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nos viene regalando, de unas semanas acá, unos bonitos versos de “Las Geórgicas” de Virgilio, que yo tengo la costumbre de comentar. En su espacio, un “locus amoenus”, podéis encontrar el comentario que transcribo aquí, tal cual, añadiendo el texto Latino. Allí encontraréis al ambiente propicio para goce y disfrute de la cita, porque está acompañado de un hermoso poema suyo, una música celestial, y una bucólica pintura de Klimt.
Paso a comentar la joya de frase de “Las Geórgicas” que nos ha regalado esta semana nuestra amiga Soledad, en su “locus amoenus”, porque este espacio es más y más atractivo cada día. Ahora tenemos un magnífico paisaje, una arboleda de Klimt, por la que nos podemos pasear al son de las notas de la Novena Sinfonía de Beethoven, con la Oda a La Alegría de Schiller de fondo, al tiempo que disfrutamos de la beatitud y tranquilidad bucólica que nos transmite el poema de Soledad, que acompaña generosamente a este cúmulo de sensaciones.
A mí, que me eduqué entre los Clásicos Griegos y Latinos, el lindo poema de nuestra Soledad me transmite resonancias de Homero, que insistentemente les llamaba “aladas” a las palabras, palabras sencillas que eran las suyas, porque procedían del pueblo, como “sencillas” les llama Soledad a sus palabras, que, me imagino, proceden de lo más noble de su espíritu. Y es que la sencillez es una cualidad. Y no suele abundar por estos mundos intelectuales.
No puede uno imaginarse mejor espacio y ambiente para comentar unos versos de esa obra tan dedicada al campo y a la vida y al trabajo al aire libre, como son “Las Geórgicas”.
Decíamos, decía nuestra Soledad, hace unas cuantas semanas, al comienzo de esta serie:
“Labor omnia uicit improbus et duris urgens in rebus egestas” (Geórgicas, I, 145-6).
“Todo lo ha vencido el trabajo ímprobo, y la pobreza que apremia en las condiciones duras”.
Sigue Virgilio con los versos de esta semana:
“Prima Ceres ferro mortalis uertere terram instituit” (Geórgicas, I, 147-8).
“Fue Ceres la primera que enseñó a los hombres a remover la tierra con el arado”.
Es el paso de la Edad de Oro de Ovidio, en la que la Naturaleza nos lo daba todo, sin esfuerzo ninguno por nuestra parte, a la Edad de Plata, en la que se nos dio el trabajo como herramienta para superar todas nuestras desgracias. Es la expulsión del Paraíso Terrenal. Pasamos de un mundo gobernado por Cronos (Saturno) a un mundo regido por Zeus (Júpiter).
Y prosigue inmediatamente Virigilio:
“... cuando ya empezaban a faltar las bellotas y los madroños del sagrado bosque y Dodona [Dodona, en El Epiro, comarca de Grecia donde había extensos bosques de encinas, cuyo fruto, la bellota, al decir de los poetas, fue la primera comida de los hombres] negaba su alimento. Después también el trigo sufrió nuevo castigo: el anubio nocivo [hongo parásito del trigo] que consume las espigas y el pelado cardo que se eriza sobre los campos. Perecen los sembrados y crece en su lugar la áspera maleza, el lampazo y el abrojo, y en medio de vistosas mieses sobresalen la cizaña estéril y las avenas locas. Por lo tanto, si no persigues sin tregua la hierba con los rastros y espantas con ruidos a las aves, levantas, guadaña en mano, el tapiz que cubre el campo e invocas con súplicas la lluvia, ¡ay!, en vano contemplarás el grueso montón de trigo ajeno y tendrás que acallar solitario el hambre, sacudiendo la encina de los bosques”.
(Geórgicas, I, 148-159, en traducción de Tomás de la Ascensión Recio García y Arturo Soler Ruiz).
……………
cum iam glandes atque arbuta sacrae
deficerent siluae et uictum Dodona negaret.
