Podías sujetarte el pecho con una piel de toro,
pues esa piel no da cabida a tus tetas.
(Marcial, XIV, LXVI)
Sujetador, comprime los pezones crecientes de mi amada,
para que haya algo que coja y tape mi mano.
(Marcial, XIV, CXXXIV)
Taurino poteras pectus constringere tergo:
Nam pellis mammas non capit ista tuas.
Fascia, crescentes dominae compesce papillas,
ut sit quod capiat nostra tegatque manus.
Nuestra amiga Elena Pascual, que tiene un blog de lo más exquisito, lleno de inspiración poética y sabrosas palabras, ha dejado un comentario en el que relaciona todo: lo de antes y lo de ahora, lo intemporal y la cotidianeidad de la Roma Antigua. Es un texto tan lleno de poesía y bien escribir que, como ya viene siendo habitual, merece ocupar un lugar de primer orden juntos a estos breves epigramas de Marcial.
Muchas gracias, querida Ἑλένη
Antonio
“Mi querido Antonio:
La imagen realista, oronda, opulenta, de tan exuberante romana parece hacer volver los ojos a nuestro insigne poeta, que tan descarado se muestra al hablar de la piel de toro que sustituya a la de esta figura matronil o dirigiéndose al sostén que comprima tan libertaria figura.
Pues, una vez más, la imagen de vida que se extiende por este universo es la de los personajes auténticos de Roma que pasean, observan complacidos, o dirigen palabras picantes a las romanas que así cimbrean amplias caderas y generosos senos.
La vida de nuestros padres en el tiempo, no son libros muertos ni declinaciones y gramática, sino la del fulgor de unos ojos que entienden el universo reflejado en el escote espléndido de una voluptuosa mujer.
El descaro y la osadía de la comparación con la piel de toro presentan un código retórico tan cálido, una inmediatez en la imagen, una representación tan vívida, que realmente nos llevan a la composición de la hermosa en nuestra mente, a la imaginación de la Roma clásica hecha un hervidero de ojos, piropos, deseos y sueños.
La gracia de las pinturas y esculturas de elegantes protuberancias, la misma imagen del toro, vida y calor, nos presentan el latín vivo, la poesía sentida, la recitada por el cuerpo y el alma.
Esto es enseñar, tú eres la figura del profesor insigne con el que aprendes disfrutando, pues tú amas a Horacio y nos enseñas a amarlo sin darnos cuenta de ello, pues tú nos llevas al mundo vivo de los clásicos desde las palabras de Marcial, pues nos paseamos por las miradas de veinte siglos atrás. Pues este blog es la maravilla de Roma, de la poesía, del arte y de la vida.
Maestro, una vez más, gracias.
Tu admiradora Ἑλένη”
8 comentarios:
Una entrada genial con deliciosos y simpáticos epigramas. Hay que ver cómo debía llamar la atención esta mujer al ir al mercado. Nos la podemos imaginar en cuerpo y alma, muy hermoso.
Por cierto, disculpa que no tuve tiempo de comentar nada sobre el poema del pajarito de Catulo, que en cualquier caso me encantó, es estremecedor.
Marcial tendría mucho trabajo hoy con tanta silicona... Hasta los sujetadores estarán cansados!
Hay poetas que hacen travesuras con su arte sumando muchas anécdotas en sus escritos y en su vida ordinaria. Un maestro en este sentido fue Don Francisco de Quevedo. Es una veta de la poesía que algunos logran explotar con gracia sin dejar de lado la crítica aguda y sin que su estilo caiga, caricaturizando costumbres y rasgos de la época en que vivieron. Tal vez con esto de la silicona surja algún Marcial o un Quevedo que deje sus notas acotando la costumbre.
Antonio gracias por recordar que la poesía tiene también esta posibilidad de expresión.
Un gran saludo!!!
Amiga Carmen Pascual,
Estupendo, extenso y profundo el estudio que nos presentas EN TU ESPACIO sobre Ernesto Sábato. Ya se nota que es uno de tus autores preferidos. Y ello significa que tienes muy buen gusto y sabes elegir a los mejores. Felicidades por ese perfil que nos presentas. No conocía yo tantos detalles de Ernesto Sábato y este texto me ha enriquecido mucho.
¿Te imaginas a esa Romana de la que habla el epigrama de Marcial paseándose por el Mercado, en busca de una piel de toro, y Ernesto Sábato presenciándola atónito a sus 98 años?
Un beso,
Antonio
Amiga Carmen,
Estupendo homenaje el que haces EN TU ESPACIO a la vida en tu entrada. Hay que repugnar toda muerte innecesaria. En realidad ninguna muerte es necesaria. Quizá sea la muerte lo más irracional de la vida.
Sobre el comentario que haces en mi espacio, te diré que me ha hecho mucha gracia eso de la silicona. Menos mal que en Roma no había silicona, porque, de ser así, ya me tendrías a todos los toros de Roma temiendo por su piel.
Un abrazo,
Antonio
Mi querido Antonio:
La imagen realista, oronda, opulenta de tan exuberante romana, parece hacer volver los ojos a nuestro insigne poeta, que tan descarado se muestra al hablar de la piel de toro que sustituya a la de esta figura matronil o dirigiéndose al sostén que comprima tan libertaria figura.
Pues, una vez más, la imagen de vida que se extiende por este universo es la de los personajes auténticos de Roma que pasean, observan complacidos o dirigen palabras picantes a las romanas que así cimbrean amplias caderas y generosos senos.
La vida de nuestros padres en el tiempo, no son libros muertos ni declinaciones y gramática, sino la del fulgor de unos ojos que entienden el universo reflejado en el escote espléndido de una voluptuosa mujer.
El descaro y la osadía de la comparación con la piel de toro presentan un código retórico tan cálido, una inmediatez en la imagen, una representación tan vívida que realmente nos llevan a la composición de la hermosa en nuestra mente, a la imaginación de la Roma clásica hecha un hervidero de ojos, piropos, deseos y sueños.
La gracia de las pinturas y esculturas de elegantes protuberancias, la misma imagen del toro, vida y calor, nos presentan el latín vivo, la poesía sentida, la recitada por el cuerpo y el alma.
Esto es enseñar, tú eres la figura del profesor insigne con el que aprendes disfrutando, pues tú amas a Horacio y nos enseñas a amarlo sin darnos cuenta de ello, pues tú nos llevas al mundo vivo de los clásicos desde las palabras de Marcial, pues nos paseamos por las miradas de veinte siglos atrás. Pues este blog es la maravilla de Roma, de la poesía, del arte y de la vida.
Maestro, una vez más gracias.Tu admiradora Ἑλένη.
Amiga del alma, Elena, Ἑλένη
Recibido tu comentario a los epigramas de Marcial, me ha parecido tan lleno de frondosidad, de riqueza, de exuberancia, de bien escribir y atinadas palabras, que no se me ha ocurrido otra cosa que colocarlo, como ya viene siendo costumbre, como corolario poético a los dos epigramas.
Es que, cuando te pones a escribir, la inspiración y las palabras acertadas te salen por todas partes.
Estoy seguro de que no existe en nuestro entorno ninguna profesora tan buena y tan eficiente como tú.
Es todo un placer para mí compartir tu amistad y tus pensamientos.
Un enorme abrazo, querida Elena, Ἑλένη
Antonio
Amigo Dilman,
Estupendo el comentario que hiciste hace unos días en mi espacio al epigrama de Marcial sobre el sujetador, comparándolo con Quevedo. Creo que fueron dos personajes con la misma vena poética. Tú tienes siempre la finura de atinar en todo.
Un abrazo,
Antonio
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