(Iulius Obsequens: Prodigiorum liber)
Anno DXXXVII ab Vrbe Condita (= 217 aC)
Bajo los cónsules Cneo Servilio Gémino y Gayo Quintio Flaminio, cónsul por segunda vez
En Roma, en el mercado del aceite, un niño de seis meses proclamó el triunfo. En el mercado de las vacas, un buey subió instintivamente hasta un tercer piso y se tiró desde allí, asustado por el griterío de sus moradores. Se vieron en el firmamento apariciones de naves. El templo de la diosa Esperanza que había en el mercado de las verduras resultó alcanzado por un rayo. En Lanuvio se movió una lanza. Un cuervo voló sobre el templo de Juno y se posó en su propio pedestal. En muchos lugares de la comarca de Amiterno se vieron a lo lejos fantasmas humanos vestidos de blanco. En el Piceno cayó una lluvia de piedras. En Cerdeña, a un jinete que hacía la ronda de las guardias nocturnas circunvalando la muralla le ardió el bastón que llevaba en la mano y, en Sicilia, las jabalinas de varios soldados; en las playas resplandecieron múltiples fuegos; hubo soldados fulminados por rayos y se vio disminuir el disco solar. En Preneste cayeron del cielo aerolitos incandescentes. En Arpi se vio un escudo en el cielo, un combate entre la luna y el sol y, además, dos lunas durante el día. En Cervéteri manaron aguas mezcladas con sangre y la fuente de Hércules fluyó con manchas sanguinolentas esparcidas por todas partes. En Ancio, a los segadores les cayeron en las cestas espigas ensangrentadas. En Fáleri el cielo pareció hendirse y se empequeñecieron por sí solos los signos de la suerte. Marte blandió su lanza y, además, sudó su imagen en la Vía Apia junto a las estatuas de los lobos. En Capua se vió el firmamento en llamas y se contemplaron apariciones de naves en el cielo. El templo de la Esperanza fue alcanzado por un rayo y la tierra se vio sacudida por un espantoso terremoto. En algunos lugares aparecieron cabras lanudas; una gallina se convirtió en gallo y, a la inversa, un gallo en gallina. Durante el mismo año Aníbal invadió Etruria y los romanos fueron derrotados en la encarnizada batalla del lago Trasímeno.
2 comentarios:
Antonio, de todos los prodigios que mencionas el que más me ha sorprendido ha sido: "En Capua se vió el firmamento en llamas y se contemplaron apariciones de naves en el cielo."
Resulta extraño que en aquella época se hablara de naves espaciales. ¿Hay alguna explicación?
(Mi voto para este post es: Interesante.)
winsta,
Gustosamente contesto a tu pregunta.
Son prodigios correspondientes al año 217. Hacía cuatro años que había empezado la Segunda Guerra Púnica, de Roma contra Cartago. Roma era perfectamente consciente de que Cartago era muy superior a Roma en naves de guerra y que era invencible en el mar. Por eso los Romanos llevaron la guerra a tierra firme: España, Italia, Cartago. Así, al cabo de unos diecisiete años, consiguieron derrotar a los Cartagineses. Era normal que a los Romanos les preocupasen las naves, pero no eran naves espaciales sino naves y barcos de guerra. Eso es lo que les pareció ver en el cielo. No eran naves espaciales.
La única referencia que tenemos de que los Griegos o Romanos intentasen volar, lo tenemos en la leyenda de Dédalo, un arquitecto que construyó el laberinto de Minos para encerrar al Minotauro y Minos, cuando el laberinto estuvo construido, encerró también en él al propio Minos y a su hijo Dédalo, para que no pudiesen explicar a nadie cómo se salía del laberinto. Entonces Minos construyó unas alas con cera y salió volando del laberinto, junto con su hijo. Su hijo, Ícaro, que no hizo caso de las advertencias de su padre, se acercó demasiado al Sol y se le derritieron las alas, cayéndose al mar, pero Dédalo consiguió llegar volando hasta Italia. Eso es lo que nos explica la Mitología y se remonta a más de 2.000 años antes de Cristo.
En resumen: no eran naves espaciales, sino naves o barcos de guerra cartagineses.
He de decirte que me ha parecido muy interesante tu pregunta. Además hay sido una cosa que yo nunca me había planteado.
Gracias por seguir tan atentamente este “Blog”.
Buenas noches y que descanses bien.
Un cordial saludo,
Antonio
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