150
Mox et frumentis labor additus, ut mala culmos
esset robigo, segnisque horreret in aruis
carduus: intereunt segetes, subit aspera silua
lappaeque tribolique, interque nitentia culta
infelix lolium et steriles dominantur auenae.
155
Quod nisi et adsiduis herbam insectabere rastris,
et sonitu terrebis auis, et ruris opaci
falce premes umbras uotisque uocaueris imbrem,
heu magnum alterius frustra spectabis aceruum
concussaque famem in siluis solabere quercu.
La Romana Ceres (su equivalente entre los Griegos es Deméter) es, entre otras cosas, la diosa de la agricultura, la diosa maternal de la Tierra, la que hace que la Naturaleza sea fecunda, que los árboles den frutos y los sembrados sonrían al agricultor, con generosas mieses. No olvidemos que en nuestra lengua la palabra “cereal”, base fundamental de la alimentación de los primeros hombres, etimológicamente se relaciona con Ceres. Es la divinidad de la tierra cultivada, es esencialmente la diosa del trigo. Sus leyendas se han desarrollado en todas las regiones helénicas en las que prospera este cereal.
En el mito, Ceres (Deméter) se halla íntimamente relacionada con su hija Prosérpina [Sí, es esdrújula, aunque generalmente se pronuncie como llana] (Perséfone), que fue raptada, para hacer de ella su consorte, por su tío Plutón (Hades), lo que dio origen a las Cuatro Estaciones. Pero eso es ya otra historia. Me quedo aquí, porque, como me decía una buena amiga, “todo llegará”.
10 comentarios:
No sabes lo que ganan estas pequeñas joyas de Ovidio con tus explicaciones y tus imágenes. Es incríble lo que pueden encerrar unas pocas palabras. De este verso, me quedo con la TIERRA. El poder que la tierra ha ejercido siempre sobre los hombres (al fin y al cabo de ella o gracias a ella obtenemos nuestro sustento, aunque sea con el omitido arado) y con el poder generador de la tierra. Tierra madre, madre naturaleza, tierra toda, a la que siempre me he sentido muy unida porque, indudablemente, a ella habré de volver (eso sí, espero que tarde...).
Leí tu comentario en el blog de Isabel, acerca del género de l@s idus de marzo. Un anónimo te lo discute más abajo. Siempre lo vi traducido como masculino. Cuando tengas un huequecito, podrías explicarlo en detalle. Al igual que la acentuación de Prosérpina (así lo diré y escribiré a partir de ahora) aunque siempre la leí y escribí como palabra llana. Me gusta encontrar estos detalles en tus textos: enriquecen el lenguaje y son una fuente de apredizaje.
Un beso, maestro, felices sueños y hasta mañana.
Soledad.
Amiga Soledad,
Me levanto por la mañana, me ducho, me afeito, y todo eso. Abro el ordenador y me encuentro con unas líneas tuyas que, siempre, dan lugar a un extenso comentario, porque, cuando tú dices algo, siempre atinas en lo esencial. Tienes esa capacidad y hay que reconocerlo.
Cuando tú dices que del comentario a la “Ceres” de “Las Geórgicas” de Virgilio, te quedas con la palabra “TIERRA”, a mi inmediatamente me entra el deseo de desempolvar algún libro de mi biblioteca, y citarte algún texto de alguien autorizado que llegó, tras largos estudios, al mismo lugar al que has llegado tú, con tu fino olfato y tu atinada intuición.
Cito aquí, textualmente, lo que escribió Eduardo Valentí, Catedrático que fue de Lengua Latina, de la Universidad de Barcelona, en su edición y traducción (Barcelona, EDICIONES ALMA MATER, S.A. [Ahora C.S.I.C.], 1961, pág. XXIX) de la obra de Lucrecio, “De rerum natura” (“Sobre la naturaleza”), refiriéndose al texto que yo te regalé, y me regalé, hace unos días, con el título de ”IN MEMORIAM”.
Y es que esa Madre de los Enéadas, esa Venus nutricia y creadora, puede perfectamente asimilarse a lo que tú llamas “TIERRA”, a la Ceres de “Las Geórgicas”.
