación le da a cada persona que pasa por ella.

Siempre interesante pasar por aquí, es un lugar por lo demás recomendable.

Me deja pensando mucho cada vez que te leo.

Un abrazo.

HologramaBlanco

Anónimo dijo...

Estimado Antonio,

Permítame que me presente. Mi nombre es Mario, Mario Moliner. Soy nuevo en estas lides virtuales y he dado con su blog pues no sé muy bien cómo, pero quería decirle que me pasaré de cuando en cuando por esta apartada orilla y que sería un honor que usted hiciera lo propio en mi predio blogosférico.

Reciba un cordial saludo,
Mario

PD: ¿Cómo hace usted para que le suene la música dentro del blog? Mi sobrino, que me atiende en la cosa técnica, no da con el modo. Gracias.

elena clásica dijo...

Mi querido Antonio:

una belleza de entrada en la que nos ofreces este maravilloso texto de Marco Fabio Quintiliano sobre las virtudes del maestro.
Suscribo la opinión de los comentaristas anteriores sobre el estado actual de la enseñanza; como señala nuestra querida Isabel Romana, sería labor primordial recuperar el concepto del respeto hacia el profesor, algo tan obvio y sin embargo, desgraciadamente, olvidado. Por su parte, Edgardo, opta por la búsqueda de muchos valores perdidos, de volver a saborear la esencia del significado de la enseñanza: que el profesor sepa orientar a sus alumnos en la adquisición de facultades intelectuales pero también humanas. No puedo estar más de acuerdo con ellos.

Este modelo de maestro que nos muestras en tu texto es, en verdad, el espejo en el que los alumnos aprenden la esencia de los valores educativos, de la convivencia: el comedimiento, la constancia, el reconocimiento dela valía de los pupilos, la disciplina bien entendida... es un verdadero lujo este discurso sobre el buen hacer, sobre una de las profesiones más hermosas que existen. El maestro, el profesor es la imagen de referencia para el alumno en un espejo metafórico. La búsqueda del buen hacer es la responsabilidad, y qué grande de los docentes, y ante todo la receptividad, cuánto se puede aprender de los alumnos a diario, pues esta profesión ante todo es una labor humanística, en la que todos aprendemos valores éticos y vitales.
Cuánto ha de gustarte a ti, querido amigo, este texto, pues de esta manera ejerces siempre tu trascendente labor de dejarnos aprender con tu selección de grandes autores, de maravilllosas citas, de los textos más grandes de los gigantes clásicos y todo ello acompañado de una plástica belleza artística.
Un besazo para ti, tu admiradora Ἑλένη.

Anónimo dijo...

Estimado amigo Antonio,

He avanzado algo en lo de insertar música en mi foro virtual, pero no logro que la música se active sola, como pasa aquí, y me sale un incómodo panel del que algún lector se ha quejado ya.

Le agradecería una ayuda al respecto y perdone que le moleste con mis naderías.

Un saludo,
Mario

Aristos Veyrud dijo...

"porque si el maestro y los discípulos carecen aún de los menores vicios, ocioso es el advertir esto." Cuando la sociedad tiende a la buena salud las reglas y las normas se minimizan y la educación se puede enfocar más hacia la investigación y a la afirmación de los valores humanos. Cuando la sociedad enferma el desprecio hacia lo que la sustenta es moneda corriente y la educación se resiente pero en esta puede estar la cura.
Un gran saludo Maestro!!!

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Isabel,

Ya conocía el texto del discurso de Marco Antonio en el funeral de Julio César, QUE NOS PRESENTAS EN TU ESPACIO. Es uno de los mejores textos que he leído. Muy apropiada esta entrada para quien no lo conozca.

Totalmente de acuerdo estoy contigo en lo que opinas sobre los maestros y la enseñanza en mi espacio a propósito de Quintiliano. Me añado como parte activa a todos esos amigos tuyos y a sus opiniones.

Un abrazo,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Carmen,

Muy interesante tu reflexión, LA QUE HACES EN TU ESPACIO, sobre el lenguaje y la idea esa de Gramsci de que primero hay que violentar el lenguaje y luego ya vendrá la revolución por sí misma. Y es que el lenguaje, como bien dices, conforma la realidad. Cuando nos encontramos ante alguien que no habla, muchas veces lo que pasa no es que no quiera hablar, lo que sucede es que carece de pensamientos porque el lenguaje aún no se ha aposentado en sus neuronas.

Muchas gracias por el comentario que haces a los maestros y profesores en mi espacio a propósito de Quintiliano: ya nos hace falta que haya personas como tú, que reconozcan la labor valiosa de los maestros, sobre todo por parte de esos padres y madres, que los hay, que son incapaces de aguantar a sus propios hijos.

Un abrazo,

Antonio

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amiga Elena, Ἑλένη,

Poco puedo añadir yo a lo que tú dices en el comentario que haces en mi espacio sobre los maestros, sobre los profesores. Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo lo que dices, incluida esa serie de halagos que tan generosamente me concedes, quizá de forma inmerecida. De lo que sí estoy seguro es de que tú te has visto reflejada en ese texto de Quintiliano, porque, por lo que conozco de ti, ya te lo he dicho alguna que otra vez, tienes todo el aspecto de ser una de esas profesoras que dejan a sus alumnos con la boca abierta y ensimismados en tus palabras.

Vamos, que tú eres de las mejores, y, si de alguna cosa tengo que tener nostalgia en mi vida, es de no haber tenido profesoras como estoy seguro que eres tú.

Te dejo toda mi admiración y todo mi afecto y el deseo de que sigas siendo como eres, porque, cuando se está entre las mejores, no hay excesiva necesidad de cambiar.

Un beso y un abrazo muy fuertes y cariñosos, querida y admirada Elena,. Ἑλένη,

Antonio.