Resulta que estaban tranquilamente los dioses en el Olimpo, contemplándose a sí mismos en su Felicidad, como se diría en la Biblia de la Felicidad del Dios Judeo-Cristiano, y les llegaron rumores de que la raza humana se estaba pervirtiendo: se cometían crímenes, corría la sangre, y no se trataba de víctimas inmoladas en honor a los dioses. Eran los propios hombres los que andaban asesinando a sus semejantes. Uno de ellos, Lycaón, mataba a sus huéspedes y los servía cocinados a otros huéspedes. Se presentaron un día, adoptando forma humana, Júpiter y Mercurio, en la casa de Lycaón. Fueron bien recibidos. Dieron de inmediato señales de que eran dioses. Lycaón no los creyó y se burlaba de los que sí creían que los visitantes eran dioses. Éstos no tardaron en reaccionar.
Lo cuenta Júpiter:
“Nocte grauem somno necopina perdere morte
comparat: haec illi placet experientia ueri;
nec contentus eo, missi de gente Molossa
obsidis unius iugulum mucrone resoluit
atque ita semineces partim feruentibus artus
mollit aquis, partim subiecto torruit igni.
quod simul inposuit mensis, ego uindice flamma
in domino dignos euerti tecta penates”.
(Metamorphoseon Liber Primus, 224-231)
[“Maquina destruirme por la noche, pesado por el sueño, con una muerte inesperada: le agrada esta comprobación de la verdad. Y no se sintió satisfecho con ello; cortó con la espada la yugular de un rehén enviado desde el pueblo de los Molosos y los miembros, así medio muertos, en parte los ablanda en agua hirviente, en parte los asa puestos al fuego. Tan pronto como colocó esto sobre la mesa, yo, con una llama vengadora, abatí la techumbre contra un hogar digno de su dueño”].
“Territus ipse fugit nactusque silentia ruris
exululat frustraque loqui conatur: ab ipso
colligit os rabiem solitaeque cupidine caedis
uertitur in pecudes, et nunc quoque sanguine gaudet;
in uillos abeunt uestes, in crura lacerti:
fit lupus et ueteris seruat uestigia formae;
canities eadem est, eadem uiolentia uultus,
idem oculi lucent, eadem feritatis imago est”.
(Ibidem, 232-239)
[“Él huye atemorizado, y, alcanzando el silencio del campo, lanza aullidos y en vano intenta hablar; su cara concentra de él mismo la rabia y hace uso de su acostumbrado deseo de matanza contra los animales y todavía ahora se alegra con la sangre. En pelaje se transforman sus vestidos, en patas sus brazos: se convierte en lobo y mantiene rasgos de su antigua figura; el pelo cano es el mismo, la misma la violencia de su semblante, sus ojos brillan igual, la imagen de fiereza es la misma"].
4 comentarios:
Antonio, no tengo capacidad para describir los espectáculos fascinantes que nos ofrece la vida como lo hacían los romanos , pero si te digo desde el humilde saber de la experiencia de mi vida, desde mi culturilla, como yo digo a los que me conocen, que tus enseñanzas a través de tu gran cultura clásica y la tuya propia, que simplemente es inmensamente placentero seguir descubriendo el jeroglífico de la vida lleno de encrucijadas y contrastes, del bien y del mal , de las transformaciones de la naturaleza, no solo las que nos quieren hacer creer por el cambio climático en nuestros tiempos modernos, sino las que por inercia se suceden en la misma.La vida nos demuestra siempre las dos caras de la moneda, la dualidad de las cosas,lo hermoso y lo horroroso, lo divino y lo terreno, el miedo y la tranquilidad. Todo esto para decirte que llevo días queriendo escribir en tu blog, no veía el momento, pero ante esta frase me he decidido. “sus ojos brillan igual, la imagen de fiereza es la misma”
Siempre quedará transparencia de una mirada incluso de aquel ser que se pueda convertir por momentos en la fiera. En recordar a mi Orion, simplemente un gato, que sin hablar, me enseñó a ver a través de sus ojos, en momentos duros de mi vida.
Rosario,
Me ha encantado todo lo que escribes y como lo escribes. Es una maravilla tu perfección al escribir y describir. Uno descubre con esos escritos que hay todavía gente sensible, gente que tiene sentimientos y buenos sentimientos. Gente, en definitiva, que saber andar por la vida y andar honestamente. Si me envías una foto del Orion, que alguna debes tener, pues, la colgaré en el “Blog”. Te contesto con la rapidez que me exige el momento, porque tengo ahora algunas cosas que hacer, que no tienen espera.
Un beso,
Hoy aprendí, gracias a ti, Antonio, de dónde viene la palabra licantropía, de Lycaon.
Gracias.
Lo que acabas de contar es ideal para explicarlo alrededor de una fogata, una de esas noches en las que todos contamos historias terroríficas para despertar el miedo en los demás, mientras alrededor sólo hay la oscuridad de la noche y los sonidos indeterminados de un bosque cercano.
winsta,
Muchas gracias. Describes muy bien esa reunión en la noche, con todos sus misterios, de un conjunto de amigas y amigos. Yo, además añadiría unos manjares exquisitos, cocinados o asados en esa fogata: morcillas, chorizos, carnes variadas, y todo lo que sea, acompañados de un buen tinto y luego, para los que fumen, un cigarrillo encendido en la lumbre.
Y después, pues ya se sabe: lo que Dios quiera.
A propósito de la etimología, acertado es lo que dices. Si miras la entrada, verás que he añadido en Griego las correspondientes palabras con su transcripción y traducción.
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