“... el proemio inicial: una invocación a Venus, que es quizá el himno religioso más profundo y bello que nos ha dejado la Antigüedad pagana, encabezando una obra destinada a negar la intervención de los dioses en las cosas humanas”.
Es lo que tenía que decir al respecto.
Gracias por tus elogios y por lo del “Anónimo”. Ten por seguro que recibirá la rectificación adecuada, pues yo también soy “cabezudo” y, cuando abro la boca, aunque me puedo equivocar como cualquier mortal y me equivoco, procuro que esas palabras que tú llamas “aladas” puedan volar sin dificultad y a campo abierto.
Te envío un beso matinal, el deseo de que tengas un buen día.
Antonio
Continuo disfrutando leyendote y sobretodo aprendiendo !
El hombre, vuelve una vez y otra a la infancia.
El retorno nostálgico a la edad de los dones maternos, a la leche de los pechos generosos, a la ausencia de dificultades (eso cree, luego de idealizar), a la serenidad de un tiempo sin responsabilidades y que se percibe de lento paso.
Así entiendo los mitos que evocan el paraíso perdido, desde la ruda realidad del esfuerzo.
Siempre son reconfortantes, arrullaron a quienes los verbalizaron y a los que les continuamos a tantos siglos de distancia.
Hermosas, además de las palabras, las imágenes.
Antonio, leída la lección de hoy y a la espera del origen de las cuatro estaciones.
Gracias y besos.
Miss Totem,
Todo sigue su curso. Seguiré hablando de la mirra. A ver si por Andorra puedes encontrar un frasco de mirra. Serían necesarias unas gotas de mirra en el cuello para seguir adecuadamente los textos que colgaré en el árbol de la mirra.
Un beso desde España,
Antonio
Hipólita,
qué bonito es lo que describes y cómo explicas de bien ese deseo que todos quizá tengamos de volver al seno materno. Es lo que el psicólogo Erich Fromm explica en su libro "El miedo a la libertad", el miedo a ser nosotros mismos. Pero resulta que tenemos que crecer, tenemos que volar, tenemos que vivir, y tenemos que tener nuestra vida independiente. Hermosas palabras las tuyas.
Un beso,
Antonio
PS.: Y ahora me voy a tu casa, es decir, a tu espacio, para ver si puedo leer el texto que el otro día se me resistía.
winsta,
Me halaga en cantidad que estés esperando mis explicaciones. Ahora tengo que explicar lo de la mirra y algunas cosas que van saliendo. Para preparar lo de las Cuatro Estaciones, te aconsejo que escuches primero LAS ESTACIONES de Haydn. Es un oratorio tan y más grandioso que LA CREACIÓN. Sigues, si puede ser, el texto también, que está en Alemán. Tú, con tanta lengua que dominas, no tendrás problema. Es una obra no muy conocida ni muy escuchada, pero te puedo asegurar que a mí me emociona cada vez que la escucho. Lo más delicioso son EL OTOÑO y EL INVIERNO. Escucharlos produce un estado de placidez y alegría tan grande, que me atrevería a calificar de "báquico, "orgiástico", casi "orgásmico".
La gente suele escuchar Las Estaciones de Vivaldi, pero son dos obras completamente diferentes.
Tomo nota de tu deseo, que será debidamente complacido.
Un beso otoñal, es decir, lleno de entusiasmo,
Antonio
Me sumo a los comentarios de soledad sánchez y de hipolitta. No me imagino el mundo sin los mitos, sin todas esas historias que nos han amamantado y nos han traído (como humanidad) hasta aquí. Abrazos agradecidos por tanta sabiduría ocmo nos brindas, querido antonio.
Querida Isabel,
Muy agradecido estoy por tus elogios que, siendo tuyos, con todo lo que tú sabes y expones de arte, vida, y costumbres romanas, tienen mucho más valor. Te conoces el mundo romano como si lo hubieras recorrido todo entero a pie. Es fantástico.
Un beso y un abrazo,
Antonio
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