martes, 2 de junio de 2009
MAMÁ, TENGO HAMBRE (Poema de Soledad Sánchez M.)
"Envuelto en oscuro tegumento curtido,
ovillado en el hambre perpetua
de ojos inmensos inyectados en sangre,
afilados montículos de hueso,
macabra orografía siempre negra
del África que llora.
Moscas audaces
sobre sus lágrimas saladas
que destilan la hambruna,
sobre sus labios agrietados
que rasgan y perforan
la palabra alimento,
moscas voraces
sobre la tierra yerma y cuarteada
donde se ha derrumbado
el cuerpo seco y hueco
de la res polvorienta,
tambor ya de la noche desértica.
Aguda marioneta destripada,
con los hilos segados por la sed milenaria
de ojos vueltos al cielo como platos,
esperando las nubes que no llegan.
Consuelo en el pezón de la madre reseca,
colgado a su costado.
Madre que aplaca el hambre
a golpe de kilómetros buscando... ¿qué?
encontrando el lugar más alejado
del círculo del hambre
para dejar al vástago tumbado.
Cándida espera del maná blanco,
de la culpa blanca
que envía en sobres blancos
lo que sobra.
Ávidos buitres festonando tu sombra
niño negro, aguzado,
con tu mano eternamente abierta
mostrando en su palma
un eterno agujero".
Poema de mi gran amiga,
Soledad Sánchez M.
ovillado en el hambre perpetua
de ojos inmensos inyectados en sangre,
afilados montículos de hueso,
macabra orografía siempre negra
del África que llora.
Moscas audaces
sobre sus lágrimas saladas
que destilan la hambruna,
sobre sus labios agrietados
que rasgan y perforan
la palabra alimento,
moscas voraces
sobre la tierra yerma y cuarteada
donde se ha derrumbado
el cuerpo seco y hueco
de la res polvorienta,
tambor ya de la noche desértica.
Aguda marioneta destripada,
con los hilos segados por la sed milenaria
de ojos vueltos al cielo como platos,
esperando las nubes que no llegan.
Consuelo en el pezón de la madre reseca,
colgado a su costado.
Madre que aplaca el hambre
a golpe de kilómetros buscando... ¿qué?
encontrando el lugar más alejado
del círculo del hambre
para dejar al vástago tumbado.
Cándida espera del maná blanco,
de la culpa blanca
que envía en sobres blancos
lo que sobra.
Ávidos buitres festonando tu sombra
niño negro, aguzado,
con tu mano eternamente abierta
mostrando en su palma
un eterno agujero".
Poema de mi gran amiga,
Soledad Sánchez M.